VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

LA RUTA HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UN VATICANO PROTESTANTE


Jean-Baptiste Henri Lacordaire O.P. 
Católico-Liberal
Una vez fueron condenadas su premisas junto con las de Félicité Robert de Lamennais por S.S.Gregorio XVI en Mirari vos, abandonó el catolicismo-liberal.

PREMISA LIBERAL:
"¡Católicos, donde vosotros mandáis, dad libertad de cultos a los disidentes, para que estos, en sus respectivos países, la den a los católicos!"


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Vicente de la Fuente
DOCTOR EN TEOLOGÍA Y JURISPRUDENCIA,
CATEDRÁTICO DE DISCIPLINA ECLESIÁSTICA EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL
Y ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA REAL DE LA HISTORIA
La pluralidad de cultos y sus inconvenientes
El texto es una crítica mordaz a la exigencia de libertad de cultos basada en el principio de la solidaridad recíproca (en la frase de P. Lacordaire: "dad libertad de cultos a los disidentes, para que estos... la den a los católicos").

Al hablar allí también de la pretendida solidaridad, se repetían las palabras del P. Lacordaire: "¡Católicos, donde vosotros mandáis, dad libertad de cultos a los disidentes, para que estos, en sus respectivos países, la den a los católicos!"

Parafraseadas estas palabras de una manera un poco dura, pero exacta, y en un concepto que no quiso decir el conde de Montalembert, pero que dicen los protestantes, podríamos comentarlas de este modo:

—Beatísimo Padre: conceded en Roma libertad de cultos a todos los protestantes, y sus respectivas sectas, a todos los griegos cismáticos y aun a los mismos cuáqueros, si quieren establecer junto al Vaticano algún templo donde puedan bailar, temblar y recibir el Espíritu Santo por un par de libras esterlinas. Sí, porque de poco servirá que España, Portugal, Austria, Baviera y demás países católicos den franquicias al error, al ateísmo y a la herejía, si no las dais Vos mismo, y no plantáis en Roma la Iglesia libre en la Roma libre. Sí, Beatísimo Padre, tampoco Vos tenéis Estado libre. Es verdad que el Estado libre de Mazzini y Ciceruacchio asesinó a M. Rossi, vuestro ministro, a monseñor Palma, y trató más de una vez de asesinar a Vuestra Beatitud; pero no importa. Todo es hasta acostumbrarse. Es cuestión de unos trescientos años. Si vuestros antepasados hubiesen dejado obrar a Arnaldo de Brescia y al tribuno Rienzi, ya estaría todo arreglado. No os asuste, Beatísimo Padre, que los protestantes construyan dentro de la misma Ciudad Leonina, y cabe el Vaticano, otro Vaticano protestante, que, por burlarse del vuestro, tenga diez metros más de longitud y cuatro más de latitud, a fin de decir que el Vaticano protestante de Roma es mayor que el Vaticano Papista. Todo esto sería hasta acostumbrarse. En Roma hay fuera de la puerta del Pópulo un local donde, desde el tiempo de la dominación francesa, se reúnen los protestantes para su culto. Pero esto no basta: es preciso que les permitáis abrir las ventanas de ese edificio, construir otros mayores y más elegantes, poner inscripciones anticatólicas sobre sus puertas, hacer desprecios públicos a vuestras procesiones, a vuestros ritos, a vuestras solemnidades. Ellos no creen en vuestros dogmas; debéis dejarlos que los desprecien. Si al salir Vos al balcón del Vaticano a dar la bendición Urbi et Orbi, una docena de protestantes ingleses y otra de renegados italianos se queda con el sombrero puesto y os da una silba, no importa, debéis sufrirla, porque hay libertad de cultos, y ellos no ven en el vuestro más que una farsa. Todo es hasta acostumbrarse.

Es preciso que para la educación de los renegados se erija otra Sapienza: ¿por qué no han de tener estudios públicos en Roma? Ellos los toleran a los católicos en Berlín y Edimburgo. Aun deberíais, en rigor, permitirles que en la Estampería Camerale imprimieran Biblias protestantes para repartir a los italianos; ¿por qué no? Hay protestantes que imprimen libros papistas si estos les pagan bien, y al fin... ¡todo es hasta acostumbrarse!

Tales son, en último resultado, las peregrinas consecuencias de esta solidaridad. Establecido el principio de nivelación absoluta, de igualdad completa entre la verdad y el error, el Catolicismo y las sectas disidentes, y preconizado por los católicos, los protestantes y los griegos cismáticos tienen ya derecho al dentem pro dente, oculum pro oculo.



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