VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA (IX) por Aloysius Bellecius SJ


LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA 
(Aloysius Bellecius SJ, Madrid, 1867). 


LECTURA SOBRE EL PRIMER EJERCICIO , QUE S. IGNACIO LLAMA FUNDAMENTO. (Continuación)


IV. Si tal fuese por desgracia nuestro estado , concibamos á lo ménos el deseo de esta santa indiferencia , y grabemos en nuestra memoria las dos máximas siguientes , á fin de recordarlas con frecuencia durante este primer dia . 1.ª No se debe usar ó abstener de las criaturas , sino en cuanto nos conducen al último fin , ó nos apartan de él : 2.ª por consiguiente , es preciso guardar respecto de ellas una perfecta indiferencia , y áun escoger y buscar con cuidado en todas las cosas lo que conduce más seguramente á este último fin ; de suerte que no deseemos más la salud que la enfermedad , las riquezas que la pobreza , los honores que los desprecios , una vida larga que una vida corta.


Lo repito , traigamos hoy con frecuencia estas verdades á la memoria , y consideremos al mismo tiempo la elevacion y la felicidad de un alma , que, sumisa sin reserva á la voluntad de Dios , de que hace su único estudio en estos Ejercicios , se halla igualmente dispuesta á vivir en un estado humilde, pobre y penoso , como en un estado honroso , cómodo y agradable á los sentidos .


Una disposicion semejante debe ser el fruto de la primera meditacion de este dia , como quiera que de este principio : que hemos sido criados por Dios y para Dios , se sigue que debemos servir á Dios en la forma que á Él le agrade , con una entera indiferencia para la clase de servicio en que la divina Majestad pueda querer que le mostremos nuestro rendimiento ; de tal suerte , que nos sea igual ser ricos ó pobres , honrados ó despreciados , sanos ó enfermos , en fin , vivir ó morir, con tal que sirvamos á nuestro Criador de la manera que Él quiere , sea en el estado de vida á que podremos creer que nos llama , sea en el grado de perfeccion que exige el estado que hemos abrazado ya, cumpliendo así lo que prescribe la quinta de las veinte adiciones , que dice así : El que comienza los Ejercicios hallará una admirable facilidad para hacerlos , si viene á ellos con ánimo y fervor, si ofrece á su Criador todo su corazon y toda su voluntad , y si por servirle de la manera más conforme á su beneplácito , le deja dueño de disponer de su persona y de todo lo que de él depende. §


§. III.

Segun S. Ignacio , hay dos razones por las cuales debe nuestra indiferencia recaer principalmente en estos cuatro puntos , á saber : 1.° la pobreza ó las riquezas : 2.º los honores ó los desprecios : 3.º la salud ó la enfermedad : 4. ° la vida larga ó la vida corta. 1.º Porque principalmente con motivo ó por ocasión de esas cosas suele perder el alma esta dichosa indiferencia , inclinándose por su propia elección á lo que la puede dañar : 2. ° porque ellas son el principio á que remonta todo lo que es un obstáculo á nuestro último fin , como que , segun S. Juan, todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne , concupiscencia de los ojos , y soberbia de la vida (1 ) . Y esta triple concupiscencia es como la estopa , de que el infernal cazador ha fabricado sus pérfidas redes , que el grande anacoreta S. Antonio vió tendidas sobre toda la superficie de la tierra , y con las cuales arrebata Satanás á millares de almas la santa indiferencia , las hace esclavas suyas , las priva del cielo y las arrastra á su perdición .


No se nos diga que comparamos mal las riquezas y los honores á la salud y á la vida , como quiera que estas son un bien , consideradas en sí mismas , que teniendo una conveniencia íntima con nuestra naturaleza , se las puede desear por lo que son en sí ; tanto más cuanto el hombre está obligado en conciencia á procurárselas y conservarlas por medios lícitos : y que por consiguiente no sería una indiferencia laudable eso de no querer más la salud que la enfermedad , la vida larga que la vida corta . No , este razonamiento no debilita nuestra comparacion.


Es verdad , dice Suarez , que la vida y la salud tienen tal conveniencia con nuestra naturaleza , que son como necesarias á su perfecta integridad , y que por lo mismo no es ilícito desearlas únicamente por sí mismas , y sin proponerse otro motivo ; sin embargo , hay más perfeccion en no amar esta clase de bienes sino en cuanto nos sirven de medios para practicar la virtud ; porque si bien los podemos querer por sí mismos , con todo , siendo ellos con frecuencia una ocasion de pecado , ó al ménos un obstáculo al adelantamiento espiritual , es evidentemente muy ventajoso no desear el disfrutar de los mismos , sino en cuanto pueden ayudar en la obra de nuestra santificacion .


Por otra parte , la práctica de la virtud , sobre todo de una virtud perfecta , exigen á menudo que se estimen en poco estas dos suertes de bienes , y que se pierdan generosamente por Dios . Es pues necesario que el hombre extienda hasta ellos su indiferencia para estar pronto en la ocasion á hacer un noble sacrificio de los mismos . Así es como responde Suarez á los injustos censores que reprueban en este punto la doctrina de los Ejercicios . En cuanto á nosotros , no vemos sino una profunda sabiduría en el pensamiento de S. Ignacio al aplicar en particular á los cuatro puntos de que hemos hablado , la indiferencia perfecta que da por base á toda su teoría espiritual.


( 1 ) 1 Joan . , II , 16 .


Continuará...