"Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Como garantía de la fidelidad con que la Iglesia, a diferencia de la antigua Sinagoga, habrá de cumplir perennemente el encargo que Cristo le encomienda, él le ofrece su continua y perpetua asistencia; él estará con ella con una presencia espiritual e invisible, pero real y eficacísima. Es el consuelo y la esperanza de los que, fiándonos de la palabra de Cristo, creemos en su Iglesia, hostilizada siempre por el mundo, pero divinamente indefectible; y es esa convicción profunda de la presencia del divino Resucitado en medio de los suyos la que ha dado a la Iglesia su vitalidad y su vigor indestructibles."
Comentario de Monseñor José Manuel Díaz a San Mateo XXVIII-20
Imprimatur 1940.