VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN BUENAVENTURA, Obispo, Confesor y Doctor


14 de julio del Año del Señor
SAN BUENAVENTURA,
Obispo, Confesor y Doctor


He venido a poner luego en la tierra,
y ¿qué he de desear sino que arda?
(Lucas, 12, 49).


San Buenaventura, gloria y ornato de la Orden de San Francisco, ha sido llamado Doctor seráfico a causa de su profunda ciencia y de su ardiente caridad. El recuerdo de la Pasión de Jesucristo era el tema ordinario de su meditación, y la devoción especial que tenía al Santísimo Sacramento le hizo merecer el honor de recibir la Comunión de manos de un ángel. Murió en 1274, durante el concilio de Lyon, en el cual había intervenido brillantemente como obispo de Albano.



ORACIÓN

Oh Dios, que habéis enseñado a vuestro pueblo la ciencia de la salvación eterna por el ministerio de San Buenaventura, dignaos hacer que después de haberlo tenido en la tierra como doctor y guía, merezcamos tenerlo como intercesor en el cielo. Por J.C.N. S. Amén.



MEDITACIÓN SOBRE SAN BUENAVENTURA,
DISCÍPULO DE JESÚS CRUCIFICADO

I. El Doctor seráfico fue discípulo de Cristo crucificado. En sus adorables llagas era donde leía el amor de Jesucristo por nosotros, y donde aprendía a amarlo él, a su vez. Todos sus escritos están impregnados de una tierna devoción para con Jesucristo expirando en la cruz y oculto en la Eucaristía. ¿Qué amor tienes tú por Dios? ¿Qué haces por Jesucristo que tanto ha sufrido por ti? Sabios del siglo, sin este amor vuestra ciencia sólo es vanidad.

II. Jesús clavado en la cruz enseñó a San Buenaventura la humildad, el amor a la abyección y el desprecio de las dignidades. Esta virtud se reveló en todo su esplendor cuando los cardenales se dejaron dirigir por sus consejos para elegir al Papa. ¡Qué incomparable índice de su santidad! Sabíase que el Espíritu Santo hablaba por su boca. Gregorio X, entonces elegido, lo hizo cardenal. El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. (Evangelio).

III. La tercera virtud que San Buenaventura aprendió de Jesús crucificado fue el amor a los sufrimientos. ¿Buscas la cruz? ¿No huyes más bien de la que Dios te envía? Imita al Doctor seráfico; en adelante muéstrate discípulo de Jesús crucificado. En todas las acciones, mostremos que somos discípulos de un Maestro que ha sido clavado en la cruz. (San Pedro Damián).


*En efecto, queridos hermanos. No hay mejor escuela de santidad que la de la Cruz, pues nadie que no haya cargado con su propia cruz y seguido al Maestro merecerá ser coronado con Él en la gloria. Por tanto, no nos avergoncemos de nuestra cruz, sea la que sea, aceptémosla y abracémosla, con todas las humillaciones y desprecios que se nos hagan, pues en ello va a consistir nuestra gloria futura si lo sabemos soportar todo con paciencia y santa indiferencia. Dejemos que digan de nosotros toda suerte de calumnias y barbaridades, dejemos que nos cubran de ignominia y oprobios, dejémosles y no se lo impidamos ni les exijamos reparación, pues Dios lo ve todo y se cuida de nosotros, y en el tiempo acordado por Él nos hará justicia ante la confusión y el estupor de quienes nos vilipendiaron. Recemos en cambio por nuestros perseguidores y por quienes nos insultan y desprecian, para que Dios les perdone y les haga convertirse a Él antes de que se les acabe el tiempo de vida que les ha concedido para que se enmienden y hagan penitencia. Entonces, que nadie huya de su propia cruz ni se avergüence de ella, no sea que Jesucristo se avergüence de él delante de Su Padre Celestial y de sus Ángeles en el Cielo. El la cruz se esconde el secreto de la inmortalidad, pues todos pecamos, luego todos debemos humillarnos y sufrir por nuestras transgresiones, ya sea en esta vida, mediante la cruz y el oprobio, o en la otra, donde ya no habrá remedio ni más tiempo para merecer, por lo que se deberá expiar todo pecado en el terrible purgatorio, Dios lo quiera, o padecer eternamente en el espantoso infierno por no haber querido humillarse en vida. ¡Aprovechemos el momento, pues el tiempo vuela, tempus fugit! Bendito sea Nuestro amantísimo Salvador y Redentor Jesucristo, que nos ha mostrado el mejor ejemplo para imitarle y merecer la vida eterna mediante Su dolorosa Pasión y Muerte, después de la cual vendrá la Resurrección para la gloria si hemos sido fieles y perseverado hasta el final.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.

*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.

14 de Julio del Año del Señor
SAN BUENAVENTURA,
Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
n. en 1221 en Bañorea, Italia;
† 15 de julio de 1274 en Lyon, Francia

He venido a poner fuego en la tierra, y ¿qué he de desear sino que
arda?
(Lucas 12, 49)

+ San Buenaventura, de la Orden de Menores, Cardenal y Obispo de Albano, Confesor y Doctor de la Iglesia, que pasó al Señor el día 15 de Julio.
+ En Roma, el tránsito de san Camilo de Lelis, Presbítero y Confesor, Fundador de los Clérigos Regulares, ministros de los enfermos; el cual, esclarecido en virtud y milagros, fue canonizado por el Papa Benedicto XIV, y declarado por León XIII celestial Patrono de los hospitales y enfermos. Su fiesta se celebra el 18 de Julio.
+ En Roma también, san Justo, soldado a las órdenes del Tribuno Claudio; el cual, apareciéndosele milagrosamente una cruz, creyó en Cristo, y después de bautizado distribuyó todos sus bienes a los pobres; prendióle luego el Prefecto Magnecio, que le mandó azotar con nervios de buey, cubrirle la cabeza con un yelmo hecho ascua y echarle en una hoguera; pero no recibiendo daño ni en un cabello, murió confesando al Señor.
+ En Sínope del Ponto, san Focas, Mártir, Obispo de aquella ciudad, el cual, en tiempo del Emperador Trajano, superando por Cristo cárceles, prisiones, hierros y fuego, subió victorioso al cielo. Sus reliquias fueron llevadas después a Viena de Francia y colocadas en la Basílica de los santos Apóstoles.
+ En Alejandría, san Héraclas, Obispo, de tan extraordinaria reputación, que el historiador africano afirma de sí haber ido a Alejandría por visitarle.
+ En Cartago, san Ciro, Obispo, en cuya festividad san Agustín predicó de él un sermón al pueblo.
+ En Como, san Félix, primer Obispo de aquella ciudad.
+ En Brescia, san Optaciano, Obispo.
+ En Deventer de Bélgica, san Marcelino, Presbítero y Confesor.
+ En Lima del Perú, san Francisco Solano, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor; el cual, ilustre en las Indias occidentales por su predicación, virtudes y milagros, murió en el Señor y fue canonizado por el Sumo Pontífice Benedicto XIII.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.