YA NO TENÍA AUTORIDAD, POR HABERLO ABANDONADO LOS LEGADOS DEL PAPA EUGENIO IV

S.S. Eugenio IV

El Concilio de Basilea. 

Se convocó el año 1431 y a él acudieron los más eminentes teólogos de la cristiandad. Como entonces se discutía mucho acerca de la Concepción Inmaculada de María, deseaban todos aprovechar aquella ocasión para dar una definición dogmática.

Durante dos años lucharon en el Concilio, en contra de este privilegio de María, los Padres Fray Juan de Montenegro y Fray Juan de Torquemada, dominicos. Del privilegio de la Concepción Inmaculada fueron sus más brillantes panegiristas el franciscano Fray Pedro de Perqueri, provincial de Aquitania, y el segoviano Juan de Contreras, como teólogo del rey D. Juan II de Castilla. Al fin de los dos años se dió un decreto dogmático-disciplinar, diciendo: «Habiendo examinado diligentemente las autoridades y razones que... han sido alegadas... definimos y declaramos, que la doctrina que enseña que la gloriosa Virgen María Madre de Dios, por un efecto especial de la gracia divina preveniente y operante, jamás estuvo actualmente sometida al pecado original y actual, es una doctrina piadosa, conforme al culto eclesiástico, a la fe católica, a la recta razón y a las Sagradas Escrituras, y que ha de ser aprobada por todos los católicos... Establecemos y ordenamos que la misma fiesta en el susodicho día se celebre con solemnidad, bajo el título de Concepción, en todas las iglesias, monasterios y conventos de la Religión Católica.» 

Desgraciadamente, cuando se dió este decreto el Concilio ya no tenía autoridad, por haberlo abandonado los legados del Papa Eugenio IV, a consecuencia de graves desavenencias entre el Concilio y la Santa Sede, pero no dejó de influir en muchas partes en donde durante algún tiempo fué reconocido como legítimo.

*** *** ***

LECCIONES MARIANAS

P.Ramón J. de Muñana

***