"A menudo han surgido y siguen surgiendo herejías a causa de esto, de que las mentes descontentas se peleen, o de que los desleales alborotadores no guarden la unidad. Pero estas cosas el Señor las permite y las soporta, dejando intacta la libertad del hombre, para que cuando nuestras mentes y corazones sean probados por la piedra de toque de la verdad, la fe inquebrantable de los aprobados aparezca en la luz más clara. Esto lo predice el Espíritu Santo por medio del Apóstol cuando dice: Es necesario que haya también herejías, para que se manifiesten entre vosotros los aprobados. Así se prueban los fieles, así se descubren los infieles; así también, incluso antes del día del juicio, ya aquí abajo, se distinguen las almas de los justos y de los injustos, y se separa el trigo de la paja. Esto explica por qué algunas personas, apoyadas por sus asociados acérrimos, se apoderan de la autoridad sin ninguna sanción divina, convirtiéndose en prelados sin tener en cuenta las reglas de nombramiento, y, no teniendo a nadie que les confiera el episcopado, asumen el título de obispo por su propia autoridad. En los Salmos, el Espíritu Santo describe a estos hombres como sentados en la cátedra de la peste ; son pestes y plagas para la fe, engañadores con lengua de serpiente, hábiles corruptores de la verdad, que escupen veneno mortal de sus colmillos ponzoñosos; cuyo discurso se extiende como un cáncer ; cuya predicación inyecta un virus fatal en los corazones y pechos de todos."
La unidad de la Iglesia Católica
Cipriano, Santo, Obispo de Cartago
Publicado por Westminster, Md. : Newman Press
Año 1957
Página 53
https://archive.org/details/lapsedunityofcat0025cypr/page/52/mode/2up?q=