VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

CIRCUNCISIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


1 de enero del Año del Señor
CIRCUNCISIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Todo cuanto hacéis, de palabra o de obra, hacedlo
todo en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
(San Pablo a los Colosenses, III, 17).

¡Cuán glorioso es el Nombre de Jesús; más, cuán caro costó al Hijo de Dios! ¡Le fue menester derramar sangre para merecer este nombre de Salvador; y tú no quieres derramar, para salvarte, ni una lágrima! 
Es preciso imitar a Jesús en sus sufrimientos o perder la esperanza de acompañarlo
en su gloria.
 
Jesús, sed mi Salvador, y pues tanto amor habéis tenido por mí desde el comienzo de vuestra vida, inspiradme vuestro santo amor, a fin de que os ame, si no tanto cuanto merecéis, por lo menos tanto cuanto pueda.


ORACIÓN

Oh Dios, que habéis constituido a vuestro Unigénito Salvador del género humano, y habéis ordenado que se le llamase Jesús, haced, por vuestra misericordia, que después de haber honrado su Santo Nombre en la tierra, tengamos la dicha de contemplarlo a Él mismo en el cielo. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE LA CIRCUNCISIÓN

I. Jesús comienza hoy lo que continuará hasta la muerte. Obedece a su Padre celestial, a María y a José. ¡Dios obedece a los hombres! Después de esto, ¿tendremos vanidad bastante como para no querer sometemos a los superiores que Dios nos ha dado? Es preciso obedecer a los que ocupan el lugar de Dios [*los Papas desde San Pedro a S.S. Pío XII], o bien a nuestras pasiones y al demonio. Un Dios obedece a la ley, y nosotros, que no somos sino ceniza y polvo, ¿rehusaremos obedecer a Dios?

II. En ninguna parte se manifiesta más la humildad del Salvador, que en esta obediencia. En el pesebre, se tomaría a Jesús por un hombre común; aquí, pasa por pecador. Jesús, que es la santidad misma, quiere abatirse hasta parecer pecador, para honrar a su Padre. Después de esto, ¿tengo derecho a quejarme de las humillaciones que recibo? He nacido en el pecado, he crecido en el pecado; sin embargo, no quiero ser llamado pecador y me irrito si se me desprecia.

III. La caridad de Jesús brilla en este misterio, toda vez que quiere, desde los primeros instantes de su vida, adoptar el nombre de Salvador y darnos su sangre y sus lágrimas como prenda de su amor. Esa sangre y esas lágrimas que derrama, son el lenguaje de su corazón: nos dice con ellas que quiere vivir, sufrir y morir por nosotros. Comencemos pues, este año, imitando su obediencia y su humildad. Amémoslo durante todo este año, hagamos todo en Nombre de Jesús. Dios mío, soy todo vuestro, durante este año, y para el resto de mi vida.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.


1 de Enero del Año del Señor.
CIRCUNCISIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Todo cuanto hacéis, de palabra o de obra, hacedlo todo en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo. (Colosenses 3, 17)

+ La Circuncisión de nuestro Señor Jesucristo y la Octava de su Natividad.
+ En Roma, el triunfo de santa Martina, Virgen y Mártir; que en el imperio de Alejandro, después de atormentada con diversos suplicios, finalmente degollada, consiguió la palma del martirio. Su fiesta se celebra el 30 de este mes.
+ En Cesarea de Capadocia, el tránsito de san Basilio, llamado el Grande, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia; el cual, en tiempo del Emperador Valente, señalado en doctrina y sabiduría, y adornado de todas las virtudes, resplandeció maravillosamente y defendió con inexpugnable constancia la Iglesia, contra los Arrianos y Macedonianos. Su fiesta principal se celebra el 14 de Junio, día en que fue consagrado Obispo.
+ En el monte Senario de Etruria, el tránsito de san Bonfilio, Confesor, uno de los siete Fundadores de la Orden de Siervos de la bienaventurada Virgen María; el cual, como hubiese venerado sobre manera a la celestial Señora, fue por Ella de repente llamado al cielo. Su fiesta, junto, con la de sus compañeros, se celebra a 12 de Febrero.
+ En Roma, san Almaquio, Mártir; el cual, diciendo a los gentiles:«Hoy es el octavo día del nacimiento del Señor, dejad las supersticiones paganas y los sacrificios inmundos», de orden de Alipio, Prefecto de la Ciudad, fue muerto por los gladiadores.
+ En Roma, asimismo, en la vía Apia, las coronas de treinta santos soldados Mártires, imperando Diocleciano.
+ En Espoleto, san Concordio, Presbítero y Mártir, el cual, en los tiempos del Emperador Antonino, primeramente apaleado, después suspendido en el potro y maltratado con dura prisión, donde le visitaron y consolaron los Ángeles, terminó, por último, la vida al filo de la espada.
+ El mismo día, san Magno, Mártir.
+ En África, san Fulgencio, Obispo de la Iglesia de Ruspe; el cual, durante la persecución Vandálica, por la fe católica y su excelente doctrina, sufrió mucho de los Arrianos y fue confinado a Cerdeña; mas, al cabo, permitiéndosele volver a su Iglesia, esclarecido en la vida y en la predicación, descansó con santo fin.
+ En Chieti del Abruzo, el nacimiento para el cielo de san Justino, Obispo de la misma ciudad, esclarecido en santidad de vida y milagros.
+ En territorio de Lyon, en un monasterio del monte Jura, san Eugendo, Abad, cuya vida resplandeció llena de virtudes y milagros.
+ En Souvigny de Francia, san Odilón, Abad de Cluny, el primero que mandó celebrar en los monasterios de su Orden la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, el día siguiente a la festividad de todos los Santos; rito que aprobó y recibió después la Iglesia universal.
+ En Alejandría, el tránsito de santa Eufrósina, Virgen, la cual resplandeció en el monasterio con la virtud de la abstinencia y con milagros.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SE DISMINUYEN LAS VERDADES EN EL MUNDO

Juan Donoso Cortés 

"Al compás mismo con que disminuye la fe, se disminuyen las verdades en el mundo; y por qué causa la sociedad, que vuelve la espalda a Dios, ve ennegrecerse de súbito, con aterradora oscuridad, todos los horizontes."

Ensayo sobre el Catolicismo
Audio libro

https://www.youtube.com/playlist?list=PL5xMCqCV1oxyXg7h1F7TUwUhORLmqZ6VP

 *** 

EL MIEDO AL PAPA (Mons. Gaume) (III)

Mons. Gaume

¿Cuál es la ley violada?

                                                                               I

Puesto que el hombre, individual o colectivo, no se hizo a sí mismo; ya que no es ni puede ser producto de átomos unidos fortuitamente entre sí; no es ni la mejora de una carpa, ni el hijo de un mono: es, por tanto, obra de un Ser superior, que existe por sí mismo.

Este Ser que lleva un nombre sobre todo nombre: Yo soy el que soy: Ego sum qui sum, es el creador de todas las cosas visibles e invisibles, visibilium omnium et invisibilium.

De su existencia, de su poder, de su sabiduría, de su bondad, las criaturas que nos rodean son tantos testigos, desde el insecto escondido bajo la hierba, hasta el sol cuyos rayos vivifican, iluminando, todas las partes del universo.

A este Ser, principio y fin de todo lo que existe, ningún pueblo hay que no Le haya conocido; que no Le haya adorado; que no Le haya invocado; que no Le haya reconocido como supremo Legislador del universo (San Agustín).


                                                                                II

Con razón, el absurdo más colosal sería suponer que después de haberlas sacado de la nada, este Ser infinitamente poderoso, infinitamente sabio, infinitamente bueno, habría abandonado estas criaturas, obra de sus manos, al azar, sin hacerles saber su fin, sin darles los medios para alcanzarlo.

Este fin no es otro que Él mismo: universa propter semetipsum operatus est Dominus (Prov. XVI, 4); de modo que toda la creación, descendida de Dios, debe volver a Dios. Estos medios son las leyes de los seres. La preservación de los seres y su mejora están ligadas a la observación de estas leyes. La violación de estas mismas leyes constituye un desorden que conduce al malestar, a la degradación, a la ruina.


                                                                               III

Entre todas las leyes divinas, ¿cuál es aquélla cuya violación es la pesadilla del mundo de hoy? Acabamos de indicarla: es la gran ley que rige el universo, tanto para las criaturas inanimadas como para las animadas, inteligentes y libres, y en virtud de la cual toda criatura debe tender a su centro.

La piedra arrojada al aire desciende hacia la tierra, centro de donde fue tomada y lugar de su reposo; los ríos, los arroyos, las corrientes más débiles tienden a los mares, de donde vinieron y en cuyo seno encuentran tranquilidad.


                                                                             IV

Esta ley que las criaturas inferiores al hombre cumplen necesariamente, el hombre debe cumplirla libremente. Debe hacerlo por la dignidad de su naturaleza; debe hacerlo por la sublimidad de sus funciones de Rey y Pontífice, entre las criaturas. Es a través de él que deben alabar a Dios y volver a Dios.

El fin del hombre es, por tanto, Dios, sólo Dios, y sólo puede ser Él. En Él, conocido, amado y poseído, y sólo en Él, la luz infinita, el amor infinito, la vida infinita, el espíritu del hombre, su corazón, su cuerpo, encuentran su plena realización, el apaciguamiento de sus deseos, el delicioso descanso fortalecido en todos los lados.


                                                                            V

Así, las leyes de la lógica más elemental conducen a esta conclusión: que de todas las aspiraciones del hombre, Dios es el objeto necesario. No importa si estas aspiraciones se extravían en su aplicación. Así como la ley universal de los seres es tender a su centro, para el hombre tender a Dios es su ley. Brújula inteligente, éste es el polo que busca constantemente, y sus oscilaciones sólo cesan después de haberlo encontrado (San Agustín, Conf., c. I).

Esta ley de la que el hombre no puede escapar es formulada así por el mismo Creador: 
“Temer a Dios y observar sus mandamientos: 
he ahí todo el hombre” 
(Ecl. XII, 13).

Entendámoslo claramente; sí, todo el hombre, en sus pensamientos, en sus afectos, en sus acciones, en su vida privada y en su vida social, en su presente y en su futuro.


Continuará...


NO PODÉIS TENER DERECHO ALGUNO A CONFERIRLOS SIN AUTORIZACIÓN DE LA SANTA SEDE


Ausculta, fili carissime
S.S. Bonifacio VIII a Felipe el Hermoso

"Dios nos ha establecido sobre los reyes y sobre los reinos para arrancar, destruir, edificar y plantar en su nombre con su doctrina. No os dejéis persuadir por lo tanto de que no tenéis superior y de que no estáis sometido al jefe de la jerarquía eclesiástica; el que esto piensa es un loco, y el que le apoya tenazmente, es un infiel, separado de la grey del buen pastor."

"El Papa dispone como soberano de todos los beneficios eclesiásticos, ya vaquen en Roma ya en otras partes, y que no podéis tener derecho alguno a conferirlos sin autorización de la Santa Sede."

"Dios nos ha establecido sobre los reyes y sobre los reinos para arrancar, destruir, edificar y plantar en su nombre con su doctrina. No os dejéis persuadir por lo tanto de que no tenéis superior y de que no estáis sometido al jefe de la jerarquía eclesiástica; el que esto piensa es un loco, y el que le apoya tenazmente, es un infiel, separado de la grey del buen pastor. Pues bien, el afecto que os profesamos, no nos permite disimularos que estais oprimiendo a vuestros súbditos eclesiásticos y seglares, á los señores, à la nobleza, á las comunidades y al pueblo; todo lo cual os hemos advertido, si bien inútilmente. Para exponer más detalladamente debo deciros que si bien está fuera de toda duda que el Papa dispone como soberano de todos los beneficios eclesiásticos, ya vaquen en Roma ya en otras partes, y que no podéis tener derecho alguno a conferirlos sin autorización de la Santa Sede, con todo os oponéis al cumplimiento de estas colaciones cuando son anteriores á las vuestras, y pretendéis ser juez en vuestra propia causa. En una palabra, no reconoceis otros jueces que vuestros propios oficiales al tratarse de vuestros intereses ya para solicitar ya para prohibir. Llevais a vuestro tribunal á los prelados y demás eclesiásticos de vuestro reino, así regulares como seglares, tanto para las acciones personales como para las reales, y aun para lo que atañe á los bienes que no tienen de vos en feudo. Les exigís los diezmos y otros derechos, aunque los seglares no tienen poder alguno sobre el clero. No permitís a los prelados que hagan uso de las censuras eclesiásticas contra sus ofensores ni que ejerzan su jurisdicción sobre los monasterios que pretendéis tener a vuestro cargo. Por último, tratáis tan mal á la iglesia de Lyon y la habéis reducido á tal estado de pobreza que es difícil realzarla; y sin embargo no pertenece a vuestro reino; lo sabemos muy bien, porque habiendo sido canónigo de la citada iglesia conocemos perfectamente sus derechos. No guardáis mesura en percibir las rentas de las catedrales vacantes, lo cual por un abuso calificais de derecho real; consumís esos frutos y os apropiarse todo lo que corresponde á su conservación. Y no queremos hablar ahora de la variación de la moneda y otras quejas que recibimos de todas partes; mas para no ser responsable delante de Dios que nos pedirá cuenta de nuestra alma, y deseando mirar por vuestra salvación y por el buen nombre de un reino que tenemos en tanta estima, despues de oir á nuestros hermanos los cardenales, os hemos citado por medio de esta carta para que comparezcáis ante Nos, los arzobispos, los obispos electos ó consagrados, los abades de Citeaux, de Cluni, de Premontré, de S. Dionisio y de Marmoutier, los cabildos de las catedrales de vuestros reinos, los doctores en teología, en derecho canónico y en derecho civil, y algunos otros eclesiásticos, mandándoles que comparezcan á nuestra presencia el dia 1.0 de noviembre próximo con el objeto de consultarles sobre todo lo indicado, como personas que léjos de ser sospechosas son muy adictas á vuestro reino, que será el asunto de que nos ocuparemos. Si lo creeis interesante para vos, podéis al propio tiempo asistir á dicha reunión ya personalmente, ya enviando á ella comisionados, fieles intérpretes de vuestras intenciones. A pesar de todo no dejaremos de juzgar y resolver lo que creamos más conveniente."

SAN SILVESTRE, Papa



31 de diciembre del Año del Señor
SAN SILVESTRE
Papa

He combatido con valor, he concluido la carrera,
he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar
la corona de justicia que me está reservada.
(2 Timoteo, 4, 7-8).


San Silvestre I se había distinguido por su celo y su caridad durante la primera persecución. Subió a la cátedra de San Pedro en el año 314, menos de un año después del edicto de Milán, que concedía la paz a la Iglesia. Recibió de Constantino el palacio de Letrán y en él estableció su morada, así como la basílica principal de Roma. El mismo año envió delegados al Concilio de Arlés, donde fueron condenados los donatistas, y después, en el año 325, al Concilio general de Nicea, que anatematizó a Arrio. Murió San Silvestre en el año 335.


ORACIÓN

Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado Sumo Pontífice Silvestre, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN TRES REFLEXIONES
SOBRE EL AÑO TRANSCURRIDO

I. ¿Podría decir con verdad como San Pablo: He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe? Hete aquí al término del año; repasa en tu espíritu todo el bien y todo el mal que has hecho durante este año, y mira si tus buenas acciones son más numerosas que las malas. ¿Cuántos días transcurrieron sin que hicieras nada para Dios? Sin embargo, este año te fue dado únicamente para servirlo, para hacer penitencia de tus pecados y merecer el cielo mediante la práctica de las buenas obras.

II. ¿Dónde están ahora los placeres y los honores de que gozaste durante este año? ¡Todo ha pasado, y no te queda sino el triste recuerdo de haber ofendido a Dios por bienes pasajeros y falaces! ¿No es verdad que, al contrario, experimentas una gran alegría por el bien que hiciste tratando de agradar a Dios? Ya no experimentas el esfuerzo que tus buenas obras te costaron, y tienes la esperanza de ser recompensado por ellas. Tu vida pasará como este año, tus placeres pasarán tanto como tus trabajos, y el único consuelo que te quedará será haber servido al Señor. ¿Quién me devolverá este día, este año que perdí en la vanidad? (San Euquerio).

III. Acaso pasaste parte de este año en pecado mortal. Si durante esa época hubieras muerto, ¿dónde estarías ahora? Dios te ha dado tiempo para hacer penitencia; aprovéchalo mejor en lo porvenir ¡acaso no tengas más que este año de vida! Prepárate, pues, a morir, haz una buena confesión, y si quieres pasar santamente todos los días del año que va a comenzar piensa todos los días en la muerte y en la eternidad. Dios te ha ocultado tu último día, para que te prepares a él todos los días de tu vida. (San Agustín).

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.


31 de Diciembre del Año del Señor.
SAN SILVESTRE
Papa
† hacia el año 335 en Roma.

He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe.
Nada me resta sino aguardar la corona de justicia que me está reservada. (2 Timoteo 4, 7-8)

+ En Roma, el tránsito de san Silvestre I, Papa y Confesor, el cual bautizó al Emperador Constantino el Grande y confirmó el Concilio Niceno, y después de llevar a cabo santísimamente otras muchas empresas, murió en paz.
+ También en Roma, en la vía Salaria y cementerio de Priscila, las santas Mártires Donata, Paulina, Rústica, Nominanda, Serótina, Hilaria y sus Compañeras.
+ En Sens, los santos Sabiniano, Obispo, y Potenciano, que, enviados allá por el Pontífice Romano a predicar, ilustraron aquella metrópoli con el martirio de su confesión.
+ En Catania de Sicilia, el suplicio de los santos Esteban, Ponciano, Átalo, Fabiano, Cornelio, Sexto, Floro, Quinciano, Minervino y Simpliciano.
+ En Sens, santa Columba, Virgen y Mártir, la cual, superado el tormento del fuego, en la persecución del Emperador Aureliano, fue pasada a cuchillo.
+ El mismo día, san Zótico, Presbítero Romano, el cual fue a Constantinopla, y allí se encargó de sustentar los huérfanos.
+ En Ravena, san Barbaciano, Presbítero y Confesor.
+ En la aldea del Lalovesco, diócesis de Viena, en el Delfinado, el tránsito de san Juan Francisco Regis, Sacerdote de la Compañía de Jesús y Confesor, varón de eximia caridad y paciencia en procurar la salvación de las almas; a quien el Papa Clemente XII puso en el catálogo de los Santos.
+ En Reciaria, San Kermes, Exorcista.
+ En París, santa Catalina Labouré, Virgen, de la Compañía de Hijas de la Caridad; la cual favorecida por la Inmaculada Madre de Dios con la singular manifestación de la sagrada Medalla, fue insigne por las virtudes y milagros. El Papa Pío XII la puso en el número de las santas Vírgenes.
+ El mismo día, santa Melania, la más joven, que con su marido Piniano, se retiró de Roma y se fue a Jerusalén, y allí, ella entre las mujeres consagradas a Dios, y él entre los Monjes, vivieron vida religiosa, y ambos descansaron con santo fin.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SERMÓN PARA EL DÍA DE NAVIDAD (VI)

Beato Claudio de la Colombière

SERMÓN PARA EL DÍA DE NAVIDAD 


Si todavía tardamos, cristianos oyentes, en convertirnos, en santificarnos, es ciertamente porque no queremos. ¡Ah! Lo quiero, me decís; y, durante el resto de mi vida, este deseo es demasiado fuerte en mi corazón: viviría en paz si fuera santo, o si no quisiera serlo. Y digo que si fuerais santos, o si tuvierais voluntad de serlo, gozaríais de perfecta paz: Pax hominibus bonae voluntatis. Queremos ser santos, es verdad; pero también es cierto que no lo queremos. Vult et non vult piger, dice el Sabio: El alma perezosa quiere y no quiere al mismo tiempo; y son estos deseos contrarios los que le dan la muerte: Desideria occidun pigrum. Quisiéramos pertenecer a Dios y al mundo, ir al Cielo por caminos que no pueden llevar allí, ser más perfectos de lo que somos, sin por ello dejar de ser lo que somos; y en lugar de tener que cambiar nuestra moral para volvernos santos, quisiéramos que la santidad cambiara de naturaleza para acomodarse a nuestras inclinaciones; quisiéramos entregarnos enteramente a la práctica de la virtud, si nada nos distrajera de ella; pero este obstáculo que nos detiene es tan leve que parece demasiado evidente que queremos desviarnos. Un apego infantil a los objetos más frívolos a veces será el vínculo que nos retendrá. A veces el gusto por un adorno que se cree que realza las comodidades naturales, a veces un destello de gloria que todavía se espera sacar de los propios talentos; aquí un vano temor de sonrojarse por los pecados a los pies de un Confesor, o por las buenas obras hechas a los ojos del mundo; hay un resto de placer que se mezcla con las penas y los problemas que acompañan a la vida mundana: esto es lo que derriba y vuelve inútiles las santas resoluciones.

¡Oh cuán lejos está esta disposición de aquella buena voluntad a la que los Ángeles anunciaron la paz! Esta voluntad sincera, dispuesta a superar las dificultades, sólo duda mientras desconoce el camino que debe tomar. ¿Está abierta la carrera para ella? Necesita un freno que modere sus excesos y la mantenga dentro de los límites de la prudencia cristiana. Qué placer verla ahora entregarse a Dios sin reservas y decirle con San Pablo: Domine, quid me vis facere? Señor, aquí estoy dispuesto a todo: ¿qué quieres que haga? A veces, como el mismo Apóstol, desafiando al Cielo para hacer tambalear su coraje, o para frenar su ardor: Quis nos separabit à caritate Christi? Esta alma, apasionada en cierto modo por la santidad, la busca al menos con tanto afán como un avaro busca la suya propia, como un ambicioso persigue los honores; es decir, por satisfacer tan noble pasión, está dispuesta a sacrificar su descanso, incluso a exponer su vida mil veces: todo el bien y el mal que ve en la tierra, todo lo que la Providencia puede permitir que le suceda, ya sea ventajoso o desastroso, no la aflige. ni la alegra, salvo en lo que puede servir o perjudicar a su designio: todos los caminos le son buenos para ir a Dios, y elegirá el más duro y el más estrecho, con tal que sea el más seguro y el más corto.
Esto, oyentes cristianos, es lo que se llama hambre y sed de justicia, estos son aquellos a quienes Jesucristo declaró bienaventurados en su Evangelio, y a quienes prometió satisfacer. Beati qui esuriunt et sitiunt justitiam, quoniam ipsi saturabuntur! Estarán satisfechos, porque Dios mismo satisfará tan santo deseo: estarán satisfechos, porque en este único deseo se fusionarán todos sus demás deseos; finalmente quedarán satisfechos en el Cielo, donde disfrutarán de Dios eternamente, según la medida de sus deseos.
Que así sea.

FIN

***

DE LA CIENCIA DE N.S.J.C.

 
San Gregorio Magno

De la ciencia de Cristo (contra los agnoetas)'
[De la Carta Sicut aqua frigida a Eulogio, patriarca de Alejandría, agosto de 600]

Sobre lo que está escrito que el día y la hora, ni el Hijo ni los ángeles lo saben [cf. Mt. 18, 32], muy rectamente sintió vuestra santidad que ha de referirse con toda certeza, no al mismo Hijo en cuanto es cabeza, sino en cuanto a su cuerpo que somos nos- otros... Dice también Agustín... que puede entenderse del mismo Hijo, pues Dios omnipotente habla a veces a estilo humano, como cuando le dice a Abraham: Ahora conozco que temes a Dios [Gen.22, 12]. No es que Dios conociera entonces que era temido, sino que entonces hizo conocer al mismo Abraham que temía a Dios. Por- que a la manera como nosotros llamamos a un día alegre, no porque el día sea alegre, sino porque nos hace alegres a nosotros; así el Hijo omnipotente dice ignorar el día que Él hace que se ignore, no porque no lo sepa, sino porque no permite en modo alguno que se sepa. De ahí que se diga que sólo el Padre lo sabe, porque el Hijo consustancial con Él, por su naturaleza que es superior a los ángeles, tiene el saber lo que los ángeles ignoran. De ahí que se puede dar un sentido más sutil al pasaje; es decir, que el Unigénito encarnado y hecho por nosotros hombre perfecto, ciertamente en la naturaleza humana sabe el día y la hora del juicio; sin embargo, no lo sabe por la naturaleza humana. Así, pues, lo que en ella sabe, no lo sabe por ella, porque Dios hecho hombre, el día y hora del juicio lo sabe por el poder de su divinidad... Así, pues, la ciencia que no tuvo por la naturaleza de la humanidad, por la que fué criatura como los ángeles, ésta negó tenerla como no la tienen los ángeles que son criaturas. En conclusión, el día y la hora del juicio la saben Dios y el hombre; pero por la razón de que el hombre es Dios. Pero es cosa bien manifiesta que quien no sea nestoriano, no puede en modo alguno ser agnoeta. Porque quien confiesa haberse encarnado la sabiduría misma de Dios ¿con qué razón puede decir que hay algo que la sabiduría de Dios ignore? Escrito está: En el principio era el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios... todo fué hecho por El [Ioh. 1, 1 y 3]. Si todo, sin género de duda también el día y la hora del juicio. Ahora bien, ¿quién habrá tan necio que se atreva a decir que el Verbo del Padre hizo lo que ignora? Escrito está también: Sa- biendo Jesús que el Padre se lo puso todo en sus manos [Ioh, 13, 8]. Si todo, ciertamente también el día y la hora del juicio. ¿Quién será, pues, tan necio que diga que recibió el Hijo en sus manos lo que ignora?

*** *** ***

HEREJÍA DEL FEBRONIANISMO

Johann Nikolaus von Hontheim
Heresiarca Febronio
Jansenismo de corte alemán
Estudio por José Ignacio Moreno y Santistevan
Ensayo sobre la supremacía del Papa.
Volumen 3 de 3
Página 178-194


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CUANDO SE TRATA DE LA OBSERVANCIA DE LOS CÁNONES Y DISPOSICIONES ECLESIÁSTICAS

Claude Fleury

Cisterciense, preceptor de los nietos de Luis XIV e hijos de Luis XV, confesor de Luis XV
Sospechoso de jansenismo.

«Viendo Bonifacio VIII que Felipe el Hermoso ultrajaba a la Sede Apostólica, desdeñándose de reconocer su autoridad, rechazando sus correcciones y constituyéndose juez en causa propia para arrogarse los derechos del sacerdocio, disponer á su libre antojo de los eclesiásticos y de sus bienes, conferir las dignidades espirituales y hacer más que el Papa en su propio reino, Bonifacio VIII, repito, resolvió hacer uso de remedios más eficaces. Cuando se trata de la observancia de los cánones y disposiciones eclesiásticas, el poder de los Papas, es absoluto y superior a todo. Pues bien, de esto se trataba precisamente en las cuestiones con Felipe el Hermoso. El Sumo Pontífice expidió en su consecuencia varias bulas, una de ellas dirigida á todos los arzobispos, obispos, cabildos y doctores de Francia, convocándolos para la celebración de un concilio en Roma con el objeto de acordar con ellos, que no podían ser sospechosos al rey, lo conveniente para la reforma del monarca y del reino, para la corrección de los desórdenes pasados y para el buen gobierno en el porvenir. Y como Felipe V tomaba por pretexto los privilegios apostólicos para pisotear los derechos de la Iglesia, el Sumo Pontífice expidió otra bula suspendiendo todos los privilegios, gracias y concesiones otorgadas por la Santa Sede á los reyes de Francia, y al propio tiempo dirigió al rey la célebre carta que empieza con estas palabras: Ausculta, fili carissime.»
He aquí cómo resume este documento el célebre historiador Fleury, poco sos- pechoso sin duda de parcialidad en favor de los Papas.
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Felipe el Hermoso y S.S. Bonifacio VIII

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Roma y sus enemigos.
Ataliano de Mora

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SAN SABINO, Obispo y Confesor


30 de diciembre del Año del Señor
SAN SABINO,
Obispo y Confesor

En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si os amáis unos a otros.
(Juan, 13, 35).

San Sabino, obispo de Asís, invitado a adorar una estatua de Júpiter, la tomó en sus manos y la arrojó al suelo, donde se hizo pedazos. el gobernador le hizo cortar las manos y lo condenó a morir en prisión perpetua. El juez a cuya guarda fuera confiado se convirtió al ver sus milagros y, a su vez, padeció el martirio poco después de la muerte de San Sabino.


ORACIÓN

Dios omnipotente, mirad nuestra flaqueza, ved cómo el peso de nuestras obras nos abruma, y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Sabino, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO

I. Se debe hacer al prójimo todo el bien que se pueda, asistirlo en sus necesidades materiales y espirituales. ¿Has cumplido durante este año este primer deber de la caridad cristiana? ¿Cómo has trabajado en la conversión de las almas, en la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales? ¿Cuántas ocasiones has perdido de acudir en ayuda de Jesucristo en la persona de tu prójimo? No te gloríes de amar a Dios si no amas a tu prójimo. Si alguien dice que ama a Dios y, al mismo tiempo, aborrece a su hermano, es un mentiroso. (San Juan).

II. Ten cuidado de no herir a tu prójimo con tus palabras o tus actos; el que ofende a su prójimo ofende a Jesucristo, porque lo que hicieres al menor de los hombres a Jesucristo mismo se lo haces. Ten buena opinión de los demás y juzga favorablemente sus acciones. ¿Has observado estos preceptos en el curso de este año? ¿Cuántas veces has desobedecido a tus superiores y dado motivo de descontento a tus iguales y a tus inferiores? ¿No tienes enemigos? Si los tienes, reconcíliate con ellos lo antes posible.

III. En una palabra, ¿has tratado a los otros como quisieras ser tratado tú mismo? Quieres ser estimado, alabado, honrado, quieres que se te perdonen tus faltas y que se hable bien de ti: ¿tienes para con los demás la caridad que exiges de ellos? Sé familiar con tus amigos, afable y equitativo para con todos. Dios permitirá que se te trate como tú hayas tratado a los demás, y Él mismo usará contigo la medida que tú hayas usado con tu prójimo. No hagas a otro la que no quisieras que se te haga a ti.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.


30 de Diciembre del Año del Señor.
SAN SABINO,
Obispo y Mártir
† hacia el año 303 en Spoleto, Italia

En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros. (Juan 13, 35)

+ En Roma, el triunfo de san Félix I, Papa y Mártir, que gobernó la iglesia en el imperio de Aureliano. Su fiesta se celebra el día 30 de Mayo.
+ En Espoleta, el triunfo de los santos Mártires Sabino, Obispo de Asís, Exuperancio y Marcelo, Diáconos, y Venustiano, Presidente, con su mujer e hijos, en tiempo del Emperador Maximiano. Marcelo y Exuperancio, suspendidos primero en el potro, luego cruelmente apaleados, por último con uñas aceradas rasgadas sus carnes y abrasados los costados, consumaron el martirio; Venustiano, no mucho después, juntamente con su mujer e hijos, fue pasado a cuchillo; y san Sabino, después de cortadas las manos y de prolongadas penalidades en una cárcel, fue azotado hasta expirar.
El martirio de estos Santos, aunque sucedió en diversos tiempos, se celebra, sin embargo, en un mismo día.
+ En Alejandría, los santos Mansueto, Severo, Apiano, Donato, Honorio y Compañeros Mártires.
+ En Salónica, santa Anisia, Mártir.
+ Allí mismo, san Anisio, Obispo de la misma ciudad.
+ En Milán, san Eugenio, Obispo y Confesor.
+ En Ravena, san Liberio, Obispo.
+ En Áquila de los Vestinos, san Rainerio, Obispo.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

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SERMÓN PARA EL DÍA DE NAVIDAD (V)


Beato Claudio de la Colombière

SERMÓN PARA EL DÍA DE NAVIDAD 



De modo que en lugar de la espesa oscuridad en la que estábamos antes del nacimiento del Mesías, me parece que aquí estamos con los Pastores de Belén todos rodeados de luz: Et claritas Dei circumfulsit illos. Claridades que consuelan al alma ferviente que las desea con ardor, pero que perturban a las almas tibias y lentas, que ya no podrán tener excusa ante la vista de esta luz que les revelará lo que no querrían para ver. Si Jesucristo se hubiera contentado con transmitirnos su doctrina en los libros, aparte de que los sentimientos habrían estado divididos sobre su moral, como lo están sobre los dogmas más claros del Evangelio, todavía estaríamos convencidos de que todo lo que este divino maestro nos habla acerca de la santidad es menos una meta que el hombre puede alcanzar que una idea brillante capaz de humillar su mente en la impotencia donde no puede alcanzarla: pero cuando vemos cada punto de esta santa doctrina, cada precepto sostenido por mil ejemplos, y ejemplos de un único Dios; cuando vemos a un Dios pobre, un Dios humillado, un Dios obediente, un Dios muriendo libremente en una cruz; verborum veritas splendet effectibus confirmata; entonces, dice el erudito Teodoreto, la verdad de las palabras evangélicas confirmadas por los hechos, se muestra a tanta luz que ya no podemos negarnos a su luz; nos vemos obligados a admitir que vemos claramente lo que se debe hacer, pero que no podemos decidirnos a hacerlo.


Todo lo que he dicho hasta ahora sobre el guía que el Cielo nos ha dado, mostrando que conoce los caminos que conducen a Dios, que los enseña con gran claridad y que camina por ellos delante de nosotros; todo esto muestra claramente que nuestra ignorancia ya no tiene un pretexto plausible: pero ¿no podría nuestra debilidad hacer inútiles todas estas ventajas? Las mismas luces que nos descubren el camino, al mismo tiempo nos hacen ver las dificultades. ¿No es esta visión capaz de aplastar el coraje de quienes tienen el mayor ardor por el bien? Así sería, cristianos oyentes, si no conociéramos el poder de Aquel que nos guía, y si no tuviéramos la seguridad de que Él nos sostendrá tanto con su ayuda como nos iluminará con sus consejos. Este debería ser el cuarto punto aquí; pero para no extendernos demasiado, basta señalaros que los maestros ordinarios sólo comunican sus luces a la mente, pero es Jesucristo quien difunde su fuerza en los corazones; que Él es la fuente, no sólo de la verdad, sino también de la gracia; que Él está, como dice San Juan, lleno de ambas, y que las presenta a ambas al mismo tiempo.

Por eso el Profeta, previendo el advenimiento del Hijo de Dios, después de haber dicho que los caminos torcidos serían enderezados, añade que los caminos ásperos se allanarán: para enseñarnos que debía descubrirnos los caminos de la salvación, y al mismo tiempo facilitárnoslos: Erunt prava in directa, et aspera in vias planas. Este nuevo guía, oyentes cristianos, no podría compararse mejor que con la columna de fuego que condujo al pueblo de Israel a la tierra prometida. Es cierto que ella lo guió por los desiertos espantosos y estériles, por países bárbaros y desconocidos, como para convertirlo en presa de los pueblos que los habitaban; pero al mismo tiempo esta nube celestial alivió todas las dificultades del pueblo escogido, se extendía durante el día por todo el campamento, para defenderlo del calor del sol: cada mañana derramaba maná para alimentarlos, encendía fuegos y rayos contra los que se oponían al paso de la amada nación. Aquí, señores, tenemos una figura perfecta del Redentor. Es una nube misteriosa que nos cubre de noche y de día; Él no sólo disipa las tinieblas de nuestra ignorancia, sino que nos sostiene en los trabajos que encontramos a su paso, nos nutre de dulzuras y consuelos celestiales, calma nuestras pasiones, pone en fuga a los demonios y nos da la victoria sin casi apenas pelea. Pax hominibus bonae voluntatis, los Ángeles cantan hoy sobre los montes de Belén; dirigen sus himnos a hombres que aspiran a la santidad y que arden del deseo de seguir a su nuevo Rey. No les invitan a protegerse contra las dificultades que surgen en la práctica de la virtud, a tomar las armas contra sus enemigos; al contrario, les anuncian la paz, les declaran que sólo se les exige buena voluntad: como si dijeran que Jesucristo hará todo lo demás; que no sólo tomará sobre sí el peso de nuestros crímenes, sino que Él mismo nos llevará sobre sus hombros; que sólo Él luchará, que Él superará todos los obstáculos, en una palabra que sólo nos quedará seguirlo y recoger el fruto de su victoria.


¡Alabada sea por siempre la bondad y el poder de nuestro Dios, que nos proporciona tan ventajosa condición! Para ser Santo, bastará, pues, con querer serlo: el mayor de todos los bienes, la mayor felicidad, la única felicidad de esta vida, sólo nos costará deseos. ¿Qué pensáis, almas tibias, vosotras que habéis languidecido durante tantos años en vuestras imperfecciones, y que no queréis dar un solo paso para acercaros a vuestro Dios? ¿Qué pretexto podéis utilizar para colorear vuestra languidez? Alegáis, con el paralítico del Evangelio, que os falta un hombre que os guíe o que os lleve hasta el término de donde queréis llegar. Hominem non habeo. Aquí está, este hombre que tiene una iluminación infalible para conocer la verdad, un celo ardiente para enseñarla, una caridad inalterable para conducir a ella, una fuerza invencible para sostener y ayudar a caminar por los senderos espinosos de la virtud: Dios, Él mismo se hizo hombre para proporcionaros todas estas ventajas. Ya no podéis ignorar lo que debéis hacer, el Evangelio habla con demasiada claridad y la vida de Jesucristo es un modelo demasiado visible. Ya no podéis disculpar vuestra debilidad: la gracia de Jesucristo es una ayuda demasiado poderosa para no dejarnos motivos para quejarnos de nuestra insuficiencia. No son las fuerzas las que se nos exigen; Dios conoce demasiado bien los dones que ha dado a sus criaturas para exigirles más de lo que les ha dado: sólo se nos pide una voluntad sincera, las fuerzas os vendrán de otra parte; y cuando vuestro deseo sea verdadero, Dios preferirá carecer de poder antes que a vosotros os falte ayuda.

Continuará...



SUJETO DEL MAGISTERIO INFALIBLE

Heinrich Joseph Dominicus Denzinger
Cardenal Diácono

SUJETO DEL MAGISTERIO INFALIBLE. 

1) El Papa es infalible, aun sin pedir el consentimiento de la Iglesia: 1325, c 1323 § 2; cf. m.

2) Los Concilios ecuméntcos unidos al Papa que los confirma: 164, 173, 212, 226 s, 250*, 768 s, 1723, c 222 § 2, c 227 s. Los cuales Concilios representan a toda la Iglesia: 270 ss, 349, 657 ss, 769 s, 999 s, 1085 s, y tienen por maestro al Espíritu Santo: 990 c 1322 s; por lo cual nunca erraron en materia de fe y costumbres: 1723. Forman el Concilio los obispos: 340, y otras personas según las normas del c 223. El Concilio no depende de la presencia de los príncipes: 331, 340.

3) La Iglesia dispersa por todo el orbe es infalible en la proposición de la doctrina de Cristo: 1683, 1792, c 1323 § 1. Los Concilios particulares y nacionales no son infalibles: 1593, 1736, c 1326; por consiguiente, no dan un juicio irrefragable en materia de fe y costumbres: 1511, 1593, 1736; los sínodos diocesanos no pueden juzgar acerca de los decretos de las sedes superiores: 1511. 

Cada obispo en particular, si bien no es infalible en su magisterio, es verdadero maestro y doctor de los fieles a él encomendados bajo la autoridad del Romano Pontífice: 1506, c 1326: no en cambio los presbíteros, aunque estén congregados en un sínodo: 1510 s; ni los seglares: 1936, 1958, 2006.


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CONSIENTEN Y AUTORIZAN EL MAL, EL ERROR Y EL VICIO


 P. José Fernández Montaña

Siempre hubo inteligencia perfecta entre los herejes y la revolución librepensadora. Ahí está la historia del protestantismo, del jansenismo y del filosofismo judaico, masón, francés, en los siglos XVII y XVIII. Consiste todo ello en que unos y otros, como profesores de mentiras y perversidad, consienten y autorizan el mal, el error y el vicio; porque todos quieren y piden leyes favorables al cisma y a la herejía; cosa que la verdadera Iglesia católica, donde ella predomina, jamás reclama; antes condena la tolerancia no necesaria a la vida de la verdad y al provecho común.


El syllabus de Pío IX
1905

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SANTO TOMÁS BECKET, Obispo y Mártir


29 de diciembre del Año del Señor
SANTO TOMÁS BECKET,
Obispo y Mártir

El que guarda los mandamientos
mora en Dios, y Dios en él.
(1 Juan, 3, 24).


Nacido en Londres en 1118, Santo Tomás Becket estudió en Oxford y en París. Llegó a ser canciller de Inglaterra bajo el reinado de Enrique II y después arzobispo de Cantorbery en 1162. Fue perseguido por el rey por haber defendido las inmunidades de la Iglesia y se retiró a Francia por espacio de siete años, alimentándose de legumbres, acostándose en el duro suelo y llevando siempre un cilicio. Intervino una reconciliación y Santo Tomás fue finalmente restablecido en su cargo; pero, cuatro semanas después de su vuelta a Inglaterra, fue asesinado al pie del altar, en 1170. Enrique II protestó no haber ordenado este crimen y fue descalzo a su tumba al año siguiente.


ORACIÓN

Dios, que habéis visto caer al glorioso pontífice Tomás bajo la espada de los impíos por la causa de vuestra Iglesia, haced, os lo conjuramos, que todos los que imploran su auxilio obtengan el efecto saludable de sus ruegos. Por J. C. N. S. Amén.


MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE DIOS

I. Meditemos en estos tres últimos días del año, acerca de nuestros deberes para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos. Has sido creado para amar a Dios sobre todas las cosas; éste es tu único quehacer, todo lo demás nada es. Dime, por favor, ¿qué has hecho durante este año? Examina tus acciones, tus pensamientos y tus palabras. De días pasados, de tantas horas transcurridas, ¿cuántas has consagrado al servicio de Dios? ¡Oh gran Dios! ¡Vos queréis hacerme dichoso eternamente, y yo rehúso serviros durante los pocos momentos que me quedan de vida!

II. ¿Qué has hecho contra Dios? ¿Cuántas veces has desobedecido a sus mandamientos y rechazado sus inspiraciones? ¿Cuántas veces has abusado gracias y profanado sus sacramentos? Interroga a tu conciencia, y di con David: "Contra Vos solo, Dios mío, he pecado". He guardado las apariencias, he querido contentar a los hombres con una devoción de puro alarde, pero no he podido con ello contentar a Dios que ve hasta el fondo de mi alma. He pecado contra Vos solo y he hecho el mal en vuestra presencia. (El Salmista).

III. ¡Cuántas cosas pudiste hacer por Dios y no hiciste! Y sin embargo, ¿pudo acaso Dios hacer por ti más de lo que hizo? Pongamos, pues, manos a la obra, demos al Señor el resto de nuestra vida. Bastante hemos trabajado para nuestro cuerpo y para la tierra, hagamos algo para nuestra alma y para el cielo. Hemos dado un año a nuestro cuerpo, demos algunos días a nuestra alma; vivamos un poco para Dios, después haber vivido tanto para el siglo. (San Pedro Crisólogo).

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.


29 de Diciembre del Año del Señor.
SANTO TOMÁS
BECKET
Obispo y Mártir
n. 21 de diciembre de 1118 en Londres, Inglaterra;
† asesinado el 29 de diciembre de 1170 en la Catedral de Cantorbery, Inglaterra

Patrono del clero.

El que guarda los mandamientos mora en Dios, y Dios en él.
(1 Juan 3, 24)

+ En Cantórbery de Inglaterra, el triunfo de santo Tomás, Obispo y Mártir, el cual, por defender la justicia y la inmunidad eclesiástica, acuchillado en su Basílica, por la facción de unos hombres impíos, Mártir, fue a unirse con Cristo.
+ En Jerusalén, el santo Rey Profeta David.
+ En Arles de Francia, el tránsito de san Trófimo, de quien habla san Pablo escribiendo a Timoteo. Ordenado Obispo por el mismo Apóstol, fue el primer enviado a predicar el Evangelio de Cristo en aquella ciudad, y de su predicación, según escribe san Zósimo Papa, como de una fuente, corrieron para toda Francia raudales de fe.
+ En Roma, los Santos Mártires Calixto, Félix y Bonifacio.
+ En África, el suplicio de los santos Mártires Domingo, Víctor, Primiano, Livoso, Saturnino, Crescencio, Segundo y Honorato.
+ En Constantinopla, san Marcelo, Abad.
+ En la aldea de Hièmes en Francia, san Ebrulfo, Abad y Confesor, en tiempo del Rey Childeberto.
+ En Viena de Francia, la Conmemoración de san Crescente, Obispo y Mártir, que fue discípulo del Apóstol san Pablo y primer Obispo de aquella ciudad. Su muerte se celebra el día 27 de Junio.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

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EN LUGAR DE PROVOCAR LA VENGANZA DIVINA MEDIANTE UNA USURPACIÓN IMPRUDENTE Y NO AUTORIZADA DE SU SACERDOCIO

John MacHale
Arzobispo de Tuam

Esta sucesión es visible para todos los ojos. No puede ser más erróneo que la sucesión visible de reyes hereditarios; y las promesas de Cristo nos protegen suficientemente contra cualquier temor de su fracaso. Por lo tanto, cualquier individuo que no se encuentre colocado en la línea de sucesión hereditaria no puede ser considerado depositario legítimo del sacerdocio de Cristo. Y por lo tanto, aquellos que, en todas las épocas, se han introducido en el santuario sin ninguna evidencia antigua de su delegación, han sido tratados como usurpadores. En vano individuos tan arrogantes alegrarán la corrupción de la Iglesia de Cristo, para colorear con el argumento de necesidad su propia usurpación. Generalmente confunden su ansia de dominio con el celo por la casa de Dios. Si Cristo hubiera previsto el fracaso de su Iglesia, debemos suponer que, en su sabiduría, nos habría dado instrucciones para repararlo. Su silencio sobre una cuestión tan interesante es una prueba de que los escrúpulos que algunos tienen sobre su corrupción son vanos; y que los temores por su estabilidad son imaginarios. El sacerdocio es un oficio de institución divina, que Cristo ha confiado celosamente a una orden de hombres que derivan de él su autoridad hereditaria. Por lo tanto, no debemos escuchar a nadie que se atreva a cuestionar su poder, a menos que, como los propios apóstoles, hayan demostrado la verdad de su comisión mediante la realización de maravillas similares. Por lo tanto, si alguno se deja engañar por las engañosas invectivas de los sectarios contra la corrupción del ministerio apostólico, debe ser víctima voluntaria del error; ya que la comisión divina de nuestro Redentor, que él nunca ha recordado todavía, es una promesa permanente de su indefectibilidad. Si "la ley que nada lleva a la perfección" no fuera anulada sino por la presencia del Legislador Supremo; si un "santuario mundano" requería la ayuda de un artista divino para reformarlo; y si el "tabernáculo que fue santificado sólo por la aspersión de la sangre de machos cabríos y de bueyes", no pudo ser removido por mano mortal, ¿no deben ser culpables de audacia sacrílega quienes intentan infringir el precepto de no inmiscuirse en su sacerdocio? ¿De los cuales no se puede cambiar ni un ápice, hasta que pasen el cielo y la tierra? quien, como Oza, imaginando que el arca, "no hecha a mano ni de esta creación" amenaza con caer, corre presuntuosamente a sostenerla; y que pretenden que la Iglesia sin mancha ni arruga, contra la cual "no deben prevalecer las puertas del infierno", por fin se había hundido en la marea de la corrupción. Si, en resumen, un tabernáculo temporal requería la inmediata interposición del divino Arquitecto, quien debía sustituirlo por uno más perfecto; No podemos imaginar que sería menos celoso al prohibir a cualquier criatura humana rehacer el trabajo más noble de sus propias manos. Por lo tanto, si necesitara reparaciones, deberíamos, incluso según algunos protestantes, esperar hasta que él mismo la reparara; y, en tales circunstancias, imitar a los desamparados hijos de Israel, elevando fervientes oraciones por la restauración de nuestra religión, en lugar de provocar la venganza divina mediante una usurpación imprudente y no autorizada de su sacerdocio.


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S.S.Pío XII
Vacantis Apostolicae Sedis
"Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus"

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“Durante el tiempo de la vacante, la Iglesia permanece firmemente establecida, que es fruto del ejercicio del primado. [...] Durante el tiempo del asiento vacante, la Iglesia y su unidad permanecen firmemente en su lugar con el ejercicio preexistente del primado, así como la ley y providencia actual de Cristo, que prohíbe la transformación de la monarquía en gobierno colegiado o la disolución de la una Iglesia en varias autocéfalias. [...] Extraída de la influencia dinámica del papado, más pronto que tarde se convierte fatalmente en desintegración y división, ya sea en el protestantismo quebrado o en la desintegración del autocefalismo nacional en el orientalismo.”

DE ECCLESIA CHRISTI
TIMOTHEUS ZAPELENA SJ
Página 337


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EL DEÍSTA THOMAS CHUBB, LA LUMEN GENTIUM Y WOJTYLA


Thomas Chubb
Deísta 

"Pasar del Mahometismo al Cristianismo, o del Cristianismo al Mahometismo, es únicamente abandonar una forma exterior de Religión por otra forma exterior"

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Lumen gentium Montiniana:

"Sed propositum salutis et eos amplectitur, qui Creatorem agnoscunt, inter quos imprimis Musulmanos, qui fidem Abrahae se tenere profitentes, nobiscum Deum adorant unicum, misericordem, homines die novissimo iudicaturum."

Catecismo Wojtyliano:

841 Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes. "El designio de salvación comprende también a los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo" (LG 16; cf. NA 3).

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Relacionado:
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SERMÓN PARA EL DÍA DE NAVIDAD (IV)


Beato Claudio de la Colombière

SERMÓN PARA EL DÍA DE NAVIDAD 


TERCER PUNTO

El profeta Isaías, hablando de la encarnación del Verbo eterno, hace esperar al pueblo elegido un Maestro al que podrá ver con sus propios ojos; Erunt oculi tui videntes praeceptorem tuum. Podría decir aún más, oyentes cristianos; podría prometerles que este maestro visible les daría incluso lecciones visibles; que no se revestiría solamente de su carne, sino que encarnaría además, si se me permite hablar así, sus preceptos y sus máximas, representándolos en él mismo, expresando en acciones todo
lo que él había hecho entender a través de sus palabras. Era necesario, señores, que nuestro Redentor lo hiciera de esta manera, para prevenir todas las dudas, para anticipar todas las preocupaciones de los hombres de buena voluntad. Si se hubiera contentado con darles de boca o en libros sagrados reglas de perfección; por muy inteligibles que hubieran sido estas reglas, las interpretaciones podrían haberlas oscurecido; se les podría haber dado significados diferentes; y por temor a ser engañados, tal vez las hubiésemos descuidado.  Pero con Jesucristo mismo practicando lo que enseña, caminando delante de nosotros por el camino que nos mostró, ¿qué lugar puede haber para la duda y la irresolución? Aunque la estrella que se apareció a los Magos en Oriente, les habría hecho entender por su ubicación en qué país debían buscar al Mesías, como observó San Juan Crisóstomo; aunque los Doctores de Jerusalén les habían señalado precisamente que Belén era el lugar de su nacimiento, todavía caminaban en una especie de oscuridad y experimentaban incertidumbres: pero tan pronto como esta misma estrella que los había llevado a ponerse en camino se les volvió a aparecer en su ruta, y comenzó a precederlos paso a paso, proporcionando su rumbo a sus fuerzas, o más bien a sus debilidades; entonces todas sus inquietudes se disiparon y completaron su camino con una alegría que la Escritura parece incapaz de expresar con suficiente energía: Gavisi sunt gaudio magno valde.

Esto, oyentes cristianos, es lo que les sucede a las almas santas que buscan a Dios en la sencillez de su corazón. Se sienten emocionadas por las palabras de Jesucristo y por las instrucciones que les dio: los guías eruditos que encuentran en su camino sirven para enderezarlas y tranquilizarlas en las perplejidades que les sobrevienen: pero si Jesucristo, que las inició, este camino, se presenta y marca cada uno de sus pasos con su ejemplo, ¿qué podrá perturbarlas o preocuparlas?

Él lo hizo, oyentes cristianos, con increíble bondad y caridad. Nos dijo varias veces que teníamos que pasar por tribulaciones y adversidades para ir a nuestro Padre; esa pobreza, el desprecio del mundo, el odio de uno mismo, el amor a nuestros enemigos, eran los caminos que conducían al perfecto amor de Dios: pero estos caminos no se contentó con mostrarnos desde lejos, y decirnos, como se lo decía a los judíos: Haec est vía; deambular en ea, y non decadetis ad dexteram neque ad sinistram: Esta es la vía; entrad en ella, y no os desviéis ni a derecha ni a izquierda. Jesucristo hace más, en todas partes nos invita a seguirlo. Venite post me... Veni et sequere me... Qui mihi ministrat, me sequatur: Venid en pos de mí; no os dejo a vuestra propia conducta, quiero marcar cada uno de vuestros pasos: seguidme, no podéis extraviaros siguiendo mis huellas.


De hecho, expresó tan bien en su conducta todas las máximas de su moral que todo lo que los evangelistas se preocuparon de comunicarnos se nos ha vuelto de algún modo inútil. No, señores, no necesitamos estudiar las palabras del Salvador del mundo, que quizás no entendamos; ni consultar a los Doctores, que en sus interpretaciones no siempre están de acuerdo con el texto, ni entre ellos, ni muchas veces consigo mismos. ¿Queréis convertiros en santos? Respice, et fac secundum exemplar quod tibi monstratum est: Poned vuestros ojos en Jesucristo, y en los ejemplos que os da: ved a este Dios humillado en la pobreza de un establo; esta sabiduría silenciosa, reducida a la sencillez de un niño; esta majestad oscurecida y como aniquilada en pañales. Buscáis libros, consultáis a los Padres de la vida espiritual, para aprender a perfeccionaros en la virtud: ¿estáis esperando entonces que os muestren nuevos caminos? ¿Os faltan ojos para seguir a Jesucristo en los que Él siguió? ¿No sabéis que de los treinta y tres años que vivió en la tierra, treinta los pasó en la oscuridad de una casa pobre, siendo Él mismo desconocido para todo el universo? ¿Que durante todo este tiempo no tuvo más testigo de su admirable santidad que los Ángeles, ninguna voluntad más que la de José y María, ninguna virtud producida exteriormente, excepto la obediencia, la mansedumbre y la humildad? No me refiero a su vida pública, donde la modestia y el desinterés siempre han sido el carácter de su celo; donde parecía tan reservado al juzgar, al condenar incluso a los más grandes pecadores; donde su placer era hacer el bien, y su estudio el rechazar la gloria que le correspondía; donde el ayuno, la oración y la soledad encontraron su lugar en medio de las mayores ocupaciones. Aún no es tiempo de imaginarlo sufriendo y muriendo en una cruz; basta decir que cuando todos los libros se pierdan, todas las luces se apaguen, mientras todavía tengamos un crucifijo, no nos faltará nada de lo necesario para adquirir la más alta perfección. Christus passus est pro nobis, vobis relinquens exemplum, ut sequamini vestigia ejus, dice San Pedro: Almas cristianas, Jesucristo os dejó ejemplo en su pasión y en su muerte; os dejó un modelo universal: seas quien seas, en cualquier estado en que te encuentres, por cualquier camino que le plazca a Dios llamarte a su servicio; lo encontraréis en el Calvario, y sobre este camino los restos del hijo de Dios profundamente impresos y marcados con su propia sangre.

Continuará...