Benito Villamatija y Vila
Obispo de Tortosa
Obispo de Tortosa
Pastoral 20 de enero de 1865
Nos Doctor D. Benito Villamatíja y Vila, por la gracia de Dios y de la Santa Sede apostólica, Obispo de Tortosa, del consejo de S. M. etc. etc.
Al venerable Clero y muy amados fieles de nuestra diócesis, gracia y paz en Nuestro Señor Jesucristo.
La Encíclica expedida por Su Santidad en 8 de Diciembre 1864 y los apéndices que la acompañan son tan notables y tienen una importancia de actualidad tan grande, venerables hermanos é hijos amados, que hemos mirado como un deber muy sagrado dároslo á conocer lo más pronto posible. Lo hemos cumplido, y ya no nos queda sino comunicaros algunas reflexiones que su lectura, y sobre todo el efecto causado desde los primeros momentos de su publicación, nos han sugerido.
La Encíclica ha producido una conmoción universal é inmensa en los espíritus, pero en distinto y aun opuesto sentido. Los verdaderos católicos, los católicos de fé y convicciones profundas la han saludado como un acontecimiento de incalculable trascendencia para el porvenir de la Iglesia y de la sociedad, capaz de inmortalizar por tantos títulos al inmortal Pío IX; al paso que los católicos de cálculo y acomodamientos, los sectarios y los impíos, desconcertados con el golpe tan imprevisto como certero, no han disimulado lo sensible de la herida y han lanzado un grito de dolor. Para el reciente acto del Soberano Pontífice ha habido aplausos entusiastas, ha habido también vituperios y blasfemias; pero no . ha habido indiferencia, y si algunos, los enemigos más hábiles dé la verdad pura y de la justicia severa, han querido, llegado el momento de la reflexion, afectarla, era ya tarde, y no han lograd.» engañar á nadie acerca de la verdadera significación de su estudiado disimulo. Este es el privilegio del Pontificado Supremo de la Iglesia católica, fijar la atención de todos, de los amigos y de los enemigos.
En cuanto a los católicos, se comprende bien porque acatan, reciben con amor y aplauden todo lo que procede de la Sede Apostólica. Ellos al presente han visto iluminado por el resplandor emanado del Vaticano el caos, y expuestas á la vergüenza pública las monstruosidades ocultas en escritos y libros de todas clases tras el velo de nombres hermosos, el aparato de la pretenciosa ciencia moderna y las galas de una fascinadora elocuencia; han visto las cien cabezas de la hidra del error tronchadas por la espada de Pedro, y han aclamado al vengador de la verdad y la justicia, al salvador de la religión y de la sociedad. El alborozo del mundo católico es justo, justos son los vítores de que llena los aires.
Pero justos son también, menester es confesarlo, los furores á que se entregan los malos que lo son con franqueza; y justo el despecho de los que, siendo quizá peores, no tienen el valor de sus ideas y sentimientos y tratan de ocultarse afectando desdén, ó ensayando conciliaciones imposibles, en que ellos mismos no creen. «Roma ha hablado, y la causa «está definitivamente fallada.»
Esto lo saben lo mismo los católicos, que los que no lo son; lo mismo los amigos del Papado que sus más decididos adversarios. Cuando habla Roma los católicos creen en la palabra que los vivifica: los malos creen también, pero como los demonios que creen y tiemblan, creen en la palabra que les mata.
¡Qué espectáculo, Ved á ese anciano inerme en medio de poderosos enemigos; ved á ese Rey pobre, tan pobre que vive de vuestras limosnas, pobre en presencia de los tesoros con que le brindan los potentados de la tierra, ;tesoros á los cuales no alagará la mano vendiendo 'los derechos de su trono y los deberes de su conciencia; ved á ese [ley Pontífice, Rey porque es Pontífice; Rey de burla para muchos, y víctima mejor que Pontífice; ved á ese anciano quebrantado por los años y por los sufrimientos, ley sin sollados, á quien apenas queda un girón de su real manto desgarrado por manos sacrílegas, símbolo de la debilidad y objeto de escarnio como Aquel cuyo representante es; ved cómo ;se levanta y el mundo atiende, y habla y el mundo se conmueve de gozo, ó se estremece de espanto, y toca con sus manos el aparatoso edificio de la mentira levantado por manos de nuevos gigantes, más orgullosos que les de Babel, y la inmensa mole tiembla y se viene al suelo entre el estupor ó la impotente desesperación de sus fabricadores. «Á Domtno faclum est istud.» Dios ha hablado una vez más por el Pontífice. Ved ahí por qué es poderosa la palabra do Roma, ved por qué todo cede ante esa palabra.
Roma ha hablado, la causa está definitivamente fallada. Después de las condenaciones pontificias es menester decidirse ó por Roma ó contra Roma, ó por Dios con el Soberano Pontífice, ó por Satanás contra el Papa. Va no son posibles las vacilaciones, ni la neutralidad, ni los acomodamientos- «Qiii non est mecum, contrame est.» Los campos están separados para siempre, y deslindados los confines hasta ahora confundidos por los sofismas y las hipocresías. El santo y seña está dado y lo han comprendido todos, hasta las palabras han sido definidas. No hay más católicos que los católicos romanos, católicos con el Papa, y católicos como el Papa con la admirable Encíclica de 8 de Diciembre último por enseña . «Siquis est Domini, jungatur mihi.» Quiera Dios que seamos todos fieles. Oremos á este fin, y preparémonos con la oración y penitencia para hacernos dignos de las gracias del Jubileo que el Padre Santo en su amor y solicitud por sus hijos de todo el mundo concede, y cuyo tiempo y condiciones para ganarlo anunciarémos oportunamente. Entretanto os damos á todos, venerables hermanos é hijos amados, nuestra pastoral bendición.
Tortosa, 20 de Enero de 1865. — Benito, Obispo de Tortosa.