Presidente de las Cortes Españolas
16 de marzo de 1943-29 de septiembre de 1965
BILBAO, siendo ministro de Justicia, decía en el Congreso Mariano Nacional de Zaragoza, el año 1940: «Hablar de España es hablar de María... Un monarca visigodo establecía su fiesta con carácter nacional. Wamba era el defensor de su Concepción Inmaculada; antes los Padres de Toledo. La reconquista fue una epopeya movida por su nombre. Por él luchó Fernando III, escribió el Sabio sus Cantigas... Los reyes aragoneses D. Juan y D. Martín castigaban a un inquisidor por dudar de La Inmaculada. Cuando España atravesó los mares y fundó su imperio, aquella aventura iba enderezada a la con- quista de las almas, para redimirlas ante María. La primera Orden de la Inmaculada la fundó con su patrimonio la Reina Católica, ofreciéndoselo a Beatriz de Silva. Cisneros funda su Cofradía, cuyo hermano mayor era Carlos V; y éste emperador puso en Ella su confianza, porque «quien triunfó del demonio, mejor podía triunfar de los enemigos del Rey.» Devotísimo de María fué Felipe II. Siervo de María se proclamó Felipe III, y acudió a Paulo IV para establecer la fiesta de la Inmaculada. Urgió de nuevo Carlos II; acrecentó sus súplicas Felipe V ante Clemente XII. Carlos III, a pesar de las manchas religiosas de su reinado, solicitó de Clemente XIII, que la Inmaculada fuese declarada Patrona de las Españas. La historia de España es un favor contínuo de María.»
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