27 de julio
SAN PANTALEÓN,
Mártir
Yo conozco tus obras, tienes
nombre de vivo, pero estás muerto.
(Apocalipsis, 3, I).
Hecho cristiano, San Pantaleón, médico rico de Nicomedia, no abandonó su profesión; no hizo sino ejercerla con más éxito: sanaba a los enfermos invocando el nombre de Jesús. Los médicos paganos, envidiosos de sus curaciones maravillosas que de este modo efectuaba, lo denunciaron al emperador Maximiano. Éste le hizo sufrir los más crueles tormentos; pero el santo, alentado por la aparición del Salvador mismo, los soportó con invencible valor. Fue por fin decapitado, hacia el año 305.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la intercesión de San Pantaleón, vuestro mártir, libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE LAS ENFERMEDADES
DE NUESTRA ALMA
I. El pecador está ciego: no ve ni las recompensas del paraíso ni las penas del infierno, ni la belleza de la virtud ni la fealdad del vicio; no considera sino el falso brillo de las riquezas, los encantos falaces de los placeres, y el vano aparato de la gloria mundana. Pecador, abre por fin tus ojos; considera que esos tesoros te abandonarán a tu muerte, que esos placeres y esos honores se desvanecerán como un sueño. Di a la vanagloria: adiós, eres sólo falsía, y, en partiendo, eres nada. (San Clemente de Alejandría).
II. El pecador está enfermo. El desorden de los humores es la causa de las enfermedades del cuerpo; el desorden de las pasiones es la fuente de las enfermedades del alma; ellas turban nuestra razón y le impiden dirigirse a Dios. ¿De dónde provienen tus pecados? Del desorden de tus pasiones: amas lo que deberías odiar, te horroriza lo que deberías amar. Pasa revista a tus pasiones, examina tus deseos, tus inclinaciones y tus aversiones; y, después que hayas conocido su desorden, di a Dios: Señor, el que no os ama está enfermo.
III. El pecador no sólo está enfermo, sino que está muerto, puesto que ha perdido la gracia; es más difícil convertir a un pecador que resucitar a un muerto. ¡Oh supremo Médico de nuestras almas, Vos que habéis dado vuestra vida para librarnos de la muerte del pecado, resucitadnos! Hagamos todo lo que podamos para salir del pecado, y pidamos a Dios que tenga piedad de nosotros. Estoy enfermo, llamo al médico; estoy ciego, corro a la luz; estoy muerto, suspiro por la vida. Vos sois el Médico, la Luz y la Vida, ¡oh Dios de Nazaret! (San Agustín).
*En efecto, mis queridos hermanos. Todos hemos estado muertos a ojos de Dios muchas veces, pues cada vez que hemos consentido en la tentación y hemos cometido conscientemente algún pecado mortal, entristecemos grandemente a Dios, Le ofendemos gravemente y perdemos automáticamente Su amistad y Su gracia, pasando a estar nuestra alma en estado de muerte para la vida eterna. Afortunadamente para nosotros, Dios ha sido muy paciente y sufrido con nosotros hasta ahora, y después de que Le hemos ofendido, Él nos ha esperado pacientemente, confiando en que la llama de la Fe y la Esperanza nos movieran a arrepentirnos de nuestros pecados, doliéndonos sinceramente por haber ofendido a un Padre tan bueno y clemente, pidiéndole que lave nuestras manchas con la Sangre Preciosa de Su Divino Hijo y nos las borre, cubriéndonos después con el manto purísimo de la Divina Gracia, que nos ha devuelto la amistad con Dios y nos permite caminar en Su santa presencia de nuevo. Por tanto, no tentemos al Señor y no nos expongamos ni de broma a ninguna tentación que nos pudiera hacer caer otra vez, pues Dios tiene contados los pecados concretos que está dispuesto a perdonar a cada alma, y una vez se cumple esa medida, ya no perdona más sino que ejecuta el castigo. Y la pena del pecado mortal es la muerte del alma, la condenación eterna, así que vigilemos y tengamos mucho cuidado, pues de Dios nadie se burla, y horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo. (Hebreos 10,31). Pidamos a San Pantaleón que nos cure las almas, aquietando nuestras pasiones desordenadas y haciéndonos vivir únicamente para los gozos espirituales.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.
*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.
SAN PANTALEÓN,
Mártir
† clavado en un árbol y decapitado hacia el año 305
Patrono de los médicos; víctimas de torturas. Protector contra la tuberculosis.
Yo conozco tus obras, tienes nombre de vivo, pero estás muerto. (Apocalipsis 3, 1)
+ En Nicomedia, el suplicio de san Pantaleón, médico; el cual, por la fe de Cristo, fue preso de orden del Emperador Maximiano, atormentado en el ecúleo y abrasado con hachas encendidas; pero apareciósele el Señor y le confortó entre los tormentos; por último, atravesado con la espada, consumó el martirio.
+ En Bisceglie de la Pulla, los santos Mártires Mauro, Obispo, Pantalemón y Sergio, que padecieron en tiempo de Trajano.
+ En Nicomedia, san Ermolao, Presbítero, por cuya doctrina se convirtió a la fe san Pantaleón; también los santos Ermipo y Ermócrates, hermanos, los cuales, al cabo de muchos padecimientos, fueron, en odio a Cristo, condenados a la pena capital por el Emperador Maximiano.
+ En Córdoba de España, los santos Mártires Jorge, Diácono, Aurelio y su mujer Natalia, Félix y su mujer Liliosa, en la persecución arábiga.
+ En Nola de Campania, los santos Mártires Félix, Julia y Jucunda.
+ En los Homeritas de Arabia, la conmemoración de los santos Mártires que, por sentencia del tirano Dunaán, en odio a la fe de Cristo, fueron quemados vivos.
+ En Éfeso, el nacimiento para el cielo de los siete santos Durmientes, a saber: Maximiano, Maleo, Martiniano, Dionisio, Juan, Serápión y Constantino.
+ En Roma, san Celestino I, Papa, que condenó a Nestorio, Obispo de Constantinopla, y arrojó a Pelagio; también por su autoridad se celebró el santo Concilio universal de Éfeso contra el mismo Nestorio.
+ En Auxerre, la dichosa muerte de san Eterio, Obispo y Confesor.
+ En Constantinopla, santa Antusa, Virgen, la cual, en tiempo de Constantino Coprónimo, por el culto de las sagradas Imágenes, azotada y condenada al destierro, descansó en el Señor.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.