VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

SANTA LUISA DE MARILLAC, Viuda



15 de abril del Año del Señor
SANTA LUISA DE MARILLAC,
Viuda

Es necesario que este cuerpo corruptible
sea revestido de incorruptibilidad,
y que este cuerpo mortal sea revestido
de inmortalidad.
(1 Corintios, 15,53).


Santa Luisa de Marillac nació en 1591. Se casó con Antonio Le Gras, y vivió dichosa con él hasta 1625, año en que quedó viuda. Fue entonces el brazo derecho de San Vicente de Paul en el establecimiento de las Hijas de la Caridad, que fundó con él. Era una mujer de gran inteligencia, de ánimo templadísimo y de admirable resistencia, a pesar de su delicada salud. Murió en el año 1660.


ORACIÓN

Escuchadnos, Señor, Dios Salvador nuestro, y haced que, así como nos alegramos con la fiesta de Santa Luisa, así también obtengamos provecho alcanzando sentimientos de piedad y devoción. Por J. C. N. S.


MEDITACIÓN
SOBRE LA RESURRECCIÓN
DE LOS MUERTOS

I. Todos resucitaremos: es una verdad muy consoladora para las almas santas. Sí, este cuerpo ahora en el oprobio, en el dolor y la pobreza, este cuerpo, será un día glorioso, inmortal, sutil, impasible y semejante a los espíritus. ¡Con qué júbilo las almas de los santos volverán a los cuerpos que fueron sus compañeros de trabajo e instrumentos de su victoria! Ánimo, cuerpo mío; resucitaremos, y tu gloria será proporcional a los sufrimientos que hayas soportado por Jesucristo. Yo veré a Dios, mi Salvador, en mi carne. (Job).

II. Los malos resucitarán, pero, ¡ay! ¡qué horror sentirán al retomar sus cuerpos que han sido la causa de su condenación! ¿Nada menos que tú, dirán esos míseros, nada menos que tú, que eres podredumbre, has perdido a un alma inmortal? ¡Qué! ¡por estos ojos, estas manos, este corazón, esta boca, esta lengua, este cuerpo he perdido mi alma! Piénsalo a menudo: "Un día, me encontraré con este mismo cuerpo en el valle de Josafat; ¿en qué estado será?"

III. Los bienaventurados irán, en cuerpo y alma, al cielo después de la resurrección de los muertos, y los condenados descenderán al infierno con sus cuerpos semejantes a tizones ardientes. Está en tus manos hacer glorioso a tu cuerpo o hacerlo maldito para siempre. Amemos los júbilos que deben durar eternamente; temamos los tormentos eternos reservados para los que se condenan. (San Gregorio).

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo I, Patron Saints Index.