ORACIÓN COMPUESTA EN 1956 POR SU SANTIDAD EL PAPA, PÍO XII, AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
PARA QUE FUERA RECITADA POR LOS SACERDOTES
PARA QUE FUERA RECITADA POR LOS SACERDOTES
Señor Jesús, Eterno Pontífice, Buen Pastor, fuente de vida, que, sin méritos propios, nos has reunido en la orden de tus sacerdotes con el don especial de tu Sacratísimo Corazón, para cumplir los deseos a los que aspira tu gracia. nuestras mentes, los generosos regalos de tu ayuda y misericordia concédenos Tú, que te santificaste por nosotros, para que también nosotros seamos santos en la verdad (cf. Jn. 17,19), concédenos que nunca nos apartemos del camino que tú eres, hábil en tu doctrina, fiel en la ejecución de los preceptos. de tu ley, dulcísima, reflejemos en nuestro comportamiento la imagen de tu corazón, y en ti y por ti en todo agrademos al Padre celestial.
Que toda forma de justicia brille en nosotros con la prudencia, y que la fuerza de la fortaleza se una a la moderación de la casta templanza. Que la fe sincera se asiente en nuestro pecho, que la esperanza de los bienes inmortales infunda el rocío del consuelo; y allí se encienda el fuego celestial, que vuestro corazón encenderá con el horno ardiente de la caridad. Concede que en tus palabras, en las que resplandece la sabiduría eterna, nuestra meditación se centre en tus rebaños, y desde donde nosotros nos alimentamos, podamos alimentar a las ovejas de tu rebaño, nuestro cuidado. Que los que se oponen a tu Evangelio teman la estructura de nuestra unidad, y de ningún modo detecten en nosotros nada de lo que tu Iglesia, nuestra Madre, experimentada arrugas y manchas, imputa. Haz finalmente que podamos continuar, no siguiendo nuestros propios intereses, sino tu gloria, hasta el último aliento en nuestro deber, con una conciencia pura de recta voluntad; y cuando nuestro cuerpo muera, a ti, a quien tenemos en la tierra por guía y compañero, nos toca una recompensa eterna en los esplendores de los Santos. Quien vive y reina con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos. Amén.
Domine Iesu, Pontifex aeterne, Pastor bone, fons vitae, qui nos, nullis nostris suffragantibus meritis, ex peculiari Sacratissimi Cordis tui munere in sacerdotum tuorum ordinem aggregasti, ad illa implenda vota, quae gratia tua mentibus nostris aspirat, auxiliantis misericordiae tuae nobis larga dona concede. Tu qui pro nobis sanctificasti teipsum, ut simus et ipsi sancti in veritate (cfr. Io. 17, 19), fac, ut a via, quae tu es, numquam digredientes, in doctrina tua sollertes, in exsequendis legis tuae praeceptis fideles, suavissimi Cordis tui imaginem in nostros mores referamus, et in te et per te in omnibus rebus Patri placeamus caelesti.
Resplendeat in nobis cum prudentia omnis forma iustitiae, et castae temperantiae moderationi fortitudinis robur adiungatur. Pectori nostro sincera fides insideat, immortalium bonorum spes solacii rorem infundat; ibique caelestis ignis fiammescat, quem Cor tuum fornax ardens caritatis accendat. Fac ut in verbis tuis, in quibus aeterna sapientia refulget, iugis meditatio nostra versetur, et unde ipsi pascimur, oves gregis tui, curam nostram, pascamus. Qui Evangelio tuo adversantur, unitatis nostrae vereantur compaginem, neque ullo modo in nobis quidquam deprehendant, quod Ecclesiae tuae, Matri nostrae, experti rugae et maculae, imputent. Fac denique ut non nostras utilitates, sed tuam gloriam sectantes, usque ad extremum halitum in officio nostro, rectae voluntatis conscientia pura, perstemus; et cum corpus nostrum morietur, te, quem in terris habemus ductorem et comitem, in Sanctorum splendoribus aeternum praemium sortiamur. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitate Spiritus Sancti per omnia saecula. Amen.