VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

EL ESPEJO DE LA CRUZ (XII)

CAPITULO 10 - Sobre la excelencia y perfección de la Caridad.


Por lo tanto, he aquí cómo Cristo nos ha enseñado a amar, y cómo quiere que se ejerza nuestra caridad. Y por reverencia a tan gran maestro debemos esforzarnos por aprenderla, especialmente porque la caridad es signo discriminativo, y hace conocer quién es discípulo de Cristo y quién no. Por eso dijo Cristo: “Los hombres no conocerán si vosotros sois mis discípulos” por hacer milagros, ni por la mucha ciencia para predicar, ni por tener una gran tonsura, ni gran barba, sino solamente “si mutuamente tenéis caridad”. Y san Gregorio dice: “El enemigo no teme nuestra abstinencia, ya que él no come ni duerme; no teme nuestra castidad, ya que él no es lujurioso; no teme nuestra ciencia, ya que él sabe más que nosotros; pero teme mucho la caridad y la unidad de amor que tengamos en la tierra, ya que él la perdió en el cielo”. Y dice también: “No se ocupa el antiguo enemigo de hacernos perder nuestras cosas, ni de hacernos maldades, sino por provocarnos al odio y que perdamos la caridad”.


La caridad mantiene al hombre en la alegría, en servicio y sin escándalo. La caridad está llena de alegría y de todo santo gozo. De modo que el hombre que esté unido a Dios por la caridad, está contento con todo lo que Dios hace y permite; y jamás se escandaliza, y no cae en ira ni en tristeza, ni en ninguna mala concupiscencia, ni en temor alguno: ya que “la perfecta caridad expulsa el temor”, como dice san Juan en su epístola. La mente queda purificada de todo mal y llena de alegría y de seguridad, y siente en esta vida como una abundancia de bienaventuranza. Y por eso, según aquella palabra de san Juan que dice: “Dios es caridad, y quien está en caridad está en Dios y Dios está en él”, san Bernardo dice: “Dios es caridad. ¿Y qué cosa es más preciosa que estar en caridad? ¿Qué lugar es más seguro y deleitable que cuando nuestro Señor Dios está en él?”. Como diciendo: la caridad es la cosa más rica, más preciosa, más segura y más deleitable que se encuentre. Y san Agustín dice que el amor de Dios y del prójimo es la virtud propia y especial de los elegidos: ya que todas las otras virtudes pueden ser comunes a buenos y malos.


Y por eso san Pablo, después que hubo enumerado muchos otros dones de la Iglesia, dijo que la caridad era el camino más excelente. Dice también que quien tuviese una lengua angélica y la plenitud de la fe, y diese todas sus cosas a los pobres sin caridad, de nada le valdría. Por eso dice san Agustín: “¡Oh hombre, mira todos los dones de la Iglesia, y ninguno encontrarás tan excelente como la caridad”. Y esto es verdad: ya que según la caridad se mide el mérito y el obrar del hombre. Y esto lo hizo Dios para que ninguno pudiese excusarse: ya que si nuestro mérito estuviera en el saber, o en dar limosna, o en las fatigas, o en cualquier otra cosa, entonces no podrían merecer los simples, los pobres ni los enfermos, que no saben ni pueden obrar. Por lo tanto, Dios quiere que el mérito esté en amar, para que todos puedan hacerlo en cualquier lugar y en cualquier situación.


Este mandamiento es breve, claro, alegre y útil, según dice san Agustín. Es breve para que nadie diga: no tengo tiempo para leerlo; es claro para que ninguno diga: “No lo puedo entender”; es alegre y útil, de modo que el hombre sea atraído por el gozo a cumplirlo; y que no pueda decir: por pena dejé de amar. Y así amar es de tanto deleite y de tan gran fuerza, que ninguna cosa es tan terrible y áspera que el amor no la haga alegre; y ninguna cosa es tan dura ni de tanto peso, que el amor no la sobrelleve suavemente. Por eso dice Hugo de San Víctor que ninguna cadena de hierro hubiera podido tener a Cristo atado y clavado, excepto la caridad, “la cual es vínculo de perfección” según lo que dice san Pablo. “La caridad es vínculo, ya que ata y une al hombre con Dios”.


La caridad es la vestimenta nupcial que nos conviene tener, si no queremos ser expulsados con vergüenza de (la fiesta) de bodas y de la cena de la vida eterna, a la cual estamos invitados. Para hacer esta vestimenta, Cristo nos dio la lana cuando fue tomado preso y despojado. La caridad también es una “palabra abreviada” (una síntesis), ya que contiene la ley y los profetas. Como dice san Pablo, Cristo nos la muestra sobre la cruz escrita con toda nitidez, para que todo hombre deba verla.


Y por eso dice san Agustín: Si tú estás ocupado y no puedes descansar (vacare) y ocuparte en leer la Escritura, y muchos sermones, dedícate a la caridad de la cual penden todas las cosas. Por lo tanto después que este maestro subió a la cátedra de la cruz para enseñarnos esta caridad tan útil y necesaria, tan bella y gozosa y llena de toda suavidad, debemos estar solícitos para aprenderla y cumplirla; de modo que con esta alegría temporal que nos da la caridad, vayamos a aquella perfecta gloria y alegría sempiternas. Por eso dijo san Gregorio que si el alma en esta vida no arde en el horno de la caridad, no brillará en el esplendor de aquella belleza eterna.

Continuará...