Heribert Jone O.F.M.Los liberales, socialistas y comunistas son herejes o no, dependiendo del grado en que profesen los principios de sus partidos.
Quien, por ejemplo, profesa la completa independencia del Estado cristiano de la Iglesia, o que la Iglesia está sujeta al Estado, es un hereje; de manera similar, quien sostiene por principio que la religión no debe tener influencia en la vida pública, o que el matrimonio debe ser suplantado por el amor libre, o dice que la propiedad privada de los bienes temporales es una injusticia.
Debido a su ignorancia, estas personas a menudo actúan de buena fe. Si el confesor puede dejarlos en tal fe depende de la naturaleza de su error y de la cantidad de escándalo que causan. Sin embargo, las regulaciones episcopales deben ser observadas en este sentido.
Katholische Moraltheologie
Edición de 1962
***
BerGOGlioSucesor del Anticristo
"La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia de la dimensión religiosa en la sociedad, favoreciendo sus expresiones más concretas. "
En el discurso en el encuentro con la clase dirigente del Brasil
27 de julio de 2013
***
BerGOGlio
“los Estados deben ser seculares, los Estados confesionales acaban mal. Son contra la historia”
Entrevista en el Diario "La Croix"
16 de mayo de 2016
***
¿QUÉ DICE LA SANTA MADRE IGLESIA CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA?
S.S.Gregorio XVI
Mirari vos
15 de agosto de 1832
Tampoco podríamos predecir mejores tiempos para la Religión y el gobierno como resultado de las promesas de aquellos que desean separar la Iglesia del Estado y romper la mutua concordia del poder civil con el sacerdocio. Porque consta sin duda que es temida por los desvergonzados amantes de la libertad aquella concordia que siempre fue venturosa y saludable para lo sagrado y lo civil.
***
S.S.Pío IXSyllabus complectens praecipuos nostrae aetatis errores
8 de diciembre de 1864
PROPOSICIÓN CONDENADA
Es bien que la Iglesia sea separada del Estado
y el Estado de la Iglesia.
(Alocución Acerbissimum, 27 septiembre 1852)
***
Encíclica Dogmática
Quanta cura
8 de diciembre de 1864
No faltan hombres que, aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio del naturalismo, como le llaman, se atreven a enseñar que el mejor orden de la sociedad pública y el progreso civil demandan imperiosamente que la sociedad humana se constituya y se gobierne sin tener en cuenta la religión, como si no existiese, o por lo menos, sin hacer ninguna diferencia entre la verdadera religión y las falsas.
Además, contradiciendo la doctrina de la Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres, no dejan de afirmar que el mejor gobierno es aquel en el que no se reconoce al poder la obligación de reprimir con la sanción de penas a los violadores de la religión católica, a no ser que la tranquilidad pública lo exija.
Como consecuencia de esta idea absolutamente falsa del gobierno social, no temen favorecer esa opinión errónea, la más fatal para la Iglesia Católica y para la salvación de las almas, y que nuestro predecesor de feliz memoria, GREGORIO XVI, llamaba "delirio", a saber: que la libertad de conciencia y de cultos es un derecho libre de cada hombre, que debe ser proclamado y garantizado en toda sociedad bien constituida, y que los ciudadanos tengan libertad omnímoda de manifestar alta y públicamente sus opiniones, cualesquiera que sean, de palabra, por escrito o de otro modo, sin que la autoridad eclesiástica o civil puedan limitar una libertad tan funesta.
S.S.San Pío X
Vehementer Nos
11 de febrero de 1906
Falsa teoría de la separación de la Iglesia y el Estado.
Que sea necesario separar al Estado de la Iglesia es una tesis absolutamente falsa y un error pernicioso, porque, basada en el principio de que el Estado no debe reconocer culto religioso alguno, es gravemente injuriosa a Dios, fundador y conservador de las sociedades humanas, al cual debemos tributar culto público y social.
S.S.León XIII
Libertas praestantissimum
La justicia y la razón prohíben, por tanto, el ateísmo del Estado, o, lo que equivaldría al ateísmo, el indiferentismo del Estado en materia religiosa, y la igualdad jurídica indiscriminada de todas las religiones.
S.S.León XIII
EL ESTADO TIENE LA ESTRICTA OBLIGACIÓN DE ADMITIR EL CULTO DIVINO EN LA FORMA CON QUE EL MISMO DIOS HA QUERIDO QUE SE LE VENERE.
«Constituido sobre estos principios, es evidente que el Estado tiene el deber de cumplir por medio del culto público las numerosas e importantes obligaciones que lo unen a Dios.
La razón natural, que manda a cada hombre dar culto a Dios piadosa y santamente, porque de El dependemos, y porque, habiendo salido de El a El hemos de volver, impone la misma obligación a la sociedad civil.
Los hombres no están menos sujetos al poder de Dios cuando viven unidos en sociedad que cuando vi ven aislados. La sociedad, por su parte, no está menos obligada que los particulares a dar gracias a Dios, a quien debe su existencia, su conservación y la innumerable abundancia de sus bienes. Por esta razón, así como no es lícito a nadie descuidar los propios deberes para con Dios, el mayor de los cuales es cada abrazar con el corazón y con las obras la religión, no la que uno prefiera, sino la que Dios manda y consta por argumentos ciertos e irrevocables como única y verdadera, de la misma manera
los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil, ni pueden, por último, elegir indiferentemente una religión entre tantas. Todo lo contrario. El Estado tiene la estricta obligación de admitir el culto divino en la forma con que el mismo Dios ha querido que se le venere. Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios. Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla.
Obligación debida por los gobernantes también a sus ciudadanos. Porque todos los hombres hemos nacido sido criados para alcanzar un fin último y supremo, al que debemos referir todos nuestros propósitos, y que está colocado en el cielo, más allá de la frágil brevedad de esta vida.
Si, pues. de este sumo bien depende la felicidad perfecta y total de los hombres, la consecuencia es clara: la consecución de este bien importa tanto a cada uno de los ciudadanos que no hay ni puede haber otro asunto más importante.
Por tanto, es necesario que el Estado, establecido para el bien de todos, al asegurar la prosperidad pública, proceda de tal forma que, lejos de crear obstáculos, dé todas las facilidades posibles a los ciudadanos para el logro de aquel bien sumo e inconmutable que, naturalmente, desean. La primera y principal de todas ellas consiste en procurar una inviolable y santa observancia de la religión, cuyos deberes unen al hombre con Dios.
Todo hombre de juicio sincero y prudente ve con facilidad cuál es la religión verdadera.Multitud de argumentos eficaces, como son el cumplimiento real de las profecías, el gran de milagros, la rápida propagación de la fe aun en medio de poderes enemigos y de dificultades insuperables, el testimonio de los mártires y otros muchos parecidos, demuestran que la única religión verdadera es aquella que Jesucristo en persona instituyó y confió a su Iglesia para conservarla y propagarla por todo el mundo»
S.S.Pío XIQuas primas11 de diciembre de 1925
La peste de nuestra edad es el llamado laicismo, con sus errores y sus impíos intentos...
Además, para condenar y reparar de alguna manera esta pública apostasía, producida, con tanto daño de la sociedad, por el laicismo, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración anual de la fiesta de Cristo Rey entre todas las gentes? En verdad: cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo y con mayor publicidad hay que afirmar los derechos de su real dignidad y potestad
***
Summi Pontificatus
20 de octubre de 1939
Narra el sagrado Evangelio que, cuando Jesús fue crucificado, las tinieblas invadieron toda la superficie de la tierra (Mt 27,45); símbolo luctuoso de lo que ha sucedido, y sigue sucediendo, cuando la incredulidad religiosa, ciega y demasiado orgullosa de sí misma, excluye a Cristo de la vida moderna, y especialmente de la pública y, junto con la fe en Cristo, debilita también la fe en Dios. De aquí se sigue que todas las normas y principios morales según los cuales eran juzgadas en otros tiempos las acciones de la vida privada y de la vida pública, hayan caído en desuso, y se sigue también que donde el Estado se ajusta por completo a los prejuicios del llamado laicismo —fenómeno que cada día adquiere más rápidos progresos y obtiene mayores alabanzas— y donde el laicismo logra substraer al hombre, a la familia y al Estado del influjo benéfico y regenerador de Dios y de la Iglesia, aparezcan señales cada vez más evidentes y terribles de la corruptora falsedad del viejo paganismo. Cosa que sucede también en aquellas regiones en las que durante tantos siglos brillaron los fulgores de la civilización cristiana: las tinieblas se extendieron mientras crucificaban a Jesús (Brev. Rom., Viernes Santo, resp.4).
***
Sagrada Congregación de Seminarios y de Universidades
a los Obispos del Brasil
7 de marzo de 1950
AAS, 42, 1950, 836
Otro error, igualmente condenado por la Iglesia, que debe ser evitado por el cristiano es el liberalismo. Este niega que la Iglesia, en razón de su más noble propósito y de su divina misión, tenga una supremacía natural con respecto al Estado. Admite y fomenta la separación entre los dos poderes, y niega a la Iglesia Católica poder indirecto sobre asuntos mixtos.
Establece que el Estado debe mostrarse indiferente en materia religiosa respecto de todos los creyentes; que debería concederse la misma libertad para la verdad y el error; que la Iglesia no tiene privilegios, favores ni derechos mayores que los concedidos a otras denominaciones religiosas, ni siquiera en los países católicos; que la Acción Católica no tiene derecho a intervenir en asuntos temporales y civiles, ni siquiera cuando estos afectan a los intereses supremos de la religión y a los propósitos propios de la Iglesia.
Ahora bien, hay que tener presente, hoy como en el pasado, que cuando las circunstancias lo aconsejen, se podrá ejercer la tolerancia hacia las religiones falsas y las doctrinas erróneas. Sin embargo, donde no existan tales circunstancias, deben mantenerse los derechos de la verdad y los hombres deben ser preservados del error.
El cristiano que habla de forma diferente traiciona su fe, da fuerza al indiferentismo y priva a sus conciudadanos del beneficio que les ofrece el culto y el amor a la verdad.
***
Meminisse iuvat
14 de julio de 1958
"Piénsese que un Estado sin religión no puede tener,
en concreto, moral ni orden"
***
A los marquisanos residentes en Roma
Basílica Vaticana
Domingo 23 de marzo de 1958
Sean parte viva de la Iglesia vuestras ciudades. Hay en Italia quien se agita porque teme que el cristianismo quite a César lo que es del César. Como si dar a César lo que le pertenece no fuese una recomendación de Jesús; como si la legítima y sana laicidad del Estado* no fuese uno de los principios de la doctrina católica; como si no fuese tradición de la Iglesia el continuo esfuerzo por mantener distintos, pero también y siempre según los rectos principios, unidos los dos poderes; como si, por el contrario, la mezcla entre lo sagrado y lo profano no se hubiese dado ampliamente en la historia cuando una porción de fieles se separó de la Iglesia.
*Nota: El Papa no habla de laicismo, habla de una sana y legítima laicidad que debe estar hermanada con la unión sin mescolanzas de ambos Poderes; el Papa habla
de una sana y legítima laicidad del Estado que se armoniza con la unión de ambos
Poderes, y, por consiguiente, se distingue tanto de la Laicidad
hostil con el Catolicismo (Estado Laicista), como de la Laicidad-neutral con el Catolicismo (Estado Laico).
Es un hecho que el panfleto herético Dignitatis Humanae del conciliábulo V.II rompe con esta "sana y legítima laicidad" (por más que pretendan citarla) y promueve para todo el Orbe, en el menor de los casos, el Estado Laico, realmente promoviendo el Estado Laicista, ya que la libertad de culto y el indiferentismo fue denominado como ateísmo por S.S.León XIII en Immortale Dei.

https://www.vatican.va/content/pius-xii/it/speeches/1958/documents/hf_p-xii_spe_19580323_marchigiani.html
***
Cardenal Miguel García Cuesta Pastoral sobre la Encíclica Infalible Quanta Cura de S.S. Pío IX
8 DE FEBRERO DE 1865
Podrá alguno disputar con argucias, con argumentos más ó ménos especiosos, sobre si alguna de las proposiciones condenadas por el Papa es contraria a la doctrina de Jesucristo ó a sus legítimas consecuencias. Pero ¿sobre qué no se disputa en este mundo cuando la preocupación, las pasiones ó la vanidad se apoderan del hombre? ¿Será conforme a la doctrina de Jesucristo decir que la perfección y el progreso civil exigen que la sociedad humana se gobierne sin tomar en cuenta para nada la Religión, y que se mire con los mismo ojos la verdadera que la falsa; que el mejor gobierno es aquel que nunca reprime a los violadores de la Religión católica, sino que concede la libertad de conciencia y de cultos como un derecho que tiene cada hombre...
https://archive.org/details/A044025/page/455/mode/1up
***