VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

CORÉ, DATÁN Y ABIRÓN, NO DAVID EN NOB, NI EL SEÑOR DEL SÁBADO. USURPADORES DEL SACERDOCIO.

La Enciclopedia Católica

Líderes de una revuelta contra Moisés y Aarón (Números 16).



Coré era el hijo de Yishar, de la familia de levitas quehatitas; Datán y Abirón eran los hijos de Eliab, hijo de Falu, de la tribu de Rubén. Se menciona a un cuarto líder, On, el hijo de Pélet, también rubenita; pero como el nombre no aparece de nuevo, se sospecha correctamente una corrupción del texto. Coré fue el jefe de la rebelión, por lo cual se le llama la sedición de Coré (Núm. 16,16; 26,9; 27,3; Judas 11), y a los rebeldes se les llama la congregación de Coré (Núm. 16,40; Sir. 45,18).


La facción rebelde se componía de tres partidos con diferentes motivos y diferentes objetivos:


Muchas de las personas aún no se habían reconciliado con el sacerdocio exclusivo establecido en el Monte Sinaí, y deseaban la restauración del viejo orden, en el que las funciones sacerdotales eran ejercidas por el miembro de más edad de cada familia.

Los levitas no aarónicos llevaban a mal que las prerrogativas del sacerdocio se limitaran a la familia de Aarón, mientras que ellos ocupaban la posición de meros sirvientes, y exigían ser admitidos también para ejercer funciones sacerdotales.

Por último, los rubenitas se sentían perjudicados debido a que su tribu era privada del liderazgo, el que naturalmente le debía pertenecer, pues ellos descendían del hijo mayor de Jacob.

Pero todos estaban animados por los celos del poder de la casa de Aarón, en la que se concentraba la autoridad civil y religiosa, y todos intentaban derrocarla. Los dos primeros partidos, sin embargo, deseaban la eliminación de Moisés del poder, sólo en la medida en que era un obstáculo para la realización de sus pretensiones, mientras que para los rubenitas esta eliminación era su objetivo principal.


En el relato de la revuelta no se menciona ni el tiempo ni el lugar, pero debe haber ocurrido poco después de salir del Sinaí, cuando el sacerdocio aarónico era todavía una institución reciente. Probablemente tuvo lugar en Cadés, después que el intento de penetrar en la tierra prometida terminó desastrosamente cerca de Jormá (Núm. 14,40 ss.), y la gente había comenzado a percibir que no había escape de la sentencia que los condenaba a vagar cuarenta años por el desierto. Las palabras burlonas de Datán y Abirón (Núm. 16,13-14) apuntan a una situación semejante. Coré y doscientos cincuenta hombres líderes de las diferentes tribus (cf. Núm. 27,3) ---por alguna razón desconocida Datán y Abirón no estaban con ellos--- fueron donde Moisés a exigir la abolición del sacerdocio exclusivo. "Esto ya pasa de la raya.", dijeron, "Toda la comunidad entera, todos ellos están consagrados y Yahveh está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os encumbráis por encima de la asamblea de Yahveh?” (Núm. 16,3) Moisés los mandó a que adecuaran sus incensarios (sartenes para el fuego) al día siguiente para ofrecer incienso con Aarón ante el Señor; el Señor elegiría entre ellos. Cuando al día siguiente Coré y sus doscientos cincuenta compañeros ofrecieron incienso delante de la puerta del tabernáculo, fueron destruidos por el fuego del Señor. Mientras tanto, Moisés fue a las tiendas de Datán y Abirón, quienes se habían negado a obedecer a su citación para comparecer ante él, y advirtió a la gente a apartarse de las tiendas de Coré, Datán y Abirón, para que no compartiesen el terrible castigo a punto de sucederles. Apenas había acabado de hablar cuando la tierra se rompió en pedazos y se tragó a Datán, a Abirón y sus familias y todos los hombres que pertenecía al grupo de Coré.


Sin embargo, los hijos de Coré no perecieron, (Núm. 26,10-11), y más tarde nos encontramos a sus descendientes entre los cantantes (1 Crón. 6,37; 2 Crón. 20,19; Sal. 42-43(41-42), 44(43), 48(47), 84(83), 85(84), 87(86), 88(87), o entre los porteros del Templo (1 Crón. 9,19; 26,1.19). Moisés ordenó que los incensarios de Coré y sus compañeros fueran convertidos en láminas de metal y se ataran al altar como advertencia a aquellos que quisieran usurpar el sacerdocio.


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