VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

¿LA «GUERRA TOTAL» MODERNA, LA GUERRA A B C EN PARTICULAR, ESTÁ MORALMENTE PERMITIDA EN PRINCIPIO?

S.S.Pío XII
Discurso a la VIII Asamblea de la Asociación Médica Mundial
30 de septiembre de 1954

¿La «guerra total» moderna, la guerra A B C en particular, está moralmente permitida en principio? No puede quedar duda alguna, en particular a causa de los horrores y de los inmensos sufrimientos provocados por la guerra moderna, de que desencadenarla sin justo motivo (es decir, sin que ella sea impuesta por una injusticia evidente y extremadamente grave, inevitable de otra manera) constituye un delito digno de las sanciones nacionales e internacionales más severas. No se puede plantear la cuestión de la licitud de la guerra atómica, química y bacteriológica sino en el caso en que se la juzgue indispensable para defenderse de las condiciones indicadas. Y aun entonces es necesario por todos los medios evitarla mediante acuerdos internacionales o al menos fijar a su utilización límites suficientemente claros y estrechos para que sus efectos queden reducidos a las exigencias estrictas de la defensa. Cuando la puesta en marcha de este medio entraña una extensión tal del mal que escapa seguramente al control del hombre, su utilización debe rechazarse como inmoral. En este caso no se trataría ya de «defensa» contra la injusticia y de «salvaguarda» necesaria de posesiones legítimas, sino de pura y simple aniquilación de toda la vida humana dentro de su radio de acción, y esto no está permitido por título alguno.


Discurso a Ia VIII Asamblea de Ia Asociación Médica Mundial, 30 de septiembre de 1954.
En «Ecclesia», 14 (1954), n.° 692. p. 429 b-430 a. 
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L'INESAURIBILE MISTERO
Domingo 23 de diciembre de 1956

Servicio militar, armamento y guerra
[40]La situación de hoy, que no tiene parangón con el pasado, debería ser claramente conocida por todos. No es posible ya dudar acerca de las miras y los métodos que vienen tras los carros armados cuando éstos se lanzan fragorosamente, sembrando la muerte más allá de sus fronteras, para obligar a las poblaciones civiles a una forma de vida que abiertamente aborrecen; cuando, atropellando, por decirlo así, los trámites de posibles arreglos y mediaciones, se amenaza con el uso de armas atómicas para conseguir concretas aspiraciones, sean o no justificadas. Es claro que en las presentes circunstancias puede darse en una nación el caso de que la guerra, agotados todos los esfuerzos para evitarla, a fin de defenderse eficazmente y con esperanza de feliz resultado contra injustos ataques, no podría ser considerada ilícita.

[41] Si, pues, una representación popular y un Gobierno elegidos en libres elecciones, en extrema necesidad, con los legítimos medios de política externa e interna, adoptan medidas de defensa y ejecutan las disposiciones a juicio suyo necesarias. también proceden en forma no inmoral, de modo que un ciudadano católico no puede apelar a su propia conciencia para negarse a prestar sus servicios y cumplir los deberes determinados por la ley. En esto nos sentimos en perfecta armonía con nues tros predecesores León XIII y Benedicto XV, los cuales nunca negaron tal obligación, aunque profundamente lamentaron la desenfrenada carrera de los armamentos y los peligros morales de la vida en los cuarteles y señalaron como remedio eficaz, como también Nos lo hacemos, el desarme general".

Normas morales y exigencias de la conciencia
[42] Hay, pues, casos y momentos en la vida de las naciones en los que sólo el recurso a principios superiores puede establecer claramente los límites entre el derecho y la injusticia, entre lo lícito y lo inmoral y tranquilizar las conciencias frente a graves resoluciones. Por esto es consolador que en varias naciones, en los debates actuales, los hombres hablen de la con ciencia y sus exigencias. Muestran que no han olvidado que la vida social en tanto se salva del caos en cuanto se deja regir por normas absolutas y por un fin absoluto; implícitamente condenan a los que creen poder resolver las cuestiones de con vivencia humana a base de buena forma exterior y con una mirada práctica, que trata de obrar según se encuentra en cada caso particular el interés y el poder. Aunque en el programa, que es la base de las Naciones Unidas, se determina la consecución de los valores absolutos en la convivencia de los pueblos, los hechos recientes han demostrado que el falso realismo logra prevalecer en no pocos de sus miembros, aun en los casos en que se trata de restablecer el respeto a aquellos mismos valores, abiertamente conculcados, de la sociedad humana. La mirada unilateral, que tiende a obrar en las diversas circunstancias sólo según el interés y el poder, logra hacer que las acusaciones por haber turbado la paz vengan a tratarse con bastante diversidad y que, de este modo, la importancia respectiva que estos casos tienen a la luz de los valores absolutos se vea pura y simplemente invertida.

La autoridad de las Naciones Unidas
[43] Nadie aguarda o pide lo imposible, ni siquiera tratándose de las mismas Naciones Unidas; pero se podría haber esperado que su autoridad hubiese pesado, al menos por medio de observadores, en los sitios de extremo peligro para los valores esenciales del hombre. Aunque es de agradecer que la ONU condene violaciones graves contra el derecho de las gentes y pueblos enteros, con todo, podría desearse que en semejantes casos a los Estados que rechazan aun la admisión de observadores demostrando así tener un concepto de la soberanía del Estado que mina los fundamentos mismos de la ONU.- no les sea permitido el ejercicio de sus derechos de miembro de la misma Organización. Esta debería tener también el derecho y el poder de prevenir toda intervención militar de un Estado en otro intentada bajo cualquier pretexto, y no menos el de asumir con suficientes fuerzas de Policía la defensa del orden en el Estado amenazado.

El desarme general y los nuevos métodos de control
[44] Si indicamos estos lados defectuosos es porque deseamos ver reforzada la autoridad de la ONU., sobre todo para conseguir el desarme general, que tanto ansiamos, y sobre el que ya otras veces hemos hablado. Efectivamente, sólo en el ámbito de una institución como la de las Naciones Unidas podrá ser concordado y convertido en obligación absoluta de derecho internacional el empeño de cada Estado de reducir el armamento y especialmente el renunciar a la producción y empleo de determinadas armas. De la misma manera sólo las Naciones Unidas tienen al presente capacidad de exigir la observancia de esta obligación haciendo una efectiva inspección de los armamentos de todos sin excluir a nadie. Su ejercicio mediante la observación aérea, mientras evita los inconvenientes a que daría lugar la presencia de las comisiones extranjeras...

6AI 16,210; Arch. degli Affari Eccl. Straord., nota del cardenal Gasparri, secretario de Estado de Benedicto XV, al Primer Ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, 28 de septiembre de 1917.



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RELACIONADO

MORALIDAD DE LA GUERRA EN NUESTROS DÍAS
Y EN LO PORVENIR
PELAYO DE ZAMAYÓN, O. F. M. 
Revista Española de Derecho Canónico. 1955 volumen 2, n.º 1. Páginas 42-79

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00:00:21 1. Actualidad y gravedad del tema 00:03:24 2. Síntesis de la doctrina católica sobre la guerra. 00:09:55 3. Evolución de la guerra a lo largo de tos siglos. 00:13:24 4. Carácter de la guerra actual: universal y totalitaria. 00:15:54 5. Objeciones contra la doctrina tradicional. 00:20:07 6. Opinión pacifista de varios doctores católicos. 00:24:03 7. Refutación de las objeciones y de la opinión pacifista: Defensa de la doctrina tradicional tanto para la guerra defensiva como para la ofensiva. 00:31:48 8. La sociedad natural de todos los hombres y de todos los Estados. 00:37:00 9. Errores modernos. 00:41:02 10. Nuevas armas: por ellas cambia profundamente la guerra. 00:57:14 11. El peligro de otra guerra mundial. 01:01:20 12. Problema nuevo: su solución.


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