8 de Junio del Año del Señor
BEATO PACÍFICO CERANO ,
Sacerdote de la Primera Orden
No queráis engañaros: Dios no puede ser burlado;
lo que el hombre sembrare eso cosechará.
(Gálatas, 6, 7-8).
Pacífico nació en Cerano, poblado de la diócesis de Novara, de la familia Ramati. Desde tierna edad quedó huérfano de sus padres y fue educado en la piedad y el estudio por el superior de los Benedictinos del monasterio de San Lorenzo de Novara.
Pacífico prefirió el convento de San Nazzaro de la Costa, de la Orden de los Hermanos Menores, hecho ilustre por San Juan de Capistrano y San Bernardino de Siena. En 1444, año de la muerte de San Bernardino, tomaba el hábito franciscano. Hecho sacerdote, fue enviado por los superiores a la Sorbona de París, de donde regresó a Italia con el título de doctor. Se dedicó a la predicación, que realizó en diversas regiones, especialmente en el Piamonte y en Lombardía, con tal éxito que se le consideraba “un nuevo San Bernardino” y se le llamó “orador apostólico famosísimo”. Se había propuesto combatir la ignorancia religiosa tanto en el laicado como en el clero, especialmente en relación con el sacramento de la Penitencia. No se contentó con predicar, sino que escribió con competencia y claridad singulares una “Suma Pacífica”, compuesta en 1473, que los estudiosos de la teología moral reconocen como un tratado muy importante.
A menudo regresó a Cerano, donde hizo erigir una capilla en honor de la Virgen para acrecentar entre sus conciudadanos la devoción a la Madre de Dios. Sixto IV lo envió por primera vez a Cerdeña con una misión especial en 1471, y una segunda vez en el tiempo de la invasión de Mohamed II en 1480, con el cargo de Nuncio apostólico contra los turcos. Los comienzos de la nueva misión en la isla fueron prometedores.
Sin embargo, su principal ocupación fue, como dijimos, la predicación, en la cual tuvo grandes éxitos. Puede decirse que este piamontés de palabras sobrias reverdeció, a pocos decenios de distancia, los laureles de otro santo franciscano, Bernardino de Siena, el mayor predicador del siglo. En el siglo XV la Orden franciscana conoció una maravillosa florescencia de Santos y una amplia difusión. Los conventos se multiplicaron, sencillos y devotos, no solamente en la península sino también en Sicilia y Cerdeña. Como visitador y comisario general de la Orden, el Beato Pacífico tuvo el oficio de visitar todos los conventos, mientras como predicador convincente para el auditorio, el Papa lo encargaba de predicar una cruzada contra el Sultán Mohamed II.
Giróvago por obediencia, Pacífico pasó por todas las regiones de Italia predicando la paz y el Evangelio de Cristo. Agotado por las fatigas apostólicas, murió a los 58 años, en Sassari, el 4 de junio de 1482, lejos de su verde Piamonte, a donde sin embargo retornaron sus restos, en la iglesia franciscana de Cerano, por expreso deseo del teólogo de la pacífica conciencia. Bascapè lo proclama “insigne por su doctrina y santidad, consuelo y protector de su patria”. Benedicto XIV aprobó su culto el 7 de julio de 1745.
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad de San Medardo, vuestro confesor, aumente en nosotros el espíritu de, piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN: NO HAY QUE BURLARSE DE DIOS
I. Es burlarse de Dios no cumplir las promesas que le has hecho; es inferirle una afrenta que no osarías inferior a un hombre honrado; es despreciar su justicia y abusar de su bondad. Has prometido, en tu bautismo, renunciar a las pompas del demonio: ¿cómo cumples tus promesas? ¿Se podría, por tu conducta, reconocerte en un grupo de infieles? No sólo la fe, también las costumbres deben distinguir a un cristiano de un pagano. (San Jerónimo).
II. Es burlarse de Dios no creer en su palabra; es dudar de su verdad, de su poder y de su bondad. Él ha dicho que es difícil para un rico entrar en el cielo; que los pobres son dichosos; que te dará el céntuplo de lo que hayas dado a los pobres. ¿Crees en todas estas verdades? Si estuvieras bien convencido de ellas, vivirías de muy distinta manera; y si crees en ellas sin practicarlas, es también burlarse de Dios, pero de manera mucho más injuriosa.
III. Es burlarse de Dios no querer darle sino el fin de tu vida, es decir, las sobras del mundo, del demonio y de los placeres. ¡Hermoso presente a Dios destinas cuando le dices: Me daré a Ti cuando esté ya cansado de los placeres o cuando la edad no me permita ya gozar de ellos! Te burlas de las recompensas eternas que Dios te prepara, puesto que no quieres emplear, para adquirirlas, sino los tristes días de la vejez: Ahora es, oh Dios mío, cuando quiero convertirme. ¿Hasta cuándo diré: Mañana, mañana, por qué no hoy? ¿Por qué no poner término desde ahora a mi vergüenza? (San Agustín).
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo I, Patron Saints Index.