S.S. Benedicto XV
11de Marzo de 1920
Recuerden principalmente que en esta breve vida sujeta a toda suerte de miserias, nadie puede ser feliz, porque la felicidad verdadera y absoluta y eterna, como premio de la buena vida anterior, se nos ha prometido en el cielo; allí está la recompensa de nuestros trabajos; y por esta razón no debemos ser tan exigentes en hacer valer nuestros derechos como solícitos en cumplir nuestras obligaciones. Aunque en esta vida mortal podamos enmendar nuestra fortuna y crearnos más cómoda posición, sin embargo, nada conduce mejor al bien común que la concordia y armonía de todos los órdenes sociales, hija de la caridad cristiana.
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