VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

DEMOCRÁTICO RECLUTAMIENTO DE LA MAYOR Y MÁS SUBLIME DE LAS MONARQUÍAS


¿No se podrá decir que los hijos del pueblo, muchas veces elevados al episcopado, han llegado a sentarse en la soberana silla de Pedro sucediendo a los más grandes príncipes de la tierra, puesto que fueron designados en la elección de la Iglesia por su santidad y su talento? 

 Jacques Monsabré
Primera conferencia de la Cuaresma de 1882

Los pastores de ganado, los hijos de labradores y de obreros, en una palabra, los más obscuros hijos del pueblo pueden suceder a los hijos de los príncipes; el hijo del zapatero remendón Pantaleón, cuyo puesto ocupa hoy una iglesia francesa, Urbano IV, sucedió al conde de Segni y de Marsi, Alejandro IV; el labrador Nicolás Boccasini, Benito XI, al descendiente de los Gaetani, Bonifacio VIII; el obscuro holandés Florent, Adriano VI, al ilustre Médicis, León X; el porquero Peretti, Sixto V, a Gregorio XIII, de la familia de los Buoncompagni.



R. Beringer
Repertorio universal del predicador

Los mismos libertos de la esclavitud - Pío I y Calixto I durante los siglos segundo y tercero son un ejemplo de ello elevados hasta el pontificado supremo, constituyen una prueba de que el Espíritu Santo escoge de donde le conviene a los jefes de la Iglesia.

Y sin necesidad de ir a buscar tan lejos en la historia estos ejem- plos de reclutamiento democrático practicado por la más antigua y la más noble de las monarquías, ¿no hemos visto al hijo de un sencillo posadero de Riesa ascender al trono pontificial y suceder bajo el venerado nombre de Pío X, al conde Pecci, León XIII?

Así que el Papa está nombrado, cuando el Espíritu Santo, inspirando a los miembros del Sacro Colegio reunidos en Cónclave han designado, por su intervención, al que desde entonces ha de ser el jefe de la Iglesia, él, al mismo tiempo, le confiere la suprema autoridad.

En este momento, según costumbre tradicional, los baldaquines que cubren los sillones de los cardenales, caen, sólo queda en su lugar el que cubre el asiento del nuevo elegido. Ese sillón queda convertido súbitamente en trono, la silla de Pedro. 

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