Diego Mariano Alguacil y Rodríguez
OBISPO DE VITORIA.
¿Qué voz es esa que hace retemblar los polos, y conmueve la tierra en sus cimientos, y produce sacudimiento inefable en la naturaleza racional? ¡Oh! no: no es la voz del sabio, del guerrero, del conquistador, del monarca. Es la voz veneranda, siempre antigua y siempre nueva; siempre discre- ta, nunca imprudente; siempre...¿por qué no decirlo de una vez? siempre, siempre divina, porque es la voz del augusto Vicario de nuestro Señor Jesucristo.
Permitan nuestros lectores este desahogo al ardoroso sentimiento del corazón católico, que se siente electrizado al eco de esa voz robusta, que es hoy la apología mas viva de nuestra sacrosanta Religión. Nada mas diremos, porque nuestra débil palabra está retardando el mágico efecto que debe producir en nuestros lectores la del inmortal Pio IX.
Habla el Sumo Pontífice. Escuchemos reverentes su palabra salvadora.
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