VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

DE LA ETERNA CONDENACIÓN DE JUDAS EN EL ABISMO DE INIQUIDAD Y DE AQUELLOS DESVERGONZADOS QUE INTENTAN REHABILITARLE

S.S. León XIII
Iucunda semper expectatione

En estos últimos meses se ha visto que ni la Persona misma de nuestro Señor Jesucristo ha quedado a salvo del ultraje. No ha habido el menor reparo en llevarla hasta el teatro, no pocas veces manchado con obscenidades; de representarla despojada de la majestad de su naturaleza divina y de negar, por tanto, la redención del género humano.
No se han avergonzado estas mismas gentes de intentar la rehabilitación (de Judas) de un hombre cubierto de perpetua ignominia, odioso por la monstruosidad de una traición que proclamar a infame hasta el fin de los siglos, al miserable que vendió a Jesucristo.



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S.S.Pío XI
Ad Cathólici Sacerdótii

"Refieren los evangelistas, JUDAS, fue conducido al abismo de la iniquidad"



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S.S. San Pío V
Catecismo Romano

Sino que hace además que ellos mismos (los mercenarios) no saquen del Sacerdocio ninguna otra cosa
que lo que Judas de su dignidad en el Apostolado,
la cual a él le produjo la eterna condenación.

Algunos se sienten atraídos por el sacerdocio por la ambición y el amor a los honores; mientras que hay otros que desean ser ordenados simplemente para que puedan abundar en riquezas, como lo prueba el hecho de que a menos que se les confiriera algún beneficio rico, no soñarían con recibir el Orden sagrado. Estos son ciertamente aquellos a quienes nuestro Salvador llama mercenarios, y quienes decía Ezequiel que se apacientan a sí mismos y no sus rebaños, cuya vileza é iniquidad no sólo desacredita horrorosamente a al Orden sacerdotal, tanto que nada más vil y despreciable, en verdad, puede considerar el pueblo cristiano; sino que hace además que ellos mismos no saquen del Sacerdocio ninguna otra cosa que lo que Judas de su dignidad en el Apostolado, la cual a él le produjo la eterna condenación.


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La figura que más me ayuda a entender la actitud del Señor con la oveja perdida es el comportamiento del Señor con Judas. La oveja perdida más perfecta en el Evangelio es Judas: un hombre que siempre, siempre tenía algo de amargura en el corazón, algo que criticar de los demás, siempre distante. No conocía la dulzura de la gratuidad de vivir con todos los demás. Y siempre, como esa oveja no estaba satisfecha —¡Judas no era un hombre satisfecho!—, se escapaba. Se escapaba porque era ladrón, y se iba por ahí, él solo. Otros son lujuriosos, otros… Pero siempre se escapan porque tienen esa oscuridad en el corazón que le separa de la grey. Es esa doble vida, la doble vida de tantos cristianos, incluso —con dolor lo digo— curas, obispos… Y Judas era obispo, uno de los primeros obispos. La oveja perdida. ¡Pobrecillo! Pobrecillo ese hermano Judas, como lo llamaba don Mazzolari, en aquel sermón tan bonito: Hermano Judas, ¿qué pasa en tu corazón? Debemos comprender a las ovejas perdidas. También nosotros tenemos siempre alguna cosita, pequeña o no tan pequeña, de las ovejas perdidas. Lo que hace la oveja perdida no es tanto un error sino una enfermedad que tiene en el corazón y que el diablo aprovecha. Así, Judas, con su corazón dividido, disociado, es la imagen de la oveja perdida que el pastor va a buscar. Pero Judas no entiende y al final, cuando ve lo que su doble vida ha hecho en la comunidad, el mal que ha sembrado con su oscuridad interior, que le llevaba a escapar siempre, buscando luces que no eran la luz del Señor sino luces como adornos de Navidad, luces artificiales, se desesperó. Hay una palabra en la Biblia —el Señor es bueno, incluso con estas ovejas, nunca deja de buscarlas—, hay una palabra que dice que Judas se ahorcó, se arrepintió y se colgó (Mt 27,3). Yo creo que el Señor tomará esa palabra y la llevará consigo, no sé, puede ser, pero esa palabra nos hace dudar. ¿Qué significa esa palabra? Que hasta el final el amor de Dios trabajaba en aquella alma, hasta en el momento de la desesperación. Y esa es la actitud del buen pastor con las ovejas descarriadas. Ese es el anuncio, el alegre anuncio que nos trae la Navidad y que nos pide ese sincero alborozo que cambia el corazón, que nos lleva a dejarnos consolar por el Señor y no por los consuelos que vamos a buscar para desfogarnos, para huir de la realidad, de la tortura interior, de la división interior. Jesús, cuando encuentra a la oveja perdida no la insulta, aunque haya hecho tanto daño. En el huerto de los olivos llama a Judas “amigo”. Son las caricias de Dios. ¡Quien no conoce las caricias del Señor no conoce la doctrina cristiana! ¡Quien no se deja acariciar por el Señor está perdido! Ese es el alegre anuncio, ese es el sincero alborozo que hoy queremos. Esa es la alegría, ese es el consuelo que buscamos: que venga el Señor con su poder, que son las caricias, a encontrarnos, a salvarnos, como a la oveja perdida, y a llevarnos al rebaño de su Iglesia. Que el Señor nos dé esta gracia de esperar la Navidad con nuestras heridas, con nuestros pecados, sinceramente agradecidos, de esperar el poder de ese Dios que viene a consolarnos, que viene con poder, pero que su poder es la ternura, las caricias que nacen de su corazón, de ese corazón tan bueno que dio la vida por nosotros. 

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Robert Francis Prevost

El cardenal Prevost (alias León XIV) defendió la pretendida rehabilitación Bergogliana de Judas

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