VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

PREVOST INSISTE EN QUE LA IGLESIA CATÓLICA NO ES LA IGLESIA DE CRISTO, Y DICE QUE SE DEBE DEJAR DE DEFENDER LOS DOGMAS YA QUE HAN PERDIDO SU RAZÓN DE SER

Bob Prevost
Vº JEFE SUPREMO DE LA RAMERA CONCILIAR DEL VATICANO II
IN UNITATE FIDEI
23 de noviembre de 2025

...Gracias a Dios el movimiento ecuménico ha alcanzado bastantes resultados en los últimos sesenta años. Aunque la plena unidad visible con las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales y con las Comunidades eclesiales nacidas de la Reforma aún no nos ha sido dada, el diálogo ecuménico nos ha llevado, sobre la base del único bautismo y del Credo niceno–constantinopolitano, a reconocer a nuestros hermanos y hermanas en Jesucristo en los hermanos y hermanas de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales (HERÉTICAS Y CISMÁTICAS) y a redescubrir la única y universal Comunidad de los discípulos de Cristo en todo el mundo. Compartimos de hecho la fe en el único y solo Dios, Padre de todos los hombres, confesamos juntos al único Señor y verdadero Hijo de Dios Jesucristo y al único Espíritu Santo, que nos inspira y nos impulsa a la plena unidad y al testimonio común del Evangelio. ¡Realmente lo que nos une es mucho más de lo que nos divide! De este modo, en un mundo dividido y desgarrado por muchos conflictos, la única Comunidad cristiana universal puede ser signo de paz e instrumento de reconciliación, contribuyendo de modo decisivo a un compromiso mundial por la paz. San Juan Pablo II nos ha recordado, en particular, el testimonio de los numerosos mártires cristianos procedentes de todas las Iglesias y Comunidades eclesiales (HERÉTICAS Y CISMÁTICAS): su memoria nos une y nos impulsa a ser testigos y artífices de paz en el mundo.

Para poder ejercer este ministerio de modo creíble, debemos caminar juntos para alcanzar la unidad y la reconciliación entre todos los cristianos. El Credo de Nicea puede ser la base y el criterio de referencia de este camino. Nos propone, de hecho, un modelo de verdadera unidad en la legítima diversidad Unidad en la Trinidad, Trinidad en la Unidad, porque la unidad sin multiplicidad es tiranía, la multiplicidad sin unidad es desintegración. La dinámica trinitaria no es dualista, como un excluyente aut-aut, sino un vínculo que implica, un et-et: el Espíritu Santo es el vínculo de unidad que adoramos junto con el Padre y el Hijo. Por tanto, debemos dejar atrás controversias teológicas* que han perdido su razón de ser para adquirir un pensamiento común y, más aún, una oración común al Espíritu Santo, para que nos reúna a todos en una sola fe y un solo amor.

Esto no significa un ecumenismo de retorno al estado anterior a las divisiones, ni un reconocimiento recíproco del actual statu quo de la diversidad de las Iglesias y Comunidades eclesiales, sino más bien un ecumenismo orientado al futuro, de reconciliación en el camino del diálogo, de intercambio de nuestros dones y patrimonios espirituales. El restablecimiento de la unidad entre los cristianos no nos empobrece, al contrario, nos enriquece. Como en Nicea, este propósito sólo será posible mediante un camino paciente, largo y a veces difícil de escucha y acogida recíproca. Se trata de un desafío teológico y, aún más, de un desafío espiritual, que requiere arrepentimiento y conversión por parte de todos. Por ello necesitamos un ecumenismo espiritual de oración, alabanza y culto, como sucedió en el Credo de Nicea y Constantinopla.

https://www.vatican.va/content/leo-xiv/es/apost_letters/documents/20251123-in-unitate-fidei.html

*DOGMAS COMO LA FILIOQUE, EL PURGATORIO, LA INMACULADA CONCEPCIÓN, EL DOGMA DE LA CONSTITUCIÓN MONARQUICA DE LA IGLESIA, EL PRIMADO DE PEDRO/IGLESIA DE ROMA, FORMA DE LA CONSAGRACIÓN EUCARÍSTICA...

***

San Pío X
EX QUO
Sobre el retorno a la unidad de la Iglesia Católica
por parte de los cismáticos “ortodoxos”
26 de diciembre de 1910

"ESTEMOS TODOS SEGUROS DE QUE EL TRABAJO CON ESTE OBJETO DE UNIDAD SERÁ EN VANO A MENOS QUE, Y SOBRE TODO, ABRACEN LA VERDADERA Y COMPLETA FE CATÓLICA TAL Y COMO HA SIDO ENTREGADA Y CONSAGRADA EN LA SAGRADA ESCRITURA, LA TRADICIÓN DE LOS PADRES, EL CONSENTIMIENTO DE LA IGLESIA, LOS CONCILIOS GENERALES Y LOS DECRETOS DE LOS SUMOS PONTÍFICES."


No menos temeraria que falsamente se da entrada a esta opinión: que el dogma de la procesión del Espíritu Santo por parte del Hijo no dimana en modo alguno de las palabras mismas del Evangelio ni se prueba por la fe de los antiguos Padres; – igualmente con la mayor imprudencia se pone en duda si los sagrados dogmas del purgatorio y de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María fueron conocidos por los santos varones de los primeros siglos; – ... sobre la constitución de la Iglesia... en primer lugar se renueva el error tiempo ha condenado por nuestro predecesor Inocencio X [v. 1091], por el que se persuade se tenga a San Pablo como hermano totalmente igual a San Pedro; – luego con no menor falsedad se introduce la persuasión de que la Iglesia Católica no fué en los primeros siglos mando de uno solo, es decir, monarquía, o que el primado de la Iglesia Romana no se apoya en ningún argumento válido. – Mas ni siquiera... queda intacta la doctrina católica sobre el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, al enseñarse audazmente poderse aceptar la sentencia que defiende que entre los griegos las palabras de la consagración no surten efecto sino después de pronunciada la oración que llaman epiclesis, cuando, por lo contrario, es cosa averiguada acerca de la Iglesia no le compete derecho alguno de innovar nada acerca de la sustancia misma de los sacramentos, y no es menos disonante que haya de tenerse por válida la confirmación conferida por cualquier presbítero...

Hemos pensado que estas cosas deberían seros indicadas, venerables hermanos, no solo para que podáis saber que las proposiciones y teorías son rechazadas por nosotros como falsas, temerarias y ajenas a la Fe Católica, sino también para que, mientras esté en vuestro poder, podáis tratar de ahuyentar una influencia tan perniciosa del pueblo confiado a vuestro atento cuidado acompañándolos a todos a asumir sin demora las enseñanzas aceptadas, no escuchando nunca ninguna otra, aunque un ángel del cielo la predicara (Gálatas 1, 8). Al mismo tiempo, igualmente, os pedimos seriamente que les recalquéis que no tenemos deseo más ardiente que el de que todos los hombres de buena voluntad ejerzan infatigablemente toda su fuerza para que la unidad esperada pueda ser más rápidamente obtenida, para que aquellas ovejas a quienes las divisiones separan puedan estar unidas en la profesión de una Fe Católica bajo un pastor supremo. Y esto llegará más fácilmente si se multiplican las oraciones fervientes al Espíritu Santo Paráclito, que “no es Dios de confusión, sino de paz” (| Corintios 14, 33). Así ocurrirá que la oración de Cristo que Él ofreció entre gemidos antes de padecer el peor de los tormentos se realice, “que todos sean una cosa, como Tú, Padre, en mí, y Yo en ti; que también ellos sean en Nosotros una cosa” (Juan 17, 21).

Finalmente, estemos todos seguros de que el trabajo con este objeto de unidad será en vano a menos que, y sobre todo, abracen la verdadera y completa Fe Católica tal y como ha sido entregada y consagrada en la Sagrada Escritura, la Tradición de los Padres, el consentimiento de la Iglesia, los Concilios generales y los decretos de los Sumos Pontífices. Dejad, entonces, que todos aquellos que se esfuerzan por defender la causa de la unidad vayan adelante; dejadlos seguir adelante llevando el casco de la fe, sosteniendo el ancla de la esperanza, e inflamados con el fuego de la caridad, para trabajar incesantemente en esta empresa divina y Dios, el autor y amante de la paz en cuyo poder están los tiempos y las épocas (Hechos 1, 7), apresurará el día en que las naciones de Oriente vuelvan a la unidad católica y, unidos a la Sede Apostólica, tras desechar sus errores, entren en el puerto de la salvación eterna.

***