VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SAN BERNADO REPRENDE A S.S. EUGENIO III


San Bernardo
&
S.S. Eugenio III


Manifiesta San Bernardo al Papa Eugenio III la pena que sentía por la sentencia demasiado rigurosa y precipitada que había dado su Santidad contra Sansón, Arzobispo de Reims, privándole el uso del pálio:

“ Dios os perdone le dice, lo que habéis hecho: habéis cubierto de confusión el rostro de un hombre lleno de vergüenza; habéis humillado en presencia de toda la Iglesia a aquel, cuyo mérito la misma Iglesia celebra. Había alegrado á todos sus enemigos pero ¿a cuantos os parece que habéis afligido? El dolor tiene límites, porque tampoco los tiene el número de sus amigos. El que es amado de Dios y de los hombres, se ve castigado por un grande delito, sin estar convencido, y sin haberle confesado. Tenemos un Finees, y experimentamos zelo. El Israelita es atravesado con la lanza, pero sin haberle sorprendido con una Madianita. Le imputan haber coronado al Rey, mas no le parece que en esto excedió la extensión de su poder. Le arguyen que se atrevió a celebrar los Divinos misterios en una Iglesia sabiendo que estaba entredicha pero él lo niega. Lo uno lo probará á su tiempo, y del otro se justificará. Mas supongamos que es cierto todo cuanto sus enemigos tuvieron la libertad, y la satisfacción de des en su ausencia, ¿sería razón que por esta única falta fuese rigurosamente castigado, y tan severamente reprendido, atender á lo que por otra parte tiene de laudable su vida? Si el juicio hubiera salido de vos, y no del consejo de sus enemigos, se hubiera podido mirar como virtud el haber faltado una sola vez. Sobre todo, ¿ qué se había de hacer en aquella confusión de circunstancias? El día era solemne, la Co era numerosa y resplandeciente; el Rey aún era joven; y lo que es más, se trataba la causa del Señor; se hablaba de la em presa de la tierra santa, para la que se había juntado todo el mundo.

A la verdad, no se descubría modo de no celebrar la Misa en aquella ocasión, ni de no coronar al Rey con la debida solemnidad: no redundaba en favor del Arzobispo de Burgos impedir que el Rey recibiese esta señal de honor. 

Pues así sucedió, me parece que hay motivo para compadecerse de él; pues el extremo á que se vio reducido manifiesta suficientemente que no hubo en su acción soberbia ni temeridad. ¿Acaso tenéis la potestad de herir siempre, y nunca la de curar? Bien sabéis quién es el que dice: Yo heriré, curaré (Deut. 32.). Dios os guarde, de que ocupando lugar, no habléis su lengua, y sobre todo, en el estilo de clemencia. Así pues, por esta vez retroceda la saeta de Jonatas; y si es necesario, arrojadla antes contra mí. Confieso hubiera sufrido más fácilmente que me hubiesen privado de la celebración de la Misa, que al Arzobispo de Reims o del uso pálio."

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