LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
(Aloysius Bellecius SJ, Madrid, 1867).
SEGUNDA MEDITACIÓN.
DEL FIN DEL HOMBRE RELIGIOSO.
(Continuación)
Punto tercero.
Concluyamos de estos principios que el religioso debe servir á Dios en el estado de salud , en el grado de perfeccion , en el lugar y empleo , que exigen la obediencia ó las disposiciones de la divina Providencia , y que sobre estos cuatro puntos debe guardar una indiferencia perfecta ; toda vez que está obligado , como lo hemos dicho en la primera meditacion , á servir á su Criador de la manera que quiera este adorable Señor .
Dios espera pues que le sirvamos en el empleo y en el lugar en que nos coloca la obediencia , en el grado de perfeccion y en el estado de salud en que nos quiere el orden de su providencia . Es , en efecto , un artículo de fe que todo lo que nos sucede, excepto el pecado , nos viene por permision de un Padre lleno de amor, y que haciendo la voluntad de nuestros superiores , hacemos la voluntad del mismo Dios , segun el oráculo de Jesucristo : Quien á vosotros oye , á mí me oye (1) ; y segun la palabra de un profeta : Dichosos somos nosotros á quienes el Señor hace manifiestas , por medio de la regla , las cosas que le son agradables (2) .
Repitámoslo todavía otra vez : es preciso estar indiferentes respecto de esos cuatro puntos , y el que obra de otra manera no rinde á su Criador la obediencia que le debe en la forma que este soberano Señor pide , y se aleja así de su último fin . Porque lo mismo que á todo hombre es necesaria para llegar á su fin , la indiferencia á la abyeccion ó á los honores , á la riqueza ó á la pobreza, segun queda establecido en la primera meditacion ; así , para llegar al fin de su vocacion , todo religioso , sobre todo el religioso de nuestra Compañía , debe estar indiferente para todo empleo , todo lugar , todo estado de salud y todo grado de perfeccion : y así como se apartaria desgraciadamente de su vocacion el seglar que quisiese pasar su vida en un estado diferente de aquel á que Dios le ha llamado ; del mismo modo se aparta de su fin el religioso que quiere servir á Dios en un lugar, en un oficio , en un estado de salud , en un grado de perfeccion diferente de aquel que le es señalado por disposicion de sus superiores , ó por el órden de la divina Providencia.
El fruto , pues , de la presente meditacion , debe ser una indiferencia perfecta respecto de estos diversos puntos ; y es de la mayor importancia para nosotros el adquirir las disposiciones que ella exige , áun á costa de los mayores esfuerzos ; toda vez que esta indiferencia es el fundamento sobre el cual descansan las otras meditaciones , y cuya conmocion arrastraria la ruina de todo el edificio espiritual de los Ejercicios y de la vida interior : ella es además la condicion , sin la cual jamás llegaremos á la perfeccion de la caridad , en que consiste el principal fin de estos Ejercicios y de todo el estado religioso . Para dar más firmeza á nuestra conviccion sobre este punto , expondremos todavía muchos otros motivos en la consideracion de la tarde .
(1) Luc. X , 16
(2) Baruch IV , 4 .
Continuará...