VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

LA LIBERTAD DE CULTOS FAVORECE LA INMORALIDAD PÚBLICA

Vicente de la Fuente
DOCTOR EN TEOLOGÍA Y JURISPRUDENCIA,
CATEDRÁTICO DE DISCIPLINA ECLESIÁSTICA EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL
Y ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA REAL DE LA HISTORIA

La pluralidad de cultos y sus inconvenientes
https://archive.org/details/la-pluralidad-de-cultos-y-sus-inconvenientes-dr.-vicente-de-la-fuente-1865/mode/2up

La independencia española, fundada sobre el Catolicismo, puede algún día peligrar por la pluralidad de cultos
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Si la historia ha de servir de algo, si ha de ser narración de lo pasado para enseñanza del porvenir, estudiemos el pasado de España para aprender lo que la pluralidad de cultos puede traerle. Entiendo por historia lo que se ha entendido siempre en nuestro país por esta palabra, Es verdad que los sabios modernos, a fuerza de definirla con su estridente germanía, nos han llevado al punto de no saber lo que es Historia, como no sabemos ya lo que es Derecho, después de las catorce definiciones que de él nos dan los modernos-La historia, se nos dice, subjetivamente considerada, prescinde de la narración y de la enseñanz; yo les regalo esa historia no escrita de las grandes evoluciones de la humanidad, y su desarrollo en el tiempo y en el espacio, principiando por la época de la creación hasta el diluvio.

Yo estoy por la historia escrita, y por la que llaman objetiva.

Hemos visto que los españoles independientes eran monoteístas: al perder su culto sencillo y primitivo a manos de los cartagineses y romanos, perdieron también su independencia.

Al ser subyugados segunda vez por los visigodos, se hallaron que estos no eran católicos: venían contagiados de la herejía arriana.

Establecida la nacionalidad sobre el Catolicismo, trató en vano Witerico de restablecer el arrianismo, asesinando al monarca Liuva. Asesinado él a su vez, su cadáver fue arrastrado a un muladar por el pueblo de Toledo. El primer librecultista español fue Witiza: ¡gran honra para sus correligionarios! Se ha tratado de vindicar a este príncipe, y los jansenistas y ultraregalistas suponen que fue calumniado por el clero.

¿Dónde están las pruebas?
-No las hay, pero se suplen con meras conjeturas.

Las conjeturas son la polilla de la historia: todas las patrañas históricas principiaron por conjeturas. La razón crítica las rechaza; pues a fuerza de conjeturas se puede probar cuanto se quiera.

La raza del librecultista Witiza fue traidora a la causa nacional en la batalla del Guadalete, y aun después la fuga del intruso D. Oppas dió ocasión á Muza para asesinar a los principales cristianos de Toledo; Oppas era hermano de Witiza, hijo de Egica, según el Pacense, historiador coetáneo de aquellos sucesos. Esta lección no es para olvidada. España perdió su libertad é independencia a manos de los infieles llamados por los libre cultistas.

En la batalla de las Navas corrió gran riesgo nuevamente la nacionalidad española a manos de los infieles: la Santa Sede, el gran Papa Inocencio III, el calumniado hoy dia por todos los impíos, publicó una cruzada a favor de España con las mismas concesiones é indulgencias que para Tierra Santa. Los enemigos del gran Papa tienen buen cuidado de callarlo. Sus abuelos eran más agradecidos. Con el triunfo de la Cruz triunfó la independencia de España en los campos de Muradal.

Los fanáticos albigenses quisieron encender la guerra religiosa prevalidos de las reyertas políticas y discordias de Castilla. Era el tiempo del Rey Santo, Fernando III; la nacionalidad española daba un gran paso uniendo toda la parte N. O. de la Península a la España central, poniendo sobre una cabeza las coronas, antes separadas, de León y de Castilla, y para reunirles en breve las musulmanas de Córdoba, Jaén y Sevilla. Este hecho culminante en nuestra historia, este período glorioso de ella en el siglo XIII, quizás no hubiera tenido lugar sin las virtudes cristianas del Santo Rey, y si los albigenses hubieran encendido en León las sangrientas guerras que asolaron el Mediodía de Francia. La mano vigorosa de Fernando III ahogó a la vez la rebelión y la herejía, y con el suplicio de unos pocos malvados ahorró a España mucha sangre inocente.

Menos cauto el Rey de Aragón, D. Pedro el Católico, en quien la liviandad sofocaba a veces el sentimiento religioso, al socorrer a los herejes condes de Foix y de Tolosa, sus vasallos feudales, mancilló los laureles que ganara en las Navas, y comprometió el dictado de Católico, que había de llevar más puro otro descendiente suyo, el que enarboló la Cruz en los muros de la Alhambra y restauró la unidad nacional de España.

La sublevación de los moriscos en el siglo XVI estaba relacionada con manejos extranjeros contrarios a la independencia de España. Los revolvedores de Zaragoza, acaudillados por el díscolo Martin de Lanuza, que había dejado a su primo en manos del verdugo, entraron por Sallent con quinientos hugonotes y forajidos, que les regalaba la piadosa madre de Enrique IV el Bearnés.

La indignación de los aragoneses fue grande al ver cuál invadían su país la demagogia y la herejía, unidas siempre como hermanas naturales. Olvidando sus agravios y sus fueros, derrotaron a los malvados que principiaban su campaña saqueando las iglesias, y que en alas de la herejía les traían, no libertad, sino libertinaje y anarquía. Solo siete caballos castellanos llegaron a tiempo de perseguir a los últimos fugitivos, que ya los montañeses de Aragón habian metido a lanzadas dentro del Bearne. Nuevo capítulo de gloria para los librecultistas españoles del siglo XVI.

Aquellos mismos hugonotes, aliados con los ingleses, les entregaban poco después el puerto del Havre, al paso que el traidor Coligny, que vendía ciudades a los ingleses, hacia a Poltrot que asesinase a Guisa, el valeroso conquistador de Calais. Como siempre, a la herejía y a la anarquía se juntaba la traición.

La libertad de cultos solo fue un pretexto para la sublevación de los Países Bajos. Es preciso ser muy míope para no distinguir entre las causas y el pretexto: aquellos países hubieran trabajado por emanciparse de España, de cualquier manera y con cualquier motivo, y mucho mas después que subió al trono de Inglaterra la Reina Isabel, que afianzaba su vacilante corona atentando contra las ajenas.

Pues qué, no se hubieran sublevado los flamencos contra Felipe II aunque este no hubiera establecido el Santo Oficio?

Hoy día los belgas hacen más justicia a España; y en la apertura del segundo Congreso de Malinas, el respetable baron de Guerlache, decía oportunamente: "No olvidemos que si somos católicos se lo debemos en gran parte a los Felipes de España."

De todos modos, es lo cierto que la cuestión de libertad de cultos fue el pretexto para separar aquellos países de la nacionalidad española. Allí los católicos pelearon por lo común al lado de los españoles; los herejes y librecultistas combatían contra España.

La desmembración de Portugal de la unidad nacional de España, es bien sabido que se debió en gran parte a las maquinaciones heréticas de Inglaterra, la cual desde entonces manda en aquel país con una especie de protectorado, que hace sombra a su independencia.

Inglesas eran las tropas que en apoyo de Carlos de Austria vinieron al litoral de Andalucía, y sus desmanes contra el Catolicismo, y los saqueos de iglesias y conventos, comprometieron y perjudicaron a la causa austriaca que venían a defender a ellas debimos también la pérdida de ese peñon maldito, donde hoy dia se ostenta la libertad de cultos dentro de la Península y para baldón de España. Allí está el foco de esa propaganda impía que compra las fáciles conciencias de algunos holgazanes de la Bética, que predica el socialismo al par de las doctrinas protestantes, que reparte Biblias adulteradas y puñales triangulares, que trae libros protestantes empaquetados entre láminas obscenas y entre los fardos de algodón y tabaco, que mezcla la demagogia con la hipocresía.

¡Oh! si los librecultistas españoles tuvieran amor patrio, el solo nombre de Gibraltar debería ruborizarles al acordarse que ese baluarte del protestantismo, robado a España contra toda ley, toda moral y todo derecho, es la caverna de los renegados españoles, de los apóstatas impacientes con su celibato, de la propaganda revolucionaria é impía, que trata de introducir entre nosotros esa libertad de cultos que ya no es la tolerancia del protestantismo, sino la salvaguardia de toda impiedad, y un sarcasmo continuo contra todo culto y toda religión.

Otro recuerdo antes de concluir. España perdió en este siglo su libertad y su independencia, aunque plugo & Dios fuese por breves años. Tambien Napoleon I, el verdugo de dos Papas, el falsificador de Concordatos, era librecultista: sus elogios al Alcorán en África lo acreditan bien. El mismo estaba afiliado en la francmasonería: los ejércitos que en nombre suyo traidora y cobardemente invadieron nuestra patria, ni aun librecultistas eran, porque sus generales no creían en Dios, ni se tomaban la molestia de darle culto alguno. Si puede haber alguna cosa más odiosa para los españoles que Gibraltar, es la memoria de Napoleón I, y este era librecultista, y trataba de regalar a nuestra patria este semillero de desacuerdos para mejor subyugarla.

¡Oh! si en España hubiera habido protestantes, no hay que dudar de qué parte hubieran estado: los protestantes trajeron los ingleses a la Rochela, ya que los católicos los habían echado a duras penas de Calais, el Gibraltar de Francia, y del Havre de Gracia, vendido por Condé y Coligny: lo que hicieron en Francia, harían los protestantes en España. Todos los comensales de Godoy eran jansenistas ó impios: todos los afrancesados y los traidores cívicos eran volterianos y malos católicos. No hubo apenas un buen católico traidor a la patria, y no hubo un traidor a la patria que fuera buen católico. He conocido más de cincuenta afrancesados: todos eran malos católicos, y la mayor parte de ellos impíos.

La historia y la experiencia lo enseñan con tristes precedentes, y para mí es indudable que todo español mal católico y renegado, en un caso de apuro, será enemigo de la independencia de nuestra patria. ¡No lo estamos viendo en esos malos españoles, que unos deploran la restauración contra los sarracenos, y los otros se lamentan de que nuestros padres se alzaran contra Napoleon I, con cuyo suave imperio hubiéramos progresado tanto!

¡Oh! el traidor a Dios no será leal a la patria.

Y ahora, vosotros, librecultistas españoles, fabricantes de apostasías, id a poner coronas sobre el monumento del Dos de Mayo y en las tapias de Monteleón. Si Daoiz y Velarde pudieran alzarse de su tumba, os....puntos suspensivos.

***

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