Mons. Mariano Benito Barrio Fernández
Arzobispo de Valencia
Pastoral del 3 de Febrero de 1865
UN EXTRACTO
Pío IX... en su carta Encíclica condena severa y paternalmente ciertos errores y doctrinas de disolución, es precisamente porque en el actual tristísimo estado de confusión y anarquía de ideas en que se encuentran los hombres y las naciones, solo él es el guardián desinteresado e irrecusable de la verdadera civilización.
No, no os pasméis; porque solo él es el que, en medio de sus angustias y heroicos sufrimientos, con la firmeza de una roca combatida por las borrascas y azotada por las espumosas olas, levanta su voz majestuosa y con la fuerza inmensa que le comunica su divino Pontificado, dice a las naciones todas:
La verdad religiosa no se deriva de la razón del hombre; esta razón no es el juez de la verdad religiosa; la fe no es contra la razón ni la revelación se opone a su perfeccionamiento; la verdad religiosa es solo una; el indiferente en materia de Religión no tiene ninguna; fuera de la Católica, ni el hombre se salva, ni sabe siquiera de dónde viene y a dónde va; la Iglesia es la divina maestra de la Religión; su voz no puede ser coartada por los hombres; el libertinaje no es la libertad; esta no puede concebirse sino subordinada a las leyes; la inmoralidad no es la cultura; la ciencia y el desenfreno no son virtudes; la rebelión es siempre crimen; la obediencia es una necesidad de la sociedad; los engrandecimientos sin derecho son usurpaciones; el derecho de la fuerza no puede tener fuerza de derecho; el solo hecho material no constituye derecho; la acumulación de riquezas y deleites por cualquier camino no puede ser regla de costumbres; las fuerzas materiales no son autoridad; los adelantos sin justicia no son verdadero progreso; el matrimonio es indisoluble y verdadero Sacramento entre los católicos; los derechos del padre sobre los hijos no emanan del poder civil, puesto que la familia es la fuente de la sociedad.
Pero basta ya, porque no quisiéramos extendernos demasiado.
Así habla Pío IX como maestro universal; así condena como Juez; cumplamos todos con docilidad el católico deber de escucharle y acatarle.
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