VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN JUAN GUALBERTO, Abad


12 de julio del Año del Señor
SAN JUAN GUALBERTO,
Abad


Si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco
vuestro Padre os perdonará los pecados.
(Mateo, 6,15).



San Juan Gualberto concedió al que había matado a su hermano el perdón que le imploraba en nombre de Jesús crucificado. En seguida entró a una iglesia y vio al Crucificado, delante del cual ora y ve bajar la cabeza como agradeciéndole acción tan heroica. Este milagro lo determinó a renunciar a una vida mundana y a ingresar en la Orden de San Benito. Como querían nombrarlo abad, se retiró a un valle llamado Valleumbrosa en los Apeninos, y allí echó las bases de la Orden del mismo nombre. Murió en 1073.


ORACIÓN

Haced, Señor, os lo suplicamos, que la intercesión de San Juan Gualberto, abad, nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su intermedio las gracias que no podemos adquirir por nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.



MEDITACIÓN SOBRE EL PERDÓN
DE LAS OFENSAS

I. Jesucristo nos manda perdonar las injurias; nos dio un hermoso ejemplo de ello al orar por sus verdugos. Los santos han practicado esta virtud; Dios por su parte perdona a todos los hombres, sean cuales fueren sus crímenes, tantas veces le piden perdón. ¿No son suficientes estos motivos para persuadirte a que perdones a los que te han ofendido? Todos los hombres aman a sus amigos, sólo los cristianos aman a sus enemigos. (Tertuliano).

II. Dios nos amenaza con no perdonarnos si nosotros rehusamos perdonar a los demás. Tú mismo todos los días dices al Señor: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos. ¿Qué le responderás en el día en que te pida cuenta de tu conducta? No perdonas, o lo haces sólo en apariencia y conservas siempre un corazón lleno de hiel contra tu enemigo. Si Dios sólo te perdonase en apariencia, ¿qué sería de ti? ¡Y, sin embargo, cuántas personas piadosas se irritan ante la más mínima injuria, al punto de no olvidarla más! ¿No eres tú de este número? Examínate seriamente al respecto.

III. Dios promete el perdón de sus faltas a los que perdonan a sus enemigos. En otro lugar, asegura que los reconocerá como hijos suyos y herederos. ¿No equivale ello a decir que un hombre que perdona cristianamente a sus enemigos es un predestinado? ¡Difícil es el precepto, pero también grande la recompensa! Perdonar una injuria es el colmo de la bondad, el coronamiento de la piedad, la suprema enseñanza de la filosofía divina. (San Juan Crisóstomo).


*Así es, mis amados hermanos, debemos perdonar a quienes nos ofendieron, calumniaron y dañaron nuestra reputación, por mucho que nos cueste y por imposible que nos resulte a primera vista. Para ello, debemos vernos como lo que somos, la nada más absoluta, unos pecadores miserables e ingratos que habríamos sucumbido a todas las tentaciones del mundo, el demonio y nuestra propia concupiscencia si Dios Uno y Trino no lo hubiera evitado y nos hubiera preservado de caer más bajo todavía. Las humillaciones e injurias que sufrimos de parte de los demás, Dios las permite e incluso nos las envía con el sabio propósito de abatir nuestro orgullo y nuestro amor propio exacerbado, pues sólo Dios es capaz de sacar bien del mal. Debemos tener bien presente que para entrar en el Cielo, es preciso humillarse y hacerse pequeño como un niño, que es inocente y no piensa mal de nadie. Por tanto, aunque nos hayan vilipendiado y calumniado de las más diversas y crueles maneras, debemos perdonar a quienes tan mal nos han juzgado, y debemos rezar también por ellos, pues los pobres realmente no saben lo que hacen y cumplen inconscientemente el designio divino.
"Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5,11-12).
Respecto a los intrusos y falsos cristos de hoy, que desgraciadamente son legión, es nuestro deber denunciarlos como los lobos con piel de cordero que son, pero también debemos rezar mucho por ellos y por las pobres almas que tienen engañadas, para que Dios les dé la humildad y la valentía necesarias para comprender que no tienen misión ni jurisdicción sobre nadie, por lo que la única salida que les queda es colgar sus falsas sotanas y falsos hábitos, someterse a la Disciplina infalible de S.S. Pío XII, y hacer digna penitencia para alcanzar el perdón del Cielo. ¡Quiera el Buen Dios que lo sepan entender y lo puedan aceptar por el bien de sus pobres almas!


Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


12 de Julio del Año del Señor.
SAN JUAN GUALBERTO,
Abad y Fundador
n. hacia el año 985 en Florencia, Italia;
† 1073 en Passignano, Italia
Patrono de los guardabosques.

Si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados. (Mateo 6, 15)

+ En el monasterio de Pasignano, junto a Florencia, san Juan Gualberto, Abad, que fue Fundador de la Orden de Valleumbrosa.
+ En Lodi de Lombardía, los santos Mártires Nabor y Félix, los cuales, en la persecución de Maximiano, después de varios tormentos, cortada la cabeza consiguieron el martirio. Sus cuerpos fueron por santa Sabina llevados a Milán y allí honoríficamente sepultados.
+ En Chipre, san Jasón, que fue uno de los antiguos discípulos de Cristo.
+ En Luca de Toscana, san Paulino, que fue ordenado por san Pedro primer Obispo de aquella ciudad, y en tiempo de Nerón, después de muchos combates, al pie del monte de Pisa, consumó con otros compañeros su martirio.
+ En Aquilea, el triunfo de san Hermágoras, que fue discípulo de san Marcos Evangelista, y primer Obispo de aquella ciudad; el cual, en medio de milagrosas curaciones y de la predicación con que convertía pueblos enteros, padeció, muchos géneros. de penas, y al cabo, siendo decapitado con su Diácono Fortunato, mereció el perpetuo triunfo.
+ El mismo día, el suplicio de los santos Proclo e Hilarión, que, en tiempo del Emperador Trajano y del Presidente Máximo, por medio de acerbísimos tormentos, llegaron a la palma del martirio.
+ En Toledo de España, santa Marciana, Virgen y Mártir, que, expuesta por la fe de Cristo a las fieras y despedazada por un toro, fue coronada del martirio.
+ En Lentini de Sicilia, santa Epífana, Mártir; la cual, siendo Emperador Diocleciano y Presidente Tertilo, cercenados los pechos, entregó su espíritu.
+ En Lyon de Francia, san Vivenciolo, Obispo.
+ En Bolonia, san Paterniano, Obispo.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.