VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

EL ESPEJO DE LA CRUZ (X)


CAPÍTULO 9 - Cómo nuestra caridad debe ser alta, profunda, larga y ancha. (1a parte)


Podemos decir que nuestra caridad, a semejanza y ejemplo de la caridad de Cristo, debe ser alta, profunda, larga y ancha. Debe ser alta, es decir en grado elevado y perfecto. Como dice san Agustín: “La caridad crece y llega a ser perfecta. Y cuando es perfecta, grita con san Pablo y dice: Deseo ser desatado del cuerpo, y estar con Cristo. Debe ser alta por el alto deseo de Cristo, quien es todo el bien que tenemos, ya que según la sentencia de Cristo: Allí debe estar tu corazón, donde está tu tesoro. Y porque Cristo es nuestro tesoro, el corazón y nuestra mente deben estar por una continua meditación y amor, con Él en lo alto”. Y para que el corazón de los discípulos se elevase a lo alto para pensar en Cristo y en su gloria, Cristo quiso subir al cielo visiblemente ante todos sus apóstoles.


La altura del corazón significa tener desprecio por todas las cosas de aquí abajo, prósperas y adversas; y por el deseo debe estar tan atraído hacia lo alto, que aquí abajo el hombre esté como sin sentido. Y por este afecto muchos son arrebatados y pierden los sentidos corporales. A esta altura invitaba san Pablo y decía: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba y gozad allí, y no en la tierra”. Y san León Papa, hablando de la ascensión de Cristo dice: “Levantemos luego nuestra cabeza y alegrémonos con espiritual alegría; y elevemos los ojos de nuestro intelecto y de nuestro deseo hacia aquella altura, donde Cristo ha subido. Y puesto que estamos llamados a las cosas eternas de arriba, no nos fijemos en las cosas corruptibles de este valle tenebroso, en el cual si alguna prosperidad o gozo nos adula y nos atrae, no hay que abrazarla sino hacerla a un lado fuertemente por medio de un santo deseo”. De estos que tienen el corazón tan alto suele decirse que tienen la muerte como deseo y la vida como paciencia.


Además, la altura del corazón incluye ser magnánimo. La magnanimidad consiste en actuar con liberalidad. Y por eso dice Salomón en el “Cantar”: “Si el hombre magnánimo diese todas sus cosas por amor, le parecería no haber dado nada”. Y así podemos decir que el hombre que está en el amor de Dios y es magnánimo, desprecia todas las cosas por amor de Dios. También le corresponde al magnánimo por fortaleza de amor, soportar fuertemente cosas terribles, realizar con facilidad tareas que lo perjudican, y estar siempre, como el fuego, fervoroso y hacia alto. Todo lo contrario de los hombres que tienen el corazón bajo y vil: que tienen miedo de la sombra y cualquier pequeña cosa les parece grande y se cansan enseguida, y por un pequeño bien les parece que son perfectos. Pero lo contrario dice el Salmista. Por eso, después de haber hablado tanto sobre sus perfecciones dijo: “Y sin embargo me parece que recién comienzo”. Por tanto, ésta es la altura de corazón, cuando el hombre por alto amor y gran deseo tiene en desprecio al mundo, y jamás se harta de obrar bien, y no se cansa ni siente fatiga, y todo su modo de vida (conversatio) está, por santo deseo, en el cielo (Filip. 3, 20).


Y puesto que Cristo es forma, ejemplo y causa de toda nuestra perfección, san Bernardo pone los grados de nuestra perfección de este modo diciendo: “Hay algunos para quienes ha nacido Cristo: se trata de aquellos que comienzan a darle forma a su vida y a dirigirla según la humildad, pobreza y mansedumbre de Cristo. Hay algunos para quienes Cristo ha crecido y se ha hecho hombre perfecto: y estos son los que, ya ejercitados en la discreción, reciben luz y fortaleza en sus obras. Hay otros para los cuales Cristo ha muerto, y unidos por amor a Cristo, sienten por compasión sus dolores y, como dice san Pablo, están clavados con Cristo en la cruz. Estos tales son los que están preparados, a semejanza de Cristo, para morir por el prójimo, rogar por los enemigos y, resumiendo, viven en Cristo y están preparados para morir por Cristo. Hay otros para quienes Cristo ya ha resucitado, y que de Él reciben nueva paz y nuevo consuelo, nueva alegría y nuevos dones: como recibieron los apóstoles, después que hubieron reconocido y encontrado a Cristo resucitado. Hay otros para quienes Cristo ya ha subido al cielo, y han subido con Él por medio del deseo, y tan unidos están con Él por amor, que no pueden tener preocupación ninguna ni de sí mismos ni de ninguna cosa mundana; y están totalmente absortos en aquella altura, donde está su amado Cristo. Hay otros a quienes Cristo les ha enviado el Espíritu Santo y están totalmente incendiados de amor, totalmente llenos de sabiduría y perfección para hacer milagros y convertir a mucha gente”. En conclusión: por estos grados debemos subir y tener caridad alta y perfecta.


Debe ser profunda por profunda humildad de conformarse por amor a los oprobios y a las miserias de Cristo. Por eso dice san Bernardo: “No conviene que bajo el árbol que produce espinas haya algún miembro delicado”: es decir que bajo Cristo, que es nuestra cabeza torturada, no conviene que ningún fiel tenga consuelo. Y continúa diciendo: “¡Oh hombre soberbio, que buscas alojamiento en el palacio real, y Cristo tu Rey no tuvo lugar y fue puesto en el pesebre. Tú buscas compañía para estar entre los hombres honorables, y Cristo fue puesto en medio del buey y del asno. Tú quieres sirvientes, y Cristo no tuvo ninguno. Tú te vistes con telas preciosas y purpuradas, y Cristo fue envuelto en muy viles pañales. Tú abundas en riquezas, y Cristo estuvo lleno de pobreza. Tú ríes, y Cristo llora”. Y por eso los perfectos, queriendo ponerse en el lugar de Cristo, en cuanto pueden, se esfuerzan para humillarse, huyendo de todo honor y abrazando toda oprobio.


Y no hay duda de que si el perfecto pudiese librarse del infierno y estar en el paraíso gozando el mundo, considerando la pasión de Cristo, antes bien querría, por su amor, estar con Él en la cruz. Y quien por este afecto deja el mundo y soporta la tribulación, es perfecto hijo y hermano de Cristo. Pero quien esto hace por temor del infierno o por deseo del paraíso, es siervo y mercenario: ya que no mira sino a su propia utilidad, suponiendo que haga el bien.

Continuará...





  • EL PAPA ES DOBLEMENTE SOBERANO
    P. Eloy Montero GutiérrezSacerdote y Catedrático de Derecho Canónico.Instituciones de Derecho Canónico.Poder…
  •  PARA VOSOTROS CRISTO ESTÁ PRESENTE EN ÉL
     "EN ÉL [EL PAPA] PRESTÁIS OBEDIENCIA Y REVERENCIA AL MISMO CRISTO; PARA VOSOTROS CRISTO ESTÁ PRESENTE…

  •  El Reverendo Fray Pedro Gual, junto a S. Jerónimo ,S. León el Grande , S. Gregorio Magno, Eusebio y…
  • NIEGA LUCAS 22,32
    "Y el que niega que los Papas no pueden faltar [fallar] en la fe, niega juntamente la eficacia de la oración…
  • NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE ESTRECHÓ Y SELLÓ CON SU SANGRE LA FRATERNIDAD UNIVERSAL DEL GÉNERO HUMANO
    S.S. San Pío XIl grave dolore27 de mayo de 1914Pero, como nada vale nuestro trabajo si no es bendecido por el…