En la vida de Santa Gertrudis se lee que, hallándose favorecida un dia con la aparición de San Juan Evangelista, le preguntó en qué consistía que habiendo tenido la dicha de estar reclinado en el pecho de Jesucristo durante la cena, nada había escrito para nuestra instrucción acerca de los movimientos de su divino Corazón; y que el santo la respondió estas notables palabras: «Yo estuve encargado de escribir por el bien de la Iglesia, entonces naciente, la palabra del Verbo increado de Dios Padre; pero la dulzura y suavidad de los movimientos de aquel Corazón es materia que se reservó el mismo Dios descubrir en los últimos tiempos, en la ancianidad del mundo, para reanimar la caridad que se hallará notablemente entibiada.»
***********
En 1856 el Papa Pío IX instaura para toda la Iglesia la fiesta litúrgica del Sagrado Corazón. León XIII consagra el género humano al Corazón de Jesús, y prepara el acto en su encíclica Annum Sacrum (1899). En el Magisterio apostólico sobre este tema conviene recordar especialmente a Pío XI en las encíclicas Miserentissimus Redemptor (1928) y Caritate Christi compulsi (1932); a Pío XII en las encíclicas Summi Pontificatus (1939) y Haurietis aquas (1956).