Providentissima Mater Ecclesia
PROMULGACIÓN DEL NUEVO CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO
La providentísima Madre Iglesia, constituida por su Fundador Cristo de tal manera que estuviera provista de todas las notas que convienen a cualquier sociedad perfecta, desde sus mismos inicios, cuando, obedeciendo al mandato del Señor, comenzó a enseñar y regir a todas las gentes, emprendió ya entonces la tarea de moderar y tutelar con leyes la disciplina de los varones del orden sagrado y de la grey cristiana.
Con el paso del tiempo, y especialmente cuando se liberó y se propagó más ampliamente por doquier con un crecimiento cada día mayor, nunca cesó de desarrollar y explicar su derecho propio y nativo de dictar leyes, mediante una múltiple y variada colección de decretos, promulgada por los Romanos Pontífices y los Sínodos Ecuménicos, según la situación y el tiempo.
Con estas leyes y preceptos no solo consultó sabiamente al régimen del clero y del pueblo cristiano, sino que también, como atestigua la historia, promovió maravillosamente la utilidad misma de la cosa pública y la civilización. Y es que la Iglesia no solo se preocupó de abrogar las leyes de las naciones bárbaras e informar a la humanidad sus costumbres feroces, sino que también el mismo Derecho Romano, insigne monumento de la antigua sabiduría, que con razón fue llamado "la razón escrita", apoyada en el auxilio de la luz divina, lo atemperó, corrigió y perfeccionó cristianamente, de tal modo que, instituido de manera más recta y pulido en todas partes el modo de vida privado y público, preparó una materia bastante amplia para la promulgación de leyes tanto en la Edad Media como en la más reciente.
Sin embargo, como sabiamente advirtió nuestro predecesor de feliz memoria, Pío X, en el Motu Proprio «Arduum sane», publicado el día 17 de marzo de 1904 (d. XVI Kal. Apr. a. MCMIV), cambiadas las condiciones de los tiempos y las necesidades de los hombres, como es propio de la naturaleza de las cosas, el derecho canónico no parecía ya alcanzar plenamente su fin.
En el transcurso de los siglos, habían surgido muchísimas leyes, algunas de las cuales fueron abrogadas por la suprema autoridad de la Iglesia o quedaron obsoletas por sí mismas; otras, en cambio, se habían vuelto difíciles de aplicar debido a las condiciones de los tiempos, o resultaron menos útiles o menos oportunas en la actualidad para el bien común de todos. A esto se añade también que las leyes canónicas habían crecido tanto en número y vagaban tan desunidas y dispersas, que pasaban inadvertidas incluso para muchísimos expertos, por no hablar de la gente común.
Por estas razones, el mismo predecesor nuestro de feliz memoria, tan pronto como asumió el Pontificado, considerando cuán útil sería para restaurar y afianzar la disciplina eclesiástica, remediar diligentemente aquellas graves deficiencias que hemos narrado, concibió el plan de recoger en una sola obra todas las leyes de la Iglesia, publicadas hasta estos tiempos, ordenadas con claridad; eliminando de ellas las que ya estuvieran abrogadas u obsoletas; acomodando otras, donde fuera necesario, de manera más oportuna a nuestras costumbres presentes; e incluso constituyendo otras nuevas, si en algún momento pareciera necesario o conveniente.
Emprendió ciertamente una tarea muy ardua y, después de una madura deliberación, juzgando que era absolutamente necesario consultar sobre este mismo asunto a los Sagrados Prelados a quienes el Espíritu Santo puso para regir la Iglesia de Dios, y conocer plenamente sus opiniones, lo primero de todo se preocupó y quiso que el Cardenal de los Asuntos Públicos de la Iglesia enviara cartas a los Venerables Hermanos (Vv. FF.) Arzobispos individuales del Orbe Católico, y les encargara que: «Oídos sus Obispos Sufragáneos y otros Ordinarios que debieran asistir al Sínodo Provincial, informaran cuanto antes a esta Santa Sede, en pocas palabras, si el derecho canónico vigente, a su juicio y al de ellos, necesitaba alguna mutación o enmienda en particular, y cuáles serían estas».
Después, habiendo llamado al consorcio de los trabajos a muchísimos hombres muy expertos en la disciplina de los cánones, tanto de la Urbe (Roma) como de varias naciones, dio el mandato a nuestro dilecto hijo Pietro Cardenal Gasparri de la Santa Romana Iglesia (S. R. E.), entonces Arzobispo de Cesarea, para que dirigiera, perfeccionara y, si fuese necesario, supliera el trabajo de los Consultores.
Luego constituyó un Colegio, o, como dicen, la Comisión de los Cardenales de la S. R. E., y cooptó (incorporó) en ella a los Cardenales Dominico Ferrata, Casimiro Gennari, Beniamino Cavicchioni, José Calasancio Vives y Tutó, y Felice Cavagnis, quienes, por referencia de nuestro mismo dilecto hijo Pietro Cardenal Gasparri, examinarían diligentemente los cánones preparados y, según su juicio, los modificarían, enmendarían y pulirían.
Dado que estos cinco Varones fallecieron uno tras otro, fueron sustituidos en su lugar nuestros dilectos hijos Cardenales de la S. R. E. Vincenzo Vannutelli, Gaetano De Lai, Sebastiano Martinelli, Basilio Pompili, Gaetano Bisleti, Guglielmo van Rossum, Filippo Giustini y Michele Lega, quienes cumplieron de manera excelente el encargo que se les había encomendado.
Finalmente, buscando de nuevo la prudencia y la autoridad de todos nuestros venerables Hermanos en el Episcopado, mandó que se enviaran ejemplares individuales del nuevo Código ya compilado y preparado, antes de que fuera promulgado, tanto a ellos como a todos los Prelados de las Órdenes Regulares que suelen ser legítimamente convocados al Concilio Ecuménico, para que cada uno libremente manifestase sus observaciones sobre los cánones preparados.
Pero, habiendo fallecido entretanto nuestro Predecesor de inmortal memoria, lamentado por todo el Orbe Católico, nos sucedió a Nosotros, al asumir el Pontificado por secreto designio de Dios, recibir con el debido honor los sufragios así recogidos de todas partes por la Iglesia que enseña junto a Nosotros. Entonces, por fin, reconocimos, aprobamos y ratificamos en todas sus partes el nuevo Código de todo el derecho canónico, largamente solicitado por muchos Sagrados Prelados ya en el mismo Concilio Vaticano, e iniciado hace doce años sólidos.
Así pues, invocado el auxilio de la gracia divina, confiados en la autoridad de los Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo, motu proprio, con conocimiento cierto y en la plenitud de la Potestad Apostólica con que hemos sido investidos, mediante esta Nuestra Constitución, que queremos que tenga perpetua validez, promulgamos el presente Código tal como ha sido compilado, y decretamos y mandamos que a partir de ahora tenga fuerza de ley para toda la Iglesia, y os lo entregamos para que lo guardéis y observéis con vigilancia.
Para que todos aquellos a quienes concierne puedan tener conocimiento claro de las prescripciones de este Código antes de que sean puestas en vigor, declaramos y mandamos que no comenzarán a tener fuerza obligatoria sino a partir del día de Pentecostés del año próximo, es decir, del día diecinueve del mes de mayo del año mil novecientos dieciocho.
No obstando cualesquiera ordenaciones, constituciones, privilegios, incluso dignos de mención especial e individual, así como costumbres, incluso inmemoriales, y cualesquiera otras cosas contrarias.
Por tanto, a ningún hombre le sea lícito infringir esta página de Nuestra constitución, ordenación, limitación, supresión, derogación y voluntad expresa de modo alguno, o contrariarla con audacia temeraria. Si alguien se atreviere a intentarlo, sepa que incurrirá en la indignación de Dios omnipotente y de Sus Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día festivo de Pentecostés, del año mil novecientos diecisiete, tercero de Nuestro Pontificado.
PETRUS CARD. GASPARRI A SECRETIS STATUS (Secretario de Estado).
O. CARD. CAGIANO DE AZEVEDO S. R. E. CANCELLARIUS (Canciller de la S. R. E.).
Mediante la Secretaría de Estado, el Santo Padre, en ejecución del «Motu Proprio» Cum Iuris Canonici del pasado 15 de septiembre (p. p.), se ha dignado benignamente instituir la Comisión Pontificia para la interpretación del Código de Derecho Canónico, nombrando como Presidente al Eminentísimo y Reverendísimo Señor Cardenal Pietro Gasparri y contando entre los miembros de dicha Comisión a los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales: Gaetano de Lai, Obispo de Sabina; Basilio Pompilj, Obispo de Velletri; Guglielmo Van Rossum, Gaetano Bisleti, Filippo Giustini y Michele Lega.
A la misma Comisión Su Santidad ha asignado como Secretario a Monseñor Luigi Sincero y como Consultores a los Monseñores: Benedetto Melata, Guglielmo Sebastianelli, Serafino Many, Salvatore Luzio, Evaristo Lucidi, Carlo Salotti, Augusto Boudinhon; a los Reverendísimos Padres: Benedetto Ojetti d. C. d. G.; Pietro Bastien, de los Benedictinos Casinenses; Michele Sleutjes O. F. M.; Gioacchino da S. Simone Stock, de los Carmelitas Descalzos; Pietro Vidal d. C. d. G. y al Reverendísimo Don Dante Munerati, de los Salesianos de Don Bosco.
Del mismo modo, con Carta de la Secretaría de Estado, el Santo Padre se ha dignado nombrar:
25 de octubre de 1917. Al Eminentísimo Señor Cardenal Donato Sbarretti, Protector del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de Denver.
Acta Apostolicae Sedis 1917-11-02: Vol 9 Iss 11
***
Codicis iuris canonici fontes
BULA DE PABLO IV "CUM EX APOSTOLATUS"
CUM EX APOSTOLATUS
CÁNONES
Canon 167, § 1, 4.º - Canon 188, 4.º - Canon 218, § 1 - Canon 373, § 4 - Canon 1435, § 1 - Canon 1556 - Canon 1657, § 1 - Canon 1757, § 2 - Canon 2198 - Canon 2207 - Canon 2209, § 7 - Canon 2264 - Canon 2294, § 1 - Canon 2314, § 1 - Canon 2316
***
Aquellos que afirman la abrogación total de la Cum ex Apostolatus Officio de Paulo IV por el CIC/1917, figurando esta en las Fontes y como nota de interpretación auténtica de 15 cánones, tienen el deber de presentar la respuesta de la Comisión Pontificia que respalde la abrogación de su principio doctrinal.
A.A.S. 9. P483MOTU PROPRIO
Se instituye una Comisión para la interpretación auténtica de los cánones del Código
BENEDICTO PP. XV
Habiendo promulgado hace poco tiempo, satisfaciendo la expectativa de todo el orbe católico, el Código de Derecho Canónico, que fue compilado por orden de Nuestro Predecesor de feliz memoria, Pío X, el bien de la Iglesia y la naturaleza misma de la cosa exigen ciertamente que, en la medida de lo posible, evitemos que la estabilidad de una obra tan grande pueda verse comprometida alguna vez por las inciertas opiniones y conjeturas de particulares sobre el verdadero sentido de los cánones, o por la frecuente variedad de nuevas leyes. Por lo cual, es Nuestro propósito evitar ambos inconvenientes; y para lograrlo, por Motu Proprio [iniciativa propia], con conocimiento cierto y madura deliberación Nuestra, establecemos y decretamos las siguientes disposiciones.
- I. Siguiendo el ejemplo de Nuestros Predecesores, que confiaron la interpretación de los decretos del Concilio de Trento a un colegio propio de Padres Cardenales, constituimos un Consejo o, como lo llaman, una Comisión, a la cual únicamente corresponderá el derecho de interpretar auténticamente los cánones del Código, oído, sin embargo, en asuntos de mayor importancia, el Dicasterio (Sagrada Congregación) al que pertenezca el asunto que se proponga a discusión del Consejo. Deseamos que este mismo Consejo esté compuesto por algunos Cardenales de la Santa Iglesia Romana, uno de los cuales presidirá el colegio, elegidos por Nuestra Autoridad y la de Nuestros Sucesores; a estos se unirá un varón de probada valía, que será el Actuario del sacro Consejo, y algunos Consultores de ambos cleros expertos en derecho canónico, designados por la misma Autoridad; pero el Consejo tendrá derecho a solicitar la opinión de los Consultores de las Sagradas Congregaciones, cada uno en su propio asunto.
- II. Las Sagradas Congregaciones Romanas no promulgarán ya Decretos Generales nuevos, a menos que una grave necesidad de toda la Iglesia universal aconseje lo contrario. Por lo tanto, su función ordinaria en este ámbito será tanto velar por que se observen religiosamente las prescripciones del Código, como publicar Instrucciones, si la situación lo requiere, que aporten mayor claridad y eficacia a estos mismos preceptos del Código. Tales documentos deben redactarse de tal manera que no solo sean, sino que también parezcan, como ciertas explicaciones y complementos de los cánones, los cuales, por esta razón, serán citados muy oportunamente en el contexto de los documentos.
- III. Si alguna vez, con el paso del tiempo, el bien de la Iglesia universal exigiera que se emitiera un nuevo decreto general por alguna Sagrada Congregación, esta misma Congregación elaborará el decreto, y si discrepara de las prescripciones del Código, deberá advertir al Sumo Pontífice sobre tal discrepancia. El decreto, una vez aprobado por el Pontífice, la misma Sagrada Congregación lo remitirá al Consejo, al cual corresponderá, según el tenor del Decreto, redactar el canon o los cánones. Si el decreto discrepa de la prescripción del Código, el Consejo indicará qué ley del Código debe ser sustituida por la nueva ley; si el decreto versa sobre una materia de la que el Código guarda silencio, el Consejo determinará en qué lugar debe insertarse el nuevo canon o cánones en el Código, repitiendo el número del canon que le precede inmediatamente dos, tres, etc. veces, para que ningún canon sea movido de su lugar o se perturbe de alguna manera la serie de números. Todas estas cosas se consignarán en los Acta Apostolicae Sedis inmediatamente después del Decreto de la Sagrada Congregación.
Todas y cada una de las cosas que hemos considerado útil decretar en esta materia, así como han sido decretadas, queremos y mandamos que sean y permanezcan ratas y firmes: sin que obste nada en contrario.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 15 del mes de septiembre del año 1917, cuarto de Nuestro Pontificado.
BENEDICTO PP. XV.
***
COMISIÓN PONTIFICIA
PARA LA INTERPRETACIÓN AUTÉNTICA DE LOS CÁNONES DEL CÓDIGO
La Comisión instituida por el Sumo Pontífice para la interpretación auténtica de los cánones del Código, en la sesión plenaria celebrada el día 9 de diciembre de 1917, estableció que solo se debe responder a las dudas propuestas por los Ordinarios, por los Superiores mayores de las Órdenes y Congregaciones religiosas, etc., y no a aquellas que sean propuestas por personas privadas, a no ser por medio de su propio Ordinario.
Roma, 9 de diciembre de 1917.
P. Cardenal Gasparri, Presidente. Aloisius Sincero, Secretario.
Commissio a Summo Pontifice instituta ad Codicis canones authentice interpretandos, in plenario coetu die 9 dec. 1917 habito, statuit
respondendum esse tantum dubiis propositis ab Ordinariis, a Superioribus maioribus. Ordinum et Congregationum religiosarum, etc., non
vero iis quae proponantur a privatis personis, nisi mediante proprio
Ordinario.
Romae, 9 decembris 1917.
P. C ARD . G ASPARRI , Praeses.
Aloisius Sincero, Secretarius.
***
Las fuentes del derecho canónico

Desde el 6 de abril de 1904, Mons. Gasparri escribía a los Rectores de las Universidades católicas para solicitar la colaboración de sus profesores. «La intención de Su Santidad, les decía, es distribuir metódicamente todo el derecho canónico en cánones o artículos, a la manera de los códigos modernos, y al mismo tiempo, añadía, hacer una recopilación de todos los documentos, aparecidos después de las colecciones auténticas del Corpus Iuris, de los cuales dichos cánones o artículos habrán sido tomados». Veremos de qué manera se alcanzó este segundo objetivo, no indicado en el motu proprio: se logró no por la promulgación de una nueva colección auténtica, una especie de suplemento al Corpus Iuris, sino por la publicación de las Fontes iuris canonici realizada a título privado por el cardenal Gasparri.
***
RELACIONADO
Wernz & Vidal
Ius Canonicum
Son válidamente elegibles todos aquellos que no estén impedidos por la ley divina ni por una ley eclesiástica invalidante. Por lo tanto, un varón con uso de razón para aceptar la elección y ejercer la jurisdicción, y que sea miembro legítimo de la Iglesia, incluso si es laico, puede ser válidamente elegido. Sin embargo, todas las mujeres, los niños que aún no han alcanzado la edad de uso de razón, así como quienes padecen demencia habitual, los no bautizados, los herejes y los cismáticos están excluidos por ser incapaces de una elección válida.
***
Matthaeus Conte a Coronata O.M.C.
Institutiones Juris Canonici
Disposición del Oficio del Primado. 1° Lo establecido por el Derecho Divino acerca de esta disposición… Asimismo, para su validez, se requiere que se haga respecto de un miembro de la Iglesia; por lo cual quedan excluidos los herejes y los apóstatas, al menos los públicos.

Matthaeus Conte A Coronata OMC
Institutiones Juris Canonici, Taurini: Ex Officina Libraria Mariette, vol. I, [1928], n. 312, pág. 360***
Istvan SiposEnchiridion Institutiones Canonici
Cualquier varón, dotado de uso de razón y miembro de la Iglesia, puede ser elegido. Por lo tanto, las mujeres, los niños, los enfermos mentales habituales, los no bautizados, los herejes y los cismáticos serían elegidos inválidamente.
D. Jaime Torrubiano RipollDE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA Y DERECHO CANÓNICO
Puede ser elegido válidamente Sumo Pontífice cualquiera que no tenga impedimento de derecho divino; es decir, puede serlo cualquier varón bautizado católico, con el uso de razón necesario para aceptar la elección y ejercer jurisdicción. Sólo, pues, quedan excluidas las mujeres y los niños sin uso de razón, los locos, los no bautizados, los herejes y los cismáticos.
Novísimas instituciones de derecho canónico
1934
P. Juan Bautista Ferreres S.J.
Instituciones Canónicas
1919
Quién puede ser elegido. — Válidamente puede serlo cualquiera que no tenga impedimento de derecho divino; y así basta
que sean varones, bautizados, católicos, con el uso de razón necesario para aceptar la elección y ejercer la jurisdicción. Según esto,
sólo quedan excluidos las mujeres, los niños que aún no tengan
uso de razón, los dementes, los no bautizados, los herejes y los cismáticos. El impedimento de los simoníacos fué quitado por Pío X,
Const. Vacante Sede, c. 79.
Lícitamente sólo el que, consideradas todas las circunstancias,
se juzgue ser el más digno.
***

P. Matthaeus Conte a Coronata
Institutiones Iuris Canonici
Roma: Marietti 1950
III . Nombramiento para el cargo de Primado [es decir, papado]. 1° Requisitos de derecho divino para este nombramiento: (a) La persona nombrada debe ser una persona con uso de razón, debido a la ordenación que el Primado debe recibir para poseer la potestad del Orden Sagrado. Esto es necesario para la validez del nombramiento.
Para su validez, también se requiere que el hombre designado sea miembro de la Iglesia. Por lo tanto, los herejes y apóstatas (al menos los públicos) quedan excluidos.
***
Esto demuestra que el principio doctrinal subyacente de la Cum ex Apostolatus Officio referente a la exclusión de herejes y cismáticos del Papado se mantuvo y se integró en la disciplina post-codicial a través de su referencia en las Fontes y su ratificación por la doctrina canónica, la cual aparece en anotaciones para su correcta interpretación.
***