VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

NO TIENEN OTRO REMEDIO QUE ESCOGER AL PAPA O A LOS OBISPOS


Abbé J. Moulard
Revue catholique


La monarquía eclesiástica no está, pues, ponderada por el episcopado en el sentido de que la soberanía estuviese repartida entre el Papa y los obispos. La soberanía, propiamente dicha, radica solamente en el obispo de Roma; es una, indivisible y universal. 

[...]La ponderación de la monarquía imaginada por los galicanos, es, pues, subversiva de la primacía papal, tal como la estableció Jesucristo. Por otra parte, la intervención aristocrática tal como la defiende el obispo de Sura, es decir, la necesidad del concurso de los dos elementos, monárquico y aristocrático para constituir la suprema autoridad en la Iglesia, es una verdadera imposibilidad, es un absurdo. 

Para demostrarlo, basta imaginar la hipótesis posible de la división del Papa y de los obispos sobre una cuestión administrativa. Decimos sobre una cuestión administrativa porque, en materia de doctrina, la hipótesis presenta dificultades especiales en las cuales es inútil entrar. 

Supongamos, pues, que sobre una cuestión de disciplina el Papa se separa de los obispos, qué sucedería? Necesariamente, una de estas tres cosas: predominará la autoridad del Papa, se impondrá la de los obispos o se equilibrarán las dos autoridades. En el primer caso prevalecerá el principio de la monarquía simple; en el segundo, prevalecerá la de la aristocracia pura; en el tercero la soberanía quedará destruída, pero en ningún caso habrá el concurso de los dos elementos.

Muchos autores galicanos antiguos previeron la suposición que acabamos de hacer; no niegan su posibilidad y, en este caso, no dudan que debería ser reconocida la superioridad del episcopado o del concilio ecuménico. Se dice que Mons. Maret, en el artículo II de la declaración de 1682 no quiso llegar hasta ese punto; él sostiene que el concurso de los dos elementos siempre es necesario para constituir la soberanía, de manera que el episcopado sin el papado jamás puedan representar a la Iglesia Universal. Mas, como acabamos de ver, esta posición soslayada es insostenible. En este caso, los galicanos no tienen otro remedio que escoger al Papa o a los obispos, y si no, ya que no aceptan el ultramontanismo, deben admitir la posibilidad de un concilio ecuménico sin el Papa y a pesar del Papa: lo cual es una doctrina, no solamente en manifiesta oposición con la tradición constante, sino un gran absurdo. Porque absurdo es, en verdad, sostener que el soberano Pontífice, que aisladamente es superior a cada obispo, es inferior a todos los obispos reunidos; que el jefe de cada iglesia separada no es más que un miem- bro de la iglesia colectiva. ¡Tanto valdría decir que los cimientos de un edificio soportan y sostienen cada una de las piedras del mismo, pero que el conjunto de ellas soporta y sostiene a los cimientos, que en el cuerpo humano la cabeza dirige a cada miembro, pero que su conjunto dirige a la cabeza!



Repertorio Universal del Predicador
Tomo XVIII

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