VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SE ELIMINARA LA OPORTUNIDAD DE DIVISIÓN

S.S. Gregorio XVI 
1835
COMMISSUM DIVINITUS


Jesucristo confirió a su Iglesia el poder supremo de administrar la religión y gobernar la sociedad cristiana. Esto no está sujeto a la autoridad civil. En su carta a los Efesios el apóstol enseña que Cristo estableció este poder eclesiástico en beneficio de la unidad. ¿Y qué es esta unidad a menos que se ponga a cargo de toda la Iglesia una persona que la proteja y una a todos sus miembros en la única profesión de fe y los una en el único vínculo de amor y comunión? La sabiduría del Divino Legislador ordenó que se colocara una cabeza visible sobre un cuerpo visible para que “una vez establecida así, se eliminara la oportunidad de división”. Por lo tanto, si bien para todos los obispos a quienes el Espíritu Santo puso como gobernadores de la Iglesia de Dios hay una dignidad común y en materia de rango hay sin embargo igual poder, no hay el mismo rango en la jerarquía para todos y no todos tienen el mismo alcance de jurisdicción.

Usando las palabras de San León Magno; “Entre los santos apóstoles había semejanza de honor pero distinción de poder: si bien la elección de todos era igual, sólo a uno le era dada la preeminencia entre los demás… porque el Señor quería que el sacramento del deber evangélico perteneciera a el oficio de los apóstoles; así lo colocó principalmente en San Pedro, cabeza de todos los apóstoles”. Esto se lo concedió sólo a Pedro entre todos los apóstoles cuando le prometió las llaves del reino de los cielos y le confió la obligación de alimentar las ovejas y los corderos del Señor y el deber de fortalecer a sus hermanos. Quería que esto se extendiera a los sucesores de Pedro, a quienes puso al frente de la Iglesia con igual derecho. Ésta ha sido siempre la opinión firme y unida de todos los católicos. Es dogma de la Iglesia que el Papa, sucesor de San Pedro, posee no sólo la primacía de honor sino también la primacía de autoridad y jurisdicción sobre toda la Iglesia. Por tanto, los obispos están sujetos a él.

En palabras de San León, que continúa hablando de la Santa Sede de Pedro: “Es necesario que la Iglesia en todo el mundo esté unida y se adhiera al centro de la unidad católica y de la comunión eclesiástica, para que quien se atreva a partir de la unidad de Pedro se pueda entender que ya no participa del misterio divino”. San Jerónimo añade: “Quien coma cordero fuera de esta casa es impío. Los que no estaban en el arca de Noé perecieron en el diluvio”. Así como quien no reúne con Cristo, así quien no reúne con el Vicario de Cristo en la tierra, claramente dispersa. ¿Cómo puede reunirse con él quien destruye la santa autoridad del Vicario de Cristo y atenta contra sus derechos? Es a través de estos derechos que el Papa es el centro de la unidad, que tiene la primacía del orden y la jurisdicción, y que tiene el pleno poder de nutrir, gobernar y gobernar la Iglesia universal.


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