VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

CONMEMORACIÓN DE SAN PABLO, Apóstol


30 de Junio del Año del Señor
CONMEMORACIÓN DE SAN PABLO,
Apóstol

He peleado el buen combate, he terminado la carrera,
he guardado la fe. No me queda sino esperar
la corona de justicia que me está reservada,
y que el Señor, justo Juez, me dará en el gran día,
a mí y a todos los que aman su venida.
(2 Timoteo, 4, 7.8).




¿Quién podría enumerar los trabajos emprendidos por San Pablo, los peligros que ha afrontado, los países que ha recorrido, los pueblos que ha conquistado para la verdad? Nada asusta a su flaqueza: sabe que todo lo puede en Aquél que lo conforta; nada detiene ni cansa a su celo; sabe que tendrá la eternidad para descansar; nada calma la sed que tiene de sufrir: sabe que los sufrimientos de aquí abajo nada son comparados con el peso de eterna gloria que será su recompensa en el cielo.




ORACIÓN

Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del bendito Pablo, apóstol, nos haga agradables a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus oraciones las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos.




MEDITACIÓN: NUESTRAS BUENAS OBRAS
NOS SIGUEN AL OTRO MUNDO

I. Tener fervor en el servicio de Dios, es hacer todo lo que Dios nos pide con ardor, con prontitud y con alegría. Un hombre fervoroso vuela allí donde le llama el deber. Busca grandes ocasiones de dar a Dios pruebas de su amor; no desprecia las pequeñas; nada le parece difícil, por nada tiene lo que ya ha hecho, arde en deseos de hacer algo más heroico en lo por venir para la gloria de Jesucristo. ¿ Te hallas en estas disposiciones? Estuviste en ellas, ¿por qué no has perseverado? Vuelve lo antes posible a ese primer estado de fervor del que te relajaste.

II. Un hombre fervoroso resiste generosamente a todas las tentaciones; un hombre tibio y flojo sucumbe en ellas. Nada cuesta a un cristiano que está animado de este hermoso fuego: todo incomoda a un cristiano frío, todo le parece difícil e insoportable. El hombre fervoroso está siempre feliz y siempre contento, porque Dios derrama en su alma consolaciones celestiales para recompensarlo por los placeres del mundo que le sacrifica; el cristiano flojo y tibio no goza de los consuelos del Cielo, porque no es lo suficientemente fiel a Dios como para merecerlos.

III. El medio para encender el fervor en tu corazón es, en primer lugar, servir a Dios cada día como si cada día comenzases a servirle; es olvidar el poco bien que ya hayas hecho, es considerarte como un servidor inútil. Compara lo que has hecho por Dios con lo que Jesucristo ha hecho por ti. En segundo lugar, cada día sirve a Dios como si fuese el último de tu vida. ¿Qué harías ahora si estuvieras seguro de morir mañana?

*En efecto, mis queridos hermanos y hermanas. Debemos mantener el fervor en todas nuestras obras y propósitos, pues la llama de la Fe debe estar constantemente encendida, teniendo nuestras lámparas llenas de rebosante aceite. Lo más terrible que nos puede pasar es que nos entibiemos y perdamos el fervor antiguo que nos animaba, pues entonces todo nuestro espíritu se contagiaría de esa parálisis y desidia, haciendo que nuestras obras sean cada vez menos abundantes y de peor calidad al no estar hechas con el fervor, la Fe y la Caridad que se las supone. Para evitar el convertirnos en cristianos flojos y tibios, debemos inflamarnos con santas y piadosas lecturas que nos inspiren y nos confirmen en la Verdad, debiendo principalmente acercarnos a la Roca del Papado y su Magisterio, cuya Fe jamás vacilará y que ha sido puesta ahí por J.C.N.S. para confirmar a todos los que son del Rebaño del Buen Pastor. Por tanto, sacudamos toda pereza o inclinación a la tibieza y busquemos la faz de Cristo y de Sus Vicarios, mirando también al bendito Apóstol San Pablo, cuya vida fue un inmenso holocausto por amor a Dios y a las almas. Leamos sus epístolas llenas del amor, la luz y el fuego del Espíritu Santo para que se nos pueda contagiar un poco de ese santo celo que le animaba. ¡Santo Apóstol Pablo, ruega por nosotros!


Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo III, Patron Saints Index.


*Comentario de Un discípulo amado de N.S.J.C.


30 de Junio del Año del Señor.
CONMEMORACIÓN
DE SAN PABLO,
Apóstol y Mártir
n. alrededor del año 9 en Tarso de Cilicia;
† decapitado alrededor del año 69 en Roma
Patrono de los escritores y autores; periodistas y personal de editorial de periódicos; Roma; Acción Católica; personal de relaciones públicas; laicos; obispos misioneros; músicos; talabarteros. Protector contra las serpientes y sus mordeduras; granizo.
He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe. No me queda sino esperar la corona de justicia que me está reservada, y que el Señor, justo Juez, me dará en el gran día, a mí y a todos los que aman su venida. (2 Timoteo 4, 7-8)
+ La conmemoración de san Pablo Apóstol.
+ En Roma, santa Lucina, discípula de los Apóstoles, la cual con sus haberes proveía a las necesidades de los Santos, visitaba los Cristianos encarcelados y se ocupaba en dar sepultura a los Mártires; junto a los cuales fue también ella enterrada en una cripta que había construido.
+ En Roma también, santa Emiliana, Mártir.
+ El mismo día, los santos Mártires Cayo, Presbítero, y León, Subdiácono.
+ En Alejandría, el martirio de san Basílides, el cual, imperando Severo, por haber amparado a la Virgen santa Potamiena, a quien él mismo conducía al suplicio, contra la insolencia de unos hombres impúdicos, recibió de ella la recompensa de su piadoso servicio; porque, apareciéndosele ella misma al cabo de tres días y poniéndole una corona en la cabeza, no sólo le convirtió a Cristo, sino también, después de breve combate, le hizo con sus oraciones Mártir glorioso.
+ En Limoges de Aquitania, san Marcial, Obispo, con dos Presbíteros, Alpiniano y Austricliniano, cuya vida resplandeció en gran manera por el don de milagros.
+ En territorio de Vivares, en Francia, san Ostiano, Presbítero y Confesor.
+ En Salánigo, territorio de Vicencia, san Teobaldo, Presbítero y Ermitaño, descendiente de los Condes de Champaña en Francia; a quien, el Papa Alejandro III, por la fama de santidad y milagros, puso en el catálogo de los Santos.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

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