VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

LA ÉPOCA PRESENTE CONSIDERADA COMO PROPABLEMENTE LA ÚLTIMA DEL MUNDO. SAN ANTONIO MARÍA CLARET (1857)




LIBRO:
https://archive.org/details/la-epoca-presente-considerada-como-prob
AUDIO:
https://youtu.be/6luOR_ZI_5k


CAPÍTULO: EL MUNDO CESARÁ DE EXISTIR A LOS 6 MIL AÑOS

https://youtu.be/7Fs2d4V4Cng

https://archive.org/details/la-epoca-presente-considerada-como-prob/page/n13/mode/2up?q=


Primera razón: El mundo, dicen, fue criado en seis dias; luego su existencia no debe durar mas allá de seis mil años, porque mil años con respecto a Dios son como un día. (Psalm. LXXXIX, 4; II Petr. m, 8). Además en el Génesis, o sea el libro en que Moisés nos refiere la creacion del mundo, se encuentra seis veces la letra hebrea Aleph, que aritméticamente significa mil. Crió, pues, Dios el cielo y la tierra a seis Aleph, esto es para que durará seis mil años, como dice Cornelio a Lapide. Y así como el día sexto cesó Dios de crear y descansó el séptimo, o sea, el sábado, así también el mundo a los seis mil años cesará de existir; se verificará entonces la resurrección general, y empezará para los buenos el sábado de felicidad en que se les dirá que descansan de sus trabajos, como se lee en el Apocalipsis.



Segunda razón: La ley que Dios ha dado al hombre se divide en ley natural, ley escrita y ley de gracia. La primera, que comprende desde la creación de Adán hasta la circuncisión de Abrahan, duró dos mil años; la segunda , que va desde la circuncisión de Abrahan hasta el nacimiento del Mesías , duró también dos mil años; corresponden, pues, igualmente a la ley de gracia otros dos mil años, de los cuales, a contar desde el nacimiento de Jesucristo, tenemos ya andados 1857. Poco falta ya, por consiguiente, para completar los dos milésimos cuya duración, poco mas o menos, parece probablemente estarle señalada a dicha ley de gracia. De lo que leemos en las santas Escrituras se deduce también claramente que este último período de tiempo no durará mas que los dos anteriores. Los Profetas le llaman tiempo novísimo; san Juan última hora; san Pablo fin de los siglos; san Pedro dice: Se ha acercado el fin de todos; y Santiago augura que se ha acercado la venida del Señor.


Tercera razón: El mundo está viejo; no tardará en ser decrépito, y entonces correrá velozmente a su muerte. Hé aquí cómo ya san Cipriano, hablando de los achaques del mundo, concluye pronosticando su fin : « Esta es la sentencia que se ha dado al mundo; esta es la ley puesta por el mismo Dios, «que todas las cosas que nazcan tengan su ocaso; que las fuertes se debiliten; que las grandes se mengüen, y cuando estén enfermas y desmejoradas, fenezcan. Y no es de admirar que así suceda en las cosas particulares, cuando el mundo entero experimenta lo mismo. Ya el fin del mundo está cerca; convertid, pues, a Dios vuestros entendimientos y vuestros corazones con un santo temor. »


Cuarta razón: Viene en apoyo de lo mismo la autoridad de los santos Padres, san Agustín, san Jerónimo, san Justino, san Hilario; la de Victorino, Lactancio y otros; la de varios autores gentiles, como Hidaspes, Mercurio Trismegister, etc. ; la de muchos rabinos o maestros hebreos. Entre ellos augura lo mismo el rabino Moisés, gerundense, hombre de grande autoridad entre los hebreos; el rabino Isaac dice lo propio; el rabino Elías, tenido por el oráculo de su tiempo, en su Talmud, t. IV, trat. IV, dice: El mundo durará seis mil años, y después de este tiempo será destruido, o no será como ha sido hasta aquí. Este número, sin embargo, se ha de tomar geométrica y moralmente, esto es, poco mas ó menos. 


En este último milésimo en que vivimos, los días, según las Sagradas Escrituras, antes se acortarán que no se prolongarán, pues que en expresión de aquellas los últimos días serán abreviados a fin de que no perezcan los elegidos que hay o habrá sobre la tierra. (Matth. XXIV , 22). Además los Santos que están ya en el cielo no cesan de pedir a Dios la resurrección de sus cuerpos , para que sean con sus almas glorificados. (Apoc. VI, 10). Finalmente Cornelio Alápide aludiendo a las palabras: A la manera que una higuera, sacudida de un récio viento, deja caer sus brevas (Apoc. VI, 13), valiéndose de esa misma comparación con que san Juan explica la descomposición de la naturaleza, asegura que así como las brevas se caen antes de tiempo y sin estar sazonadas,  a causa del récio viento a que están expuestas, así sucederá a este mundo. Dios a causa de las muchas y grandes iniquidades de los hombres, le pondrá fin antes de lo que según su naturaleza misma había de durar y antes del tiempo que piensan sus habitantes, como lo hizo ya con el diluvio en tiempo de Noé.