TU ERES PEDRO, Y SOBRE ESTÁ PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA. TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS: TODO LO QUE ATARES EN LA TIERRA SERÁ ATADO EN EL CIELO, Y TODO LO QUE DESATARES AQUÍ,
EN LA TIERRA, SERÁ DESATADO EN EL CIELO.
(Mateo XVl: 18,19)
Palabras solemnes que establecen para siempre a San Padro como fundamento, depositario, doctor infalible, guardián de la fe: porque el cimiento de una Iglesia inmortal debía durar tanto como ella, y los pueblos habían de tener más necesidad de ser confirmados en la fe, a medida que se alejaban del origen de la religión y avanzaban en los siglos. Pedro debía vivir siempre en sus sucesores, hablar por ellos, cómo dicen los Padres de Calcedonia, y ser así siempre el centro de la unidad católica. El que se una a Pedro no se engañará: quien de él se separa ya está muerto. ¡Santa doctrina, preciosa sobre todo en nuestro siglo de ceguedad, puesto que, sin discutir lo que dice la filosofía y las pasiones, nos asegura que, uniéndonos a la cátedra de Pedro, creyendo y haciendo lo que Pedro nos dice, estamos seguros de hallarnos en la verdad!
Meditaciones para el día, P. Andrés Hamón. Tomo lll, Fiesta de San Pedro pag. 457.