VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

LOS CISMAS DE LOS ANTIPAPAS


LOS CISMAS DE LOS ANTIPAPAS
P. Crisanto Cía, S. J. Historia sintética de los Papas y cismas. Imprimatur 1938
(Títulos añadidos)


CISMA I, ANTIPAPA NOVACIANO CONTRA S.S. SAN CORNELIO

El primer cisma en la Iglesia romana tuvo lugar entre S. Cornelio, Papa legítimo, y Novaciano, antipapa. Novaciano, cristiano por cálculo y hereje por desesperación, según le llaman los historiadores, era romano, Cardenal de la Santa Iglesia. Protestó contra la elección de S. Cornelio, se hizo proclamar Papa por cuatro Obispos, de los cuales uno se arrepintió. Escribió a varias Iglesias (por medio de presbíteros engañados) su exaltación al trono pontificio. A S. Dionisio de Alejandría notificó que había aceptado contra su voluntad el Pontificado; pero el santo le contestó: "que el mejor modo de probarlo era abdicar por el bien de la paz, exponiéndose a cualquier cosa antes que multiplicar la cátedra apostólica". Fue antipapa seis años, y uniendo al cisma la herejía, enseñaba que no había en la Iglesia potestad para perdonar los pecados.

CISMA II, ANTIPAPA FELIX II CONTRA S.S. SAN LIBERIO

En la Iglesia Romana, entre Liberio, Papa, y Félix, antipapa. Félix, diácono de la Iglesia Romana, fue elegido Papa por los herejes arrianos, que así lo suplicaron al Emperador, luego del destierro de Liberio. El nuevo Papa, a pesar de su elección irregular, se mantuvo firme contra los arrianos. Cuando el Emperador vino a Roma se le presentaron las damas pidiendo la libertad del verdadero Papa. Constancio les propuso dejarlo en libertad a condición de conservar también a la vez a Félix. Entendiendo el pueblo que se le quería dar dos Papas, comenzó a gritar: "Un solo Dios, un solo Cristo, un solo Papa".

Estos sucesos hicieron pensar al Emperador en la necesidad de levantar el destierro a Liberio, y el Papa legítimo entró en Roma con aclamación universal.

Félix, no sólo se retiró de Roma, dejando el puesto a Liberio, sino que vivió siempre en comunión con él. Antes del destierro de S. Liberio era Félix su vicario, y la costumbre tenía establecido que éste rigiese la Iglesia en nombre del Papa desterrado.

Había vivido antipapa, o papa, como quieren otros, un año, tres meses y dos días.

CISMA III, ANTIPAPA URSICINUS CONTRA S.S. SAN DÁMASO I

Entre Dámaso, Papa, y Ursicino, antipapa. Este diácono romano llevó a mal la elección de Dámaso y se hizo proclamar Papa por una facción; pero fin fué condenado por los Obispos de Italia y el Concilio de Aquilea.

CISMA IV, ANTIPAPA EULALIUS CONTRA S.S. SAN BONIFACIO I

Entre Bonifacio, Papa, y Eulalio, antipapa. Era éste arcediano de la Iglesia romana: A la vez que San Bonifacio era elegido Papa canónicamente, él se hizo elegir por una facción y con el favor del Prefecto imperial. Pero reunido luego un Concilio en Rávena, depuso a Eulalio, y éste abdicó a los tres meses, quedando solo Bonifacio.

CISMA V, ANTIPAPA LAURENTIUS CONTRA S.S. SAN SÍMACO

Entre Símaco, Papa, y Lorenzo Celio, que fué condenado en un Concilio romano. En el mismo día de la elección de Símaco llegó de Constantinopla el patricio Festo para rogar al Papa aceptase el "Henóticon", o Edicto, que el Emperador Zenón publicó en 482 para reconciliar a los católicos con los herejes eutiquianos. Viendo Festo que el elegido no lo había de aprobar, hizo elegir Papa al arcipreste Lorenzo, quien prometió aprobarlo todo. Símaco, fiando en Dios por la justicia de su causa, para poner término a los disturbios del cisma, convino en someter el asunto a Teodorico, Rey de España. Este, oyendo a los Obispos católicos y a los lorencistas, falló a favor de Símaco.

Mas la corte de Constantinopla, que deseaba tener un partido en Roma, levantó pocos años después al antipapa Lorenzo, acusando ante Teodorico al Papa Símaco, como hombre de horribles crímenes. El Rey, sin más consejo, y extralimitándose, aceptó el papel de juez y comisionó a Pedro, Obispo de Altino, para hacer una información. Este trastorno de los Cánones escandalizó a los católicos, que jamás habían visto cosa parecida, y muchos Obispos protestaron a favor de la supremacía pontificia. Los de las Galias, en una carta redactada por el docto S. Avito de Viena, decían: "El que está al frente del rebaño del Señor dará cuenta del modo con que lo dirige; pero al Soberano Juez y no al rebaño toca pedir esta cuenta al Pastor."

CISMA VI, ANTIPAPA DIÓSCORO CONTRA S.S. BONIFACIO II

Entre Bonifacio II, Papa legítimo, y Dióscoro, que excomulgó al Papa. Dióscoro había sido legado en Constantinopla. La elección de Bonifacio, acaso por la circunstancia de ser hijo de padres godos, fué mal recibida de los orientalistas partidarios del imperio, y eligieron a Dióscoro. Dios libró a la Iglesia de los males de un cisma enviando la muerte al antipapa a los 27 días. Bonifacio entonces, con el deseo de evitar otro cisma a su muerte, llamó al clero y le hizo jurar que le nombrarían sucesor en Vigelio. Mas advirtiendo a tiempo lo anticanónico de esta medida preventiva, levantó el juramento, quemó el nombramiento delante del clero y pueblo y renovó la prohibición de que ningún prelado elija al que ha de sucederle.

CISMA VII, ANTIPAPA VIGILIO CONTRA S.S. SAN SILVERIO

Entre Silverio, Papa, y Vigilo, antipapa. Silverio, no queriendo reponer en la Silla de Constantinopla al Obispo Antimo, porque de ella había sido depuesto como hereje por su antecesor San Agapito, fue desterrado por mandato de la emperatriz Teodora. Entonces Vigelio, Arcediano de la Santa Romana Iglesia, prometió a la emperatriz reponer al hereje si a él se le nombraba Papa. Fue nombrado con ayuda de la emperatriz, y duró el cisma hasta la muerte del Papa legítimo San Silverio.

CISMA VIII, ANTIPAPAS TEODORO Y PEDRO CONTRA S.S. CONÓN

Entre Conón, Papa, y los Presbíteros romanos Teodoro y Pedro. A la muerte de Juan V, el clero romano se halló en desacuerdo con la nobleza respecto a la elección de futuro Soberano Pontífice. El clero deseaba que la elección recayese en el Arcipreste Pedro, mientras la nobleza prefería a un Presbítero llamado Teodoro. Como ninguna de las dos partes contendientes quería ceder, los Obispos eligieron un tercero, que fue reconocido por el pueblo. Este fue Conón. A su muerte se recrudeció el cisma, que no había cesado entre el clero y la nobleza. Los electores se dividieron en tres bandos. Uno eligió al mismo Teodoro, otro bando eligió al Arcediano Pascual y el tercer partido, el más sano y principal, eligió a Sergio, y éste fue de todos reconocido y aclamado.

CISMA IX, ANTIPAPAS TEOFILACTO Y CONSTANTINO II CONTRA S.S. ESTEBAN III

Entre Pablo I, Papa, y Teofilacto, antipapa, quien en breve se sujetó al legítimo Pontífice. Luego de la muerte de Pablo I, Totón, Duque Lombardo, se presentó en Roma con fuerza armada y obligó al pueblo a que eligiese para la Silla vacante a su hermano Constantino, que ni siquiera era clérigo. Hecho esto, logró, usando de amenazas, que Gregorio, Obispo de Preneste, ciudad cercana a Roma, tonsurase inmediatamente a Constantino, le confiriese el subdiaconado al siguiente día, y por fin el intruso se halló a la semana siguiente ya consagrado Obispo y ejerciendo las funciones de Soberano Pontífice. Así estuvo el malvado Constantino, que ni era sacerdote, dándose tono de verdadero Papa durante 13 meses, apoyado en las armas de su hermano el Duque Lombardo.

El Presbítero Waldisperti, queriendo librar a Roma y a la Iglesia de aquella vergüenza, partió desde Rieti con fuerza armada, resuelto a morir en la demanda. Se presentó inopinadamente a las puertas de Roma, y a favor de algunos romanos, con quienes también estaba en inteligencia, penetró en la ciudad. El Duque Totón, al tener aviso del suceso, se lanzó a la calle, y empeñando un combate, cayó muerto de una lanzada en medio de la refriega. El falso Papa se ocultó con otro hermano y un Obispo en el oratorio del Palacio de Letrán; pero pronto fueron descubiertos y reducidos a prisión. Al día siguiente, el sacerdote Waldisperti quiso hacerse el árbitro de la situación y disponer él solo del fruto de la jornada. Se dirigió al monasterio de San Vito, sacó de él al Presbítero Felipe, lo condujo a la Basílica de Letrán y lo proclamó allí Papa, dándole posesión de la Silla Apostólica con todas las ceremonias acostumbradas. Sublevado el pueblo por Cristóforo, primer consejero de la Silla Apostólica, Felipe dejó en el momento el Palacio apostólico y se volvió a su celda de San Vito. Esto tenía lugar el 31 de julio del año 768. El 1 de agosto, Cristóforo, habiendo reunido el clero, la milicia, la nobleza y el pueblo, fue elegido libremente el monje benedictino.

CISMA X, ANTIPAPA ZIZINIO CONTRA S.S. EUGENIO II

Entre Eugenio II, Papa, y Zizinio. En la elección de Eugenio, los que temían que este Papa no favorecería sus malos intentos, eligieron Papa a Zizinio o Zósimo. Este cisma no tuvo consecuencias por la pronta intervención del Emperador Lotario a favor del Pontífice.

CISMA XI, ANTIPAPA ANASTASIO CONTRA S.S. BENEDICTO III

Lo hizo el Cardenal (Sacerdote) Anastasio con el auxilio de Ludovico II, Emperador, contra Benedicto III. El antipapa despojó al Papa del pontificado, pero luego se lo restituyó.

CISMA XII, ANTIPAPA SERGIO CONTRA S.S. FORMOSO

Entre Formoso, Papa, y Sergio, antipapa. A la elección de Formoso, dividida Roma en dos partidos, uno de ellos eligió a Sergio, diácono, que quiso ocupar la Silla; pero este cisma duró sólo algunos días.

CISMA XIII, ANTIPAPA ESTEBAN VII CONTRA S.S. BONIFACIO VI

A Bonifacio (VI) le salió un intruso competidor, Esteban, antipapa; mas a la muerte casi repentina del primero, el clero romano eligió legítimamente al antipapa Esteban (VI ó VII), para no dar ocasión a un nuevo cisma.

Nota: el Padre Crisanto Cía no considera Papa a Bonifacio VI, sino Antipapa.

CISMA XIV, ANTIPAPA CRISTÓBAL CONTRA S.S. LEÓN V

Entre León V, Papa legítimo; Cristóbal, que lo encarceló, declarándose él Pontífice, y Sergio, en cuyo pontificado murió encerrado también el antipapa.

CISMA XV, ANTIPAPA LEÓN VIII CONTRA S.S. JUAN XII Y S.S. BENEDICTO V

Lo hizo León, antipapa, llamado León IX, contra Juan XII y Benedicto V, y gobernó un año, tres meses y II días. Juan XII, necesitado de fuerza extraña para restablecer la paz en Roma, llamó en su auxilio a Otón, Emperador alemán. El Emperador prometió respetar el patrimonio de San Pedro. Retirado de Roma, los italianos y el mismo Juan volvieron a inquietarse contra los alemanes. Vuelto a Roma el Emperador, castigó severamente a los amotinados. Otón guardaba respeto al Papa; pero los nobles y Obispos que le acompañaban, olvidando sus deberes de cristianos, le indujeron a deponer a Juan XII, cual si hubiese poder sobre la tierra superior al del Sumo Pontífice, y a poner en lugar suyo a un simple particular, ordenado en 15 días, quien tomó el nombre de León VIII. Retirándose el Emperador, Juan volvió a Roma, el antipapa huyó con los más comprometidos a su favor y el Papa condenó a Otón, a León y a los que habían ordenado a éste, y murió el 14 de mayo del año 964. Como inmediatamente de su muerte fué electo Benedicto V, ya el Emperador alemán preparaba su viaje, y a su entrada en Roma volvió a sentar en el Solio Pontificio al antipapa León, llevándose preso al verdadero Papa, Benedicto V. El antipapa concedió al Emperador Otón en un conciliábulo celebrado en Roma, la facultad de un concilio nombrar al Papa y a los Obispos de sus Estados.

Concesión ilegal por ser de un antipapa, pero escandalosa, y que dió origen a muchos males. León murió el 5 de octubre del mismo año 965. Algunos le cuentan en el número de los verdaderos Papas por lo que toca al último período, suponiendo que Benedicto V, al ser llevado preso, le habría delegado sus facultades. Hay martirologios que cuentan como mártir a Benedicto V.

CISMA XVI, ANTIPAPA BONIFACIO VII CONTRA S.S. BENEDICTO VI Y S.S. BENEDICTO VII

Entre Bonifacio VII, Benedicto VII y Juan XIV. El Solio Pontificio llegó a dado por el poder preponderante al sujeto en quien ser un cargo público se veían garantías para extender sus dominios. Marysia, Condesa de Toscana, que con su hermosura y favores traía fascinados a Condes coronados, Marqueses y Duques de Estado, empleó su influencia increíble en quitar y poner Pontífices a su antojo, sin que la detuviese el torrente de sangre derramada para salir algunas veces con sus intentos, siquiera esa sangre fuese la del Soberano y legítimo Papa, a quien encerraba, envenenaba, degollaba o ahogaba a su gusto.

A la muerte del Papa Juan XIII fue elegido canónicamente Benedicto VI; pero habiendo muerto el Emperador Otón, que tenía a raya a los ambiciosos y corrompidos Condes, Crescencio, Conde de Toscana, capitaneando a los revolucionarios de Roma, se apoderó del Pontífice y lo encerró en el Castillo de Santangelo.

Allí, contribuyendo eficazmente un corrompido llamado Franco o Francón, fue asesinado el Papa. En el mismo momento y lugar quedó elegido para suceder a Benedicto el corrompido, impío y asesino Francón, y se dio el nombre de Bonifacio VII; entró en el Vaticano, y fue dice un autor lo mismo que poner al ladrón frente a las arcas abiertas". Al mes, el intruso huía de Roma a Constantinopla, llevándose los tesoros del Vaticano. Fue elegido para suceder al difunto Papa Benedicto VI el Obispo de Sutri, y se llamó Benedicto VII, quien gobernó santamente la Iglesia; pero murió a los nueve meses de su pontificado.

Este Papa se llamaba antes Pedro, y al ser elegido dejó el nombre por reverencia al Príncipe de los Apóstoles.

Ningún Papa lo ha tomado. La Silla vacó 15 días. Mientras se elegía sucesor, el corrompido Francón se prevenía en Constantinopla. A su llegada a Roma estaba ya elegido legítimamente el Cardenal Pedro, Obispo de Pavía. Cuando este Papa legítimo llevaba ocho meses de pontificado, Francón entró en Roma, se apoderó del Pontífice, lo encerró en el castillo de Sant Angelo y allí le hizo morir envenenado.

El usurpador, sostenido por sus desenfrenadas turbas, volvió a apoderarse de la Sede de San Pedro, y apenas tomó posesión, Dios le envió la muerte de repente. Triste fin para un malvado como él! Los revoltosos huyeron; el pueblo que le odiaba y que jamás había querido considerarle sino como antipapa, se apoderó de su cadáver y lo arrastró por las calles de Roma, cometiendo toda clase de excesos, sin que nadie pudiese evitarlo. Unos eclesiásticos, al verlo abandonado, le dieron sepultura.

CISMA XVII, ANTIPAPA JUAN XVII (XVI) CONTRA S.S. GREGORIO V

Entre Gregorio V, Papa, y Juan, Obispo de Piacenza. Crescencio, Conde Toscano, hijo de Teodora, la hermana de Marusia y tal como ella, el que asesinó al Papa Benedicto VI con ayuda de Francón, se había apoderado de Roma y se hacía fuerte en el Castillo de Sant Angelo; y esto, después de haber sido absuelto, a ruegos del Papa Gregorio, de la sentencia de destierro fulminada contra él por el Emperador Otón en la asamblea celebrada para que diese cuenta y descargos de sus malos tratamientos al Papa Benedicto VI. No pudo justificarse, y al ser perdonado del destierro, juró fidelidad al Papa Gregorio en presencia del Emperador. Pero tan pronto como éste, después de ser consagrado, se retiró a Alemania, el Papa tuvo que huir, pues Crescencio se apoderó de Roma. Juan Filagato, que con malas artes, con intrigas y apoyándose en influencias, había ocupado la Silla de Piacenza, aprovechó la ocasión, y en esas circunstancias se presentó en Roma, hizo causa común con Crescencio y se sentó en el Solio Pontificio, llamándose Juan XVII.

Noticioso Otón de estos atentados, partió para Italia, y al pasar por Pavía se llevó consigo a Roma al Papa Gregorio, sobrino suyo. Cuando Crescencio y Filagato tuvieron conocimiento de la proximidad del Emperador, el primero se encerró en el Castillo del Santo Angel y el segundo huyó de Roma; pero descubierto por los soldados de Otón, éstos, temerosos de que el Emperador le perdonase, le sacaron los ojos, le cortaron la nariz y la lengua y lo encerraron en una cárcel.

Crescencio perdió la cabeza con doce de sus principales adeptos, y Roma, por entonces, quedó en paz. Gregorio V, Papa a los 24 años, murió a los 27. Algunos atribuyen su temprana muerte a manejos de los partidarios de Crescencia, de Teodora, su madre, y de Marusia, su tía.

CISMA XVIII, ANTIPAPA GREGORIO VI CONTRA S.S. BENEDICTO VIII

Entre Benedicto VIII, Papa, y Gregorio, antipapa. A la muerte de Sergio IV fue elegido Benedicto VIII. Esta elección contrarió vivamente a un gran número de poderosos romanos, quienes eligieron anticanónicamente a un hombre ambicioso llamado Gregorio, el cual arrojó de Roma al Papa legítimo. Benedicto se refugió en Alemania y pidió auxilio al Emperador S. Enrique II. Este, en compañía del Pontífice, partió para Roma, restableciéndolo en su Silla. El antipapa huyó, y nada más se supo de él.

CISMA XIX, ANTIPAPA SILVESTRE III CONTRA S.S. BENEDICTO IX Y S.S. GREGORIO VI

Entre Benedicto IX, Silvestre III y Gregorio VI. A la muerte de Juan XIX, los Condes Toscanos, aliados del imperio, lograron hacer elegir Papa a su corrompido hijo Teofilato, joven de 14 años, y tomó el nombre de Benedicto IX. Ya era diácono Cardenal a los 10 años. Se hizo célebre por su depravada conducta. Disgustados los romanos de sus escándalos, le hicieron huir de Roma. El Emperador Conrado lo restableció en su silla, y lejos de enmendarse con la lección deshonrosa, continuó con más descaro su escandalosa vida. Muerto en el mismo año el Emperador, se le arrojó nuevamente de Roma y se nombró en su lugar a un antipapa, que se llamó Silvestre III. Sofocada la rebelión por Enrique III, sucesor de Conrado, fué repuesto Benedicto por segunda vez en el Trono Pontificio. A medida que crecía se hacía más inmoral. De nuevo fué arrojado de Roma por el Clero y por el pueblo, escandalizado de su espantosa corrupción, y de nuevo fué repuesto por las armas poderosas de sus parientes.

Viéndose abandonado del clero, resolvió entregar el pontificado mediante una gran suma de dinero para entregarse más libremente a sus vicios. Los descontentos de su increíble conducta le entregaron el dinero, y el escandaloso joven, hechura de tales manos, entregó el pontificado al Arcipreste Juan Graciane, que se llamó Gregorio VI. De este modo se vió Roma con tres pontífices, teniendo cada uno su partido y todos una misma fe. Graciano, viendo que había dudas respecto de su legitimidad, se desnudó los ornamentos pontificales y entregó el báculo, retirándose al monasterio de Cluny, donde acabó sus días. El antipapa Silvestre III murió pronto en la oscuridad. Fué elegido por renuncia de Benedicto IX.

CISMA XX, ANTIPAPA BENEDICTO X CONTRA S.S. NICOLÁS II

A la muerte de Esteban X, los Condes de Toscana, capitaneando a los enemigos de reformas santas, eligieron tumultuosamente a Juan, Obispo de Veletri, quien tomó el nombre de Benedicto X. Luego, elegido legítimamente Nicolás II, convocó un Concilio en Sutri y excomulgó al intruso. Este se presentó humildemente en él y pidió penitencia. Concluido este Concilio convocó inmediatamente otro en Roma, al que asistieron 113 Obispos y muchos Abades, Presbíteros y Diáconos. Nicolás II tomó la importantísima providencia de conferir exclusivamente a los Cardenales el derecho de elegir Pontífice, dejando al clero inferior y al pueblo el simple consentimiento.

CISMA XXI, ANTIPAPA HONORIO II CONTRA S.S. ALEJANDRO II

Debiendo comenzar a practicarse la nueva forma de elegir Papa a la muerte de Nicolás II, los seglares y clérigos enemigos de esta reforma promovieron grandes alborotos. Los Cardenales eligieron legítimamente a Alejandro II, pero los descontentos, excitados por el Virrey de Italia, Guiberto, pidieron un Papa de Lombardía; y la emperatriz Inés, aconsejada por ellos, nombró Papa al simoniaco Obispo de Parma, Codaloo, que se llamó Honorio II. El antipapa se presentó a las puertas de Roma con un ejército de simoníacos y cismáticos, pero hubo de retirarse. Fué condenado por Alejandro en el Concilio de Mantua.

CISMA XXII, ANTIPAPA CLEMENTE III CONTRA S.S. GREGORIO VII Y S.S. VÍCTOR III, S.S. URBANO II Y S.S. PASCUAL II

Las decisiones santas de este Papa (Alejandro II), que no temía a Prelados sostenidos por Reyes ni Emperadores, levantaron contra él media Iglesia. Enrique, Emperador de Alemania, y 30 Obispos, depusieron al santo Pontífice, nombrando para sucederle a Guilberto, Arzobispo de Rávena, tan ambicioso, que no retrocedió ante la propuesta de asesinar al Padre Santo con tal de ceñirse la Tiara. Se llamó Clemente III. Fué antipapa 21 años y días, contra los Papas legítimos Gregorio VII y sus sucesores Víctor III, Urbano II y Pascual II. Por fin el infeliz antipapa murió repentinamente en el castillo de Sant Angelo el año 1100, pero su cisma vivió 30 años más.

CISMA XXIII, ANTIPAPAS ALBERTO, TEODORICO Y MAGINULFO CONTRA S.S. PASCUAL II

Durante el pontificado de Pascual II, hubo tres antipapas consecutivos. Alberto, Teodorico y Maingnalfo. Alberto, Cardenal, fué nombrado a la muerte del antipapa Clemente, pero en el mismo día de su elección fué preso y encerrado en el monasterio de Aversa. Teodorico, después de cinco días de pretendido pontificado, fué enviado al monasterio de la Cava. Maingnalfo tomó el nombre de Silvestre III; obligado a huir de Roma, murió, a lo que parece, arrepentido.

CISMA XXIV, ANTIPAPA GREGORIO VIII CONTRA S.S. GELASIO II

Los Cardenales, en número de 51, eligieron libremente a Gelasio. Esto disgustó a Enrique, Emperador de Alemania, quien entró en Roma y eligió al Arzobispo de Braga, Mauricio Burdiño, llamándose Gregorio VIII. El Papa, desde su destierro, excomulgó al Emperador y al antipapa. Este murió en el castillo de Fumon.

CISMA XXV, ANTIPAPAS ANACLETO II Y VÍCTOR IV CONTRA S.S. INOCENCIO II

Entre Inocencio II, Papa, y Pedro de León y Gregorio, Cardenales.

Vacante la Silla Apostólica por la muerte de Honorio II, en la elección de su sucesor acaeció lo que se temía. Contábase entre los miembros del Sacro Colegio un hombre perverso y de ambición desmesurada. Era éste Pedro de León, nieto de un judío convertido, que merced a sus grandes usuras había dejado al padre del Cardenal una colosal fortuna, a favor de la cual logró contraer poderosas alianzas de familia. Hecha la elección, la mayoría de los sufragios fué favorable al Cardenal Papareschi, pero el ambicioso Pedro de León se hizo nombrar por sus pocos partidarios y sostener por sus poderosos parientes, y se llamó Anacleto II. Papa y antipapa escribieron Bulas a los Soberanos, y casi todos reconocieron la legitimidad de Inocencio. Sólo uno contestó al antipapa. A Luis, Rey de Francia, que mostraba algún escrúpulo para reconocer a Inocencio, le escribió el Abad de Claraval, San Bernardo, diciéndole: "Príncipe, pensad en responder a Dios de los demás pecados, que de este respondo yo".

El cisma con todos sus horrores y escándalos duró ocho años. Pedro de León, enfermo y después de tres días de grandes sufrimientos, murió impenitente y desesperado. No acabó el cisma, porque fué nombrado para suceder al antipapa el Cardenal Gregorio, que se llamó Víctor III.

El Papa Inocencio convocó un Concilio en Roma, el segundo de Letrán, al cual concurrieron mil Obispos, y otros tantos abades, con objeto de extinguir completamente el último cisma y quitar los escandalosos abusos introducidos a su sombra. El celo de San Bernardo no sólo consiguió que los poderosos parientes de Pedro de León reconociesen al verdadero Pontífice, sino que el mismo antipapa se humillase y pidiese la bendición apostólica.

CISMA XXVI, ANTIPAPAS VÍCTOR IV, PASCUAL III Y CALIXTO III CONTRA S.S. ALEJANDRO III

La elección de Alejandro reunió los votos de todos los Cardenales a excepción de tres genios díscolos. Fueron éstos Octaviano, Juan de Morson y Guido de Cresma. Los dos últimos dieron sus votos al primero, que ardía en deseos de ser Papa, y esto hasta tal punto, que al ver el resultado de la elección, se abalanzó y quitó de los hombros la capa encarnada, puesta ya al Cardenal Rolando. Indignado uno de los senadores presentes de semejante audacia, se la arrancó de las manos; mas Octaviano, volviéndose furioso hacia donde estaba su capellán, para que le llevase otra capa, que se había mandado hacer para el caso, se la puso precipitadamente, y con tan mala suerte, que la capucha le caía delante, lo que excitó la hilaridad, y dió ocasión a los romanos de soltar la rienda a su genio epigramático, llamando a Octaviano "el elegido el revés". Se dió el nombre de Víctor IV, y como ya de antemano se había ganado con dinero al populacho y contaba con el favor del impío Federico Barbarroja, Emperador de Alemania, aprisionó al Pontífice legítimo y vivió cinco años excomulgado por Alejandro III. A la muerte del antipapa fué elegido para sucederle el otro Cardenal, Guido de Cresma, y se llamó Pascual III; muerto éste, le sucedió el Abad Juan, y pronto los cismáticos tuvieron que ceder, pues éste se sujetó al verdadero Papa. Pascual III, antipapa, puso en el catálogo de los santos a Carlo Magno. Alejandro III decretó después que sólo al Papa legítimo corresponde la canonización.

CISMA XXVII, ANTIPAPA NICOLÁS V CONTRA S.S. JUAN XXII

Lo hizo Pedro de Corbara, religioso de Araceli, nombrado por autoridad de Luis de Baviera, Emperador; tomó el nombre de Nicolás V, y fue antipapa contra Juan XXII desde el año 1328. Después de tres años y tres meses, rodeándose al cuello una cuerda, abdicó, arrodillándose a los pies del verdadero Pontífice, el día 25 de Agosto del año 1330.

CISMA XXVIII, ANTIPAPAS CLEMENTE VII Y BENEDICTO XIII CONTRA S.S. URBANO VI Y S.S. BONIFACIO IX

El Papa Gregorio XI habría sido un excelente Pontífice si hubiese sido menos francés y más romano. Murió cuando se disponía a salir de Roma para volver otra vez a Aviñón, llamado e instado por los Cardenales que allí habían quedado. ¡Lección terrible de la Providencia para quien hace Papas y para quien hace Cardenales! Los Cardenales franceses propusieron a Urbano VI se dejase elegir de nuevo para quitar algunos escrúpulos de su legítima elección; pero con el firme propósito, convenido ya entre ellos, de elegir Papa francés. Urbano no cayó en el lazo. Se retiraron a Anagni, y allí, declarados en abierta rebelión, nombraron a Roberto, Conde de Ginebra, que se llamó Clemente VII y puso su Silla en Aviñón. De aquí nace el gran cisma de Occidente, del cual dijo un grave escritor que los Cardenales franceses lo habían urdido y consolidado de tal modo, que ni los hombres más sabios y más santos, que militaban en ambos bandos, pudieron poner en claro quién de los dos que entonces se llamaban Papas lo era en realidad. Fué el cisma peor y el más sutil de cuantos le habían precedido. Las naciones también se dividieron, siguiendo cada cual a quien mejor les parecía, según derecho. Clemente VII fué antipapa contra Urbano VI y contra el sucesor Bonifacio IX, 15 años, 11 meses y 28 días. Murió en Aviñón el 16 de octubre del año 1394, y le sucedió otro antipapa más terrible, Pedro de Luna, Cardenal, aragonés. Se llamó Benedicto XIII y fué antipapa 22 años; habiendo renunciado el verdadero Papa, Juan XXIII, para que él también renunciase, acabando así el cisma con el nombramiento de un tercero; después de nombrado éste, Benedicto volvió a vestirse de pontifical y así vivió ocho años más.

Gersón dijo de él en el Concilio de Constanza: "No habrá paz, donec auferatur Luna", que no acabaría el cisma hasta que desapareciera Pedro de Luna. Este, al morir hizo jurar a los dos Cardenales que tenía a la cabecera que le nombrarían sucesor. Murió el 24 de septiembre del año 1424. Le nombraron sucesor, recayendo la elección en Gil Muñoz, canónigo de Barcelona, y se llamó Clemente VIII. Habiendo éste renunciado solemnemente el 26 de julio del año 1429, cúpole la gloria de poner fin a un cisma que había durado 50 años. En premio le dió el Papa el Obispado de Mallorca, con grandes privilegios.

CISMA XXIX, ANTIPAPAS JUAN XXIII Y BENEDICTO XIII CONTRA S.S. MARTÍN V

En el Concilio de Constanza, 11 de noviembre de 1417, en que fué creado Martín V, fueron depuestos Juan XXIII y Pedro de Luna, que siguió llamándose Papa como antes hasta su muerte, acaecida en el castillo de Peñíscola, cerca de Tortosa, el 24 de septiembre, y según otros, el 29 de noviembre del año 1424. Había nacido en Illueca, cerca de Calatayud. Gregorio XII, aunque ya depuesto en Pisa, envió a Constanza su renuncia, y recibió en premio el primer lugar entre los Cardenales, y el Obispado de Recanati, donde murió. El Rey de Aragón, a la muerte de Luna, obligó a Gil Muñoz a tomar la Tiara, pero se sometió, como hemos visto, a Martín V, y murió en Mallorca, donde está enterrado.

CISMA XXX, ANTIPAPA FÉLIX V CONTRA S.S. EUGENIO IV

Amadeo, Duque de Saboya, había renunciado a sus estados y edificado un retiro, donde vivía con algunos caballeros de su corte. En el conciliábulo de Basilea, 5 de noviembre del año 1439, los Prelados llegaron a declarar depuesto al legítimo Papa, Eugenio IV, y en su lugar nombraron al retirado Duque. Este aceptó contra toda su voluntad, y se llamó Félix V.

A la muerte de Eugenio, ningún antipapa había tenido mejor proporción para lograr que su elección anticanónica resultase canónica. Amadeo estaba emparentado con todos los Reyes cristianos. No obstante, los Cardenales en Cónclave eligieron a Nicolás V, y el antipapa, lleno de humildad, fué a reconocerle y echarse a sus pies, pidiendo absolución de haber aceptado, aunque contra su voluntad. El Papa y toda la Corte Pontificia quedaron admirados. Nicolás V lo trató con gran deferencia, porque además era Príncipe muy santo. Admitió como legítimos a los Cardenales que había nombrado, aprobó cuanto en el fuero interno y contencioso había hecho y le nombró su legado perpetuo en toda la Saboya.

P. Crisanto Cía, S. J. Historia sintética de los Papas y cismas. Imprimatur 1938.

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