11 de diciembre del Año del Señor
SAN DÁMASO,
Papa y Confesor
Cualquiera que mirare a una mujer con mal deseo
ya adulteró en su corazón.
(Mateo 5, 28).
San Dámaso I, de origen español, siguió al Papa Liberio al exilio y le sucedió en el año 366. Su talento y su celo por la pureza de la doctrina y el esplendor del culto han hecho que el Concilio de Calcedonia lo llamase ornamento y gloria de Roma. Reunió cuatro concilios en esta ciudad y uno en Aquilea, para combatir las herejías. Edificó dos basílicas, una junto al teatro de Pompeyo, San Lorenzo in Dámaso; la otra en la vía Ardeatina, junto a las catacumbas. Adornó con epitafios en verso las tumbas de los mártires, introdujo la costumbre de añadir el Gloria Patri al final de los salmos y movió a San Jerónimo a corregir el Nuevo Testamento sobre el texto griego. Murió casi octogenario en el año 384, y fue enterrado con su madre y su hermana en la basílica de la vía Ardeatina.
ORACIÓN
Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con constante protección por vuestro bienaventurado Sumo Pontífice Dámaso, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN
SOBRE LOS MALOS
PENSAMIENTOS
I. Hay tres clases de pensamientos que debemos rechazar, que hasta deberíamos prevenir. Los primeros son las distracciones en nuestra oración; nos arrebatan todo el fruto de nuestras plegarias, y, a menudo, nos hacen cometer nuevos pecados en el momento en que deberíamos obtener el perdón de nuestras faltas pasadas. Para ahuyentar estos pensamientos importunos, haz con frecuencia actos de fe; piensa que Dios te ve, que oye tus ruegos y que castigará tu negligencia al no desechar esas distracciones.
II. Los pensamientos contra la castidad son mucho más peligrosos todavía: fácil es complacerse en ellos, detenerse en ellos voluntariamente y cometer en un instante grandísimos pecados. Así, vigila, rechaza esos pensamientos poniendo la atención de tu espíritu en otra cosa, ocupándolo con pensamientos graves tales como los de la muerte, del infierno y del juicio. ¿Quieres verte libre de esta clase de tentaciones? Vigila tus sentidos: tus ojos y tus oídos son las puertas que les dan acceso a tu alma.
III. El demonio te sugiere, a veces, dudas contra la fe: esas dudas son peligrosas, sobre todo en la hora de la muerte. Las vencerás con la humildad y la oración; desconfía, pues, de tus propias fuerzas e implora el socorro del Cielo. La fe es un don de Dios: Aquél que te la dio te la conservará, siempre que recurras a Él. Si con todo esos pensamientos continuaran importunándote, haz actos de fe. Cuanto más te cueste penetrar las verdades de la salvación, más debes reverenciarlas y admirarlas. (San Eusebio).
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
De origen español, probablemente nacido en tierras de Tarragona, fué a Roma donde obtuvo la confianza del Papa Liberio. Después de elegido, un partido de descontentos le opuso el antipapa Ursicino o Ursino; Dámaso tuvo que recurrir a la fuerza para no ser destronado por su rival, quien, después de haber suscitado dos sangrientos motines, fué desterrado por el emperador Valentiniano. Apenas se hubo afirmado en el poder, el Papa reunió diversos concilios, debiéndose notar uno celebrado en el año 381 en el que tomaron parte San Ambrosio, San Epifanio y San Jerónimo. Dámaso encargó a este último la revisión de la traducción latina de las Sagradas Escrituras llamada Itala, de la que derivó la Vulgata. Tomó gran parte en la redacción del canon de las Escrituras, publicado más tarde por el Papa Gelasio I. La firmeza de sus convicciones religiosas le valieron el sobrenombre de Diamante de la fe, que le fué conferido por el concilio ecuménico de Constantinopla (381-382) convocado por Teodosio el Grande contra los macedonios y otros herejes. A pesar de que no había sido convocado por el Papa, éste les confirmó los cánones, excepto el tercero, lesivo de los derechos de la Iglesia de Roma. Este concilio es el segundo en el orden de los ecuménicos. Devoto de los mártires, Dámaso hizo ejecutar importantes trabajos en las catacumbas, donde descubrió numerosos sepulcros para los que compuso epitafios en versos latinos. Escribió un poema sobre la Virginidad que se extravió. En la Edad Media se le atribuyó un Liber pontificalis que resultó ser apócrifo. Quedan solamente de él algunas cartas.
Durante el pontificado de este Papa surgió en España la herejía priscilianista, que fué condenada por el concilio reunido en Zaragoza el año 380.
SAN DÁMASO I
Papa y Confesor
n. hacia el año 306 en Roma;
† 11 de diciembre del año 384 en Roma
Patrono de los arqueólogos.
Cualquiera que mirare a una mujer con mal deseo ya adulteró en su corazón. (Mateo 5, 28)
+ En Roma, San Dámaso I, Papa y Confesor, que condenó al heresiarca Apolinar, y restituyó del destierro a su sede a Pedro, Obispo de Alejandría; halló también muchos cuerpos de santos Mártires, y honró sus sepulcros con epitafios en verso.
+ En Roma igualmente, el suplicio de san Trasón, el cual, por sustentar con sus bienes a los Cristianos que trabajaban en las termas, y se veían abrumados con otras obras públicas o encarcelados, fue preso por orden de Maximiano; y juntamente con otros dos, llamados Ponciano y Pretextato, coronado del martirio.
+ En Amiens de Francia, los santos Mártires Victórico y Fusciano, en tiempo del mismo Emperador; a los cuales el Presidente Ricciovaro mandó atravesar con anillos de hierro las narices y las orejas, taladrar las sienes con clavos candentes, después arrancarles los ojos, y a poco asaetearles los cuerpos, y de esta suerte, decapitándolos junto con san Genciano su huésped, pasaron al Señor.
+ En Persia, san Bársabas, Mártir.
+ En España, san Eutiquio, Mártir.
+ En Plasencia, san Sabino, Obispo, esclarecido en milagros.
+ En Constantinopla, san Daniel Estilita.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
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