VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

NO SE PUEDE ALEGAR LAS REVELACIONES PRIVADAS

PARA DIRIMIR UNA CONTROVERSIA TEOLÓGICA, Y MUCHO MENOS PARA RESOLVER UN PUNTO FILOSÓFICO, HISTÓRICO O DE OTRA CIENCIA CUALQUIERA

R.P. Pierre Toulemont S.J.
&
Mélanie Calvat

¿Cuál es, pues, la autoridad de las revelaciones privadas? Tienen el valor mismo que merece el testimonio de la persona que las refiere, ni mas ni menos. Y como esta persona no es infalible, resulta, pues, que las cosas que atestigua no son siempre y para siempre absolutamente ciertas, salvo el caso de un milagro obrado directamente en favor de este testimonio. En una palabra, las revelaciones privadas no tienen mas que una autoridad puramente humana y probable.

De aquí resulta que generalmente hablando, no se puede alegar las revelaciones privadas para dirimir una controversia teológica, y mucho menos para resolver un punto filosófico, histórico ó de otra ciencia cualquiera.

También seria un abuso excepto algunos casos excepcionales mencionar en el púlpito las revelaciones privadas; todo lo mas que está permitido en las exhortaciones dirigidas á algunas personas piadosas es ofrecérselas como alimento de edificación espiritual y es con las debidas precauciones para que no exageren la estimación que deben hacer de tales revelaciones. 


R.P. Pierre Toulemont S.J. 
Revelaciones privada según la doctrina Católica. 
Revista La Cruz 1866 T.II pág 240. 
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S.S. Benedicto XIV 
“En cuanto a lo que concierne a revelaciones privadas, no deberían ser recibidas con un sentido de fe Católica, sino con fe humana, de acuerdo a las reglas de prudencia que nos presentan tales revelaciones como probables y piadosamente creíbles. Esto no es para decir que estas revelaciones no pueden o no están destinadas a ser el instrumento de grandes gracias, aún para los fieles; pero como no son el objeto de un acto de fe teológico, ponerlas en duda o negarlas no es un pecado de herejía».

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