Cardenal Martín de Herrera
Pastoral del 8 de Noviembre de 1901
No debe, por tanto, confundirse el liberalismo con las diferentes formas de gobierno de las naciones civilizadas, ni con la organización de los tres poderes anejos a la soberanía, que son: el legislativo, el ejecutivo y el judicial; lo mismo puede estar contagiado del virus del liberalismo un imperio autocrático que una monarquía absoluta, y lo mismo una monarquía constitucional que una república unitaria ó federativa, porque la peste del liberalismo no está en la organización de los poderes públicos, ni en la manera de hacer las leyes, ni en la administración de los intereses del estado, sino en el espíritu que informa las leyes, en los derechos otorgados a los ciudadanos, y en los deberes que se le imponen con detrimento de las leyes de Dios y de su Iglesia.
En todas las naciones contagiadas del liberalismo, hijo natural del protestantismo, el poder legislativo funciona sin guardar el respeto debido a la ley de Dios, que es la norma y regla de todas las leyes humanas; el poder ejecutivo se ejerce con detrimento de los derechos de la Iglesia; y el poder judicial somete a su fuero causas civiles y criminales, que son de la competencia de la autoridad eclesiástica.
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