"...porque teniendo el soberano Pontífice una potestad verdadera en toda la cristiandad, y estándole encargado especialmente, como a Vicario de Dios en la tierra, el cuidado de la Iglesia, no debe haber Obispo en parte alguna del mundo, por remota que sea, que cuando no sea elegido por él mismo reciba el gobierno de una diócesis sin su consentimiento y autorización. Esta calidad la exige imperiosamente el cargo en que le constituye la primacía que recibió de Jesucristo y el carácter de unidad de la misma Iglesia, cuyo centro está en la cátedra de Roma; y el beneplácito de esta es como la puerta. por donde cada Pastor debe entrar a encomendarse del rebaño que se le confía, como parte integrante del todo sobre que debe velar el sucesor de san Pedro."
Ensayo sobre la supremacía del Papa.
Volumen 3 de 3
Impreso en 1838
Por José Ignacio Moreno y Santistevan