VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN PROCLO Y LA MADRE DE DIOS

San Proclo de Constantinopla

PROCLO, que había sido predicador en Constantinopla y era ahora Obispo de Cízico, fue invitado por Nestorio para predicar en una fiesta solemne de la Virgen, acaso el día mismo de la Anunciación. Contra lo que Nestorio esperaba, comenzó su sermón diciendo: «Homilía acerca de nuestra Señora la Madre de Dios.» A estas palabras el auditorio no pudo reprimir su entusiasmo y prorrumpió en aplausos y aclamaciones. Continuó SAN PROCLO: «La solemnidad de la Virgen, hermanos míos, provoca a nuestra lengua para que celebre sus alabanzas... Salte de júbilo la naturaleza, llénese de júbilo el linaje humano... porque donde abundó el pecado, allí sobreabundó la gracia. Hoy nos ha convocado aquí la Santísima Virgen y Madre de Dios, María, la joya inmaculada de la virginidad, el paraíso espiritual del segundo Adán, el asiento de la unión de las naturalezas, la plaza festiva del contrato de Redención, la cámara nupcial en que el Verbo se desposó con la carne, la zarza viviente de la naturaleza, que no fue consumida por el fuego del nacimiento divino, la nube en verdad resplandeciente, que llevó corporalmente al que tiene su trono sobre los querubines, el vellocino limpio del todo por la lluvia celestial, con el cual vistió el pastor a la oveja. María es esclava y madre, virgen y cielo, puente único por el cual viene Dios a los hombres, telar sublime de salvación, en el que fue tejido de un modo inefable el ropaje de la unión, cuyo tejedor es el Espíritu Santo, la hilandera es la virtud de lo alto que le da sombra; la lana el antiguo vellocino de Adán; la trama, la carne inmaculada de la Virgen; la tolva, la gracia inconmensurable de Gabriel el mensajero; el artista, la palabra que penetra por los oídos. ¿Quién ha visto, quién ha oído jamás que Dios se haya circunscrito al seno materno y que aquel a quien no pueden abarcar los cielos no encontrase estrecho el seno de su Madre?»



LECCIONES MARIANAS
Ramón J. de Muñana

***