S.M. Felipe II
Estando para morir Felipe II, rey de España, hizo llamar á su hijo, y despojándose de los yes- tidos reales, le hizo mirar su pecho roído de gusanos, y después le dijo: Hijo mío, mira de qué modo morimos, y cual es el fin de las grandezas humanas. Después mando que le suspendieran sobre el pecho una cruz de madera y se dispuso para morir; y luego volviéndose a su hijo, le añadió: He querido, hijo mío, que te hallases presente á este acto, para que veas de qué modo trata el mundo al fin de su vida, aun á los monarcas. Y murió diciendo: ¡Ojalá hubiese sido lego de alguna religión y no rey! Así hablan á la hora de la muerte hasta los grandes de la tierra á quienes suelen llamar los hombres, los árbitros del mundo. Pero & de qué sirven entonces estos deseos y sus- piros, sino para aumentar la pena y los remordimientos a los amadores del mundo, cuando se acaba el drama de la vida?
San Alfonso María de Ligorio
Dominica Sexta después de Pentecostés
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