Mons. Ramón Montero
Arzobispo de Burgos y Obispo de Coria
Un obispo no puede dejar de serlo sin renunciar a su divina misión, ni puede ejercer la divina misión el nuevo obispo si no la recibe del que tiene el poder en la tierra para decir en nombre de Jesucristo, de quien es Vicario: "Así como mi Padre me ha enviado, yo os envío; id, predicad el Evangelio". Sin esta divina ordenación, ninguno puede ser obispo ni pastor legítimo. La legitimidad, según lo sancionado en los santos Concilios, se deriva del centro de unidad, y todo lo que sea separarse de este centro es cismático.
LA VOZ DE LA RELIGIÓN
TOMO IV
1838
TOMO IV
1838
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