"Queridos hijos: Salud y bendición apostólica. Mientras que la situación de la Iglesia llega a ser cada día más aflictiva, y crece la impudencia con que se arrastra por los suelos su autoridad, así como la insistencia con que se trabaja para disolver la unidad católica, arrancándonos los hijos que nos pertenecen, vemos al mismo tiempo, queridos hijos, brillar con un resplandor siempre creciente vuestra fe, vuestro amor a la Religión y vuestra adhesión a esta Silla de San Pedro. Con objeto, no solo de hacer fracasar sus impíos esfuerzos, sino también de unir a los fieles con lazos cada vez más estrechos, adunáis vuestras luces, vuestras fuerzas y vuestros recursos; pero lo que Nos alabamos más en esa empresa llena de piedad, es ver que vuestra aversión es completa a los principios católico-liberales, que tratáis de borrar de las inteligencias en cuanto os es posible.
Aquellos que están imbuidos de estos principios hacen profesión, es cierto, de amor y respeto a la Iglesia, y parece que consagran a la defensa de esta sus talentos y sus trabajos; pero se esfuerzan sin embargo en pervertir su doctrina y su espíritu, y cada uno vez ellos, según la diversidad de sus gustos y de su temperamento, se inclina a ponerse servicio del César ó de los que quieren vindicar sus derechos en favor de una falsa libertad. Piensan que es absolutamente necesario seguir este camino para quitar la causa de las disensiones, para conciliar con el Evangelio el progreso de la sociedad moderna para restablecer la tranquilidad y el orden; como si la luz pudiera amalgamarse con las tinieblas, y como si la verdad dejase de ser verdad porque se la desvié violentamente de su verdadera significación, y se la despoje de la fijeza inherente a su naturaleza.
Este error, lleno de acechanzas, es más peligroso que un enemigo descubierto, porque se oculta bajo el velo especioso de celo y de caridad ; y esforzandoos en combatirlo, y procurando alejarlo de los incautos, es como extirpareis seguramente la raíz fatal de las discordias, y trabajaréis con eficacia en producir y sostener la unión intima de las alma Sin duda no tenéis necesidad de estas advertencias , vosotros los que os adherís con una resolución tan absoluta a todas las decisiones de esta Cátedra apostólica a quien habéis visto condenar en diferentes ocasiones los principios liberales ; pero el mismo deseo de facilitar vuestros trabajos y de que obtengáis frutos mas abundantes 'nos ha llevado a recordaros un punto tan importante. Continuad, pues, el combate que tan generosamente habéis comenzado, y esforzaos cada día más en merecer mejor los plácemes de la Iglesia, teniendo en perspectiva la corona que Dios os dará en recompensa.
Mientras tanto, os expresamos nuestro reconocimiento por los servicios que prestáis, Nos deseamos a vuestra Sociedad un desarrollo siempre en aumento, con la abundancia de las bendiciones celestiales. Nos deseamos que el presagio de estos favores sea la bendición apostólicas concedemos con gran cariño, queridos hijos, como muestra de nuestra paternal benevolencia.
Dado en Roma a 8 de mayo de 1873, año vigesimoséptimo de nuestro Pontificado.
A la federación de círculos Católicos de Bélgica.