Fray Albino González O.P.
Obispo de Tenerife y Córdoba
EL PAPA, CRISTO EN LA TIERRA
Fray Albino escribió así en las columnas de Córdobas, con ocasión del ochenta aniversario del nacimiento de Su Santidad Pio XII:
La palabra Papa significa Padre. Pero así como suena, se aplica únicamente al Soberano Pontífice, al Sucesor de San Pedro, al Obispo de Roma, al Representante de Cristo en la Tierra, Y claro está que su paternidad tiene para nosotros un sentido puramente espiritual y sobrenatural, ¿Lo sentimos así de veras...? En nuestra vida sobrenatural nos sentimos unidos al Papa, padre del alma, como en nuestra vida. natural nos sentimos unidos al padre del cuerpo...?
El Papa es nuestro Padre. Le debemos respeto, sumisión. obediencia y tierno amor. Es tan digno, tan digno...! Y acaso en los momentos actuales lo es en tan alto grado, como no lo fué jamás en la Historia. ¡Nuestro Santo Padre el Papa Pio XII. Para él los mejores efluvios de nuestro creyente y fervoroso corazón.
MAESTRO DE LA VERDAD
El Papa ex Maestro infalible de la Verdad. De la verdad sustancial, de la Verdad trascendente, de la Verdad que alumbra el camino para alcanzar la Felicidad verdadera. «Non deficiet fides tua, le dijo solemnemente el Señor»: «Y tú, volviéndote a tus hermanos, confirmalos en la fe.» Y todo esto, sobre aquellas palabras tan consoladoras : Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos.» «El que no anda en Verdad, anda en tinieblas»; y el que marcha entre tinieblas puede en cualquier momento caer en el abismo. Y así marcha el mundo y así marchan los hombres que no vuelven hacia el Vaticano su mirada hu. milde y ansiosa, «¿Qué es la verdad?», preguntaba con gesto despectivo el juez pagano, sin querer oír la respues ta. «¿Qué es la Verdad?», sigue preguntando hoy la ciencia, sin hallar respuesta alguna valedera para resolver los grandes problemas humanos, ni querer oirla del único que se la puede dar, que es el Representante de Cristo en la tierra. Hoy, sin embargo, a fuerza de confusión y trágicos fracasos, comienzan un poco los hombres a reaccionar, lo mismo personal que colectivamente. En este segundo sentido es consolador observar cómo cada vez hay más naciones diplomáticamente representadas ante la Santa Sede. Nada menos que cuarenta y seis, no todas católicas ni aún cristianas, tienen ante el Papa sus representantes. Es un síntoma consolador, Y que los hombres se van convenciendo de que por sí solos nada pueden: «sine me nihil potestis facere»: y que como siempre en la Historia, lo que con una mano construyen, con otra lo deshacen. O que más bien construyen en el orden material, y en el espiritual y moral destruyen, con lo que las mismas construcciones y progresos materiales se derrumban.
UN SOLO REBAÑO BAJO UN SOLO PASTOR
Después de tantos siglos de Cristianismo y de civilización común, y de cultura, que tiende a ser común también por la extensión que alcanzan los medios con que se comunica, presenciamos el triste espectáculo de una horrible exacerbación de todo lo que divide a los hombres, nacionalidades, lenguas, religiones. Un ansia inmensa de unidad y por todas partes una intensificación de egoísmos naturalmente contrapuestos y contradictorios. Y se tiene hambre de unión; pero la unión no llega. Pues si llegan
a lograrse uniones parciales, son únicamente impuestas por el temor, frente al enemigo, para aumentar la propia fuerza intimadora, de defensa y choque.
Y no hay para los hombres otro vinculo de unidad sino el de Cristo, que en la Cruz dejó clavados todos los motivos de desunión y de su propia Cabeza, principio vital del que fluye a todos sus miembros la Vida, hizo la fuente de unidad verdadera, por lo que todos venimos a sentirnos hermanos y miembros de un solo Cuerpo. Y todo esto tiene su símbolo y su encarnación permanente en el Papa, sucesor de San Pedro y verdadero representante de Cristo en la tierra y vinculo de unidad entre los hombres.
UNA FE, UN BAUTISMO Y UN SEÑOR
«Unus Dominus, dice San Pablo, una Fides, unum Bap tisma»: «Un Señor a quien obedecer; una Fe en la que creer; un Bautismo por el que vivir»; he aquí los tres elementos constitutivos de la verdadera unidad entre los hombres.
Un Señor, Cristo, que nos amó tanto que por nosotros dió su sangre y su vida. Que no necesita nada de nosotros ni de nosotros puede recibir nada. Que sólo nos busca pa. ra tener a quien dar y hasta a quien darse... Y es Dios, riqueza infinita! Y nos busca para dársenos en su Reino. Servir a Dios es reinar,
Una Fe, que es la Verdad Suprema, que es Sabiduría infinita, que es el mismo Dios, que algún día se nos entregará por completo. Una Fe, un Ideal, que supera todos los ideales.
Un Bautismo. El Bautismo es el principio de nuestra Vida. Es la incorporación al cuerpo mistico de Jesucristo. Es la entrada en el Reino de Dios. Reino de seguridad, de Vida y de Esperanza. Por el Bautismo hemos muerto al hombre viejo, al hombre pecador y enemigo, al hombre aislado y vuelto sobre si mismo, para renacer como hombre nuevo, según Cristo, para renacer como hombre que se da, que es renacer al amor..
Sólo así se podrá realizar la verdadera unión entre los hombres. Sólo así vendrá a constituirse un solo rebaño y un solo Pastor, que no puede ser otro que el Pontífice de Roma, Sólo así comenzará a realizarse sobre la tierra el reino de Dios, como anticipo y entrada de ese mismo Reino eterno.
CUANDO EL PAPA FALTA...
Los protestantes, divididos en más de trescientas sectas que más y más se multiplican cada día-, aunque parezcan esforzarse por buscar una unidad que no encuentran, Los ortodoxos cismáticos, cambiando de religión según el poder político que gobierna en el país en que viven. Los musulmanes, aferrados a no querer siquiera oír hablar de religión, aferrados a su moral tan poco conforme con las exigencias de la humana naturaleza. Y algo parecido los budistas y los seguidores de Confuncio y los shintoistas... Y los ateos prohibiéndose a sí mismos plantearse cuestiones a las que su razón no sabe responder, sin pensar que es de arriba, del que la creó, Dios, de donde le ha de venir al hombre lo que le falta, lo que únicamente le podrá saciar el hambre sustancial que le atormenta.. Cuando en una familia falta el padre y la madre, la unidad entre los distintos miembros se resquebraja y se pierde. Dios nos hizo a todos hermanos; pero el Diablo-el pecado nos puso a todos en guerra fratricida. Y sólo por un vínculo real y de eficacia suma podemos recuperar la unidad moral de la familia y volver a vivir en paz. Y ese vínculo no basta que sea algo del orden puramente transcendente y espiritual, sino que a fin de adaptarse a las exigencias de la naturaleza humana, tiene que ser juntamente espiritual y sensible. intelectual y afectivo, tiene que comenzar siempre por la idea el Dogma-, entrar luego en forma de gracia en la voluntad sacramentos-, descender en seguida a nuestro afecto y hasta nuestros sentidos exteriores,
PIO XII, MILAGRO VIVIENTE
Por eso Roma atrae, desde las más apartadas regiones, tan inmensas muchedumbres. Y van a Roma por ver al Papa, nada más que por ver al Papa. Y aunque hayan visto catacumbas y museos y monumentos y toda otra clase de grandezas y suntuosidades artísticas, si no han visto al Papa, les parece que no han visto Roma, les parece que nada han visto.
Allí está sencillamente el Papa, Un hombre, al cual, cuando a él nos acercamos lo bastante, nos parece que se nos mete en el alma, o que lo llevamos ya de alguna manera dentro de nosotros. ¡Tan dentro de nosotros lo sentimos! Como se siente a Dios... Y que, como Dios, al acercarnos a El, nos ensancha y nos trasciende hasta el infinito, elevándonos...
Personalmente el Papa nos parece un milagro viviente. Naturaleza delicada y de poca salud. Ochenta años de una vida de trabajo intensísimo, que hoy conserva sin bajar el tono. Sin carne apenas, y en los puros huesos, su sotana blanca parece olga de un maniquí de alambres, como si en él no existiera la gravedad, la pesantez. Al verle subir las escaleras, tan ligerito, tan aéreo, uno se imagina, que los movimientos que hace para irse apoyando en los peldaños, los hace por pura ceremonia, como debió de hacerlos el arcángel San Rafael, cuando acompañaba a Tobías, con un cuerpo puramente figurativo, sin pesantez, como si hacia arriba le llevara una fuerza interior ascensional. Llenos de admiración le hemos contemplado subir así varias veces.
Y habla a los que va encontrando, hasta en ocho o nueve lenguas distintas. Aún hoy está estudiando el ruso, ja sus ochenta años!, para tener el inefable goce de hablar también aquellos hijos suyos, que hablan esa lengua, en la suya propia, para acercarse a ellos más, para intimar más con ellos.
Y, luego, aquella vibración en su rostro, en sus nos, en todo su ser, trasunto fiel de la vibración intensa de su alma, revelando y trasmitiendo sentimientos de tristeza, de alegría, de esperanza, de cariñoso amor, de amor que se transmite y hace temblar y aúna en una sola vibración a todos los corazones. Sí, sí, Todo esto debe ser algo de lo que Cristo era cuando atraía hacia Sí aquellas muchedumbres de almas puras, que por todas partes le seguían.
EL MARTIRIO DEL PAPA SE PROLONGA
Padre, Padre, y Padre Santo, que en todas sus acciones y palabras santidad respira. Siempre olvidado de si; siempre quemándose el alma, porque otros sufren, por todos los que sufren con cualquier clase de sufrimiento en cualquier parte del mundo. Como Cristo, como Cristo, en un perpetuo Getsemaní en mortales agonías, y cuando ardiendo en ansias de unión con el Amado, viéndole venir, exclama: «Jube me venire te», «mándame, Señor, ir a ti», creyendo acabada su lucha y su destierro, el mismo Cristo le responde que no ha llegado su hora todavía.
COMO CORRESPONDER A SU AMOR
Pues, ¿cómo podremos corresponder a tanto amor?. ¿A tanto amor del Cristo del cielo y del Cristo de la tierra? Para pagar amor no hay otra moneda que el amor mismo. Pero el amor es moneda de oro, que en toda clase de valores se convierte. El amor se convierte en oración para que el Señor le conserve y le vaya empapando en sí más cada día. El amor se convierte en obediencia, con una sumisión perfecta y sincerísima a todas sus disposiciones. El amor se convierte en gozo y en alabanza, ¡qué dicha el sentirse gobernados por un padre amorosísimo! El amor se convierte en dádiva, tiene el Papa tantas necesidades cuantas son las necesidades de todos los necesitados del mundo entero! El amor... el amor del Papa, como el amor del padre, se convierte y tiene que convertirse también en el amor de todos sus hijos y a todos sus hijos, en esa perfecta comunidad vital, que en nosotros causa la Comunión de los Santos, y el ser miembros vivos del cuerpo místico de Jesucristo, que es la Iglesia, Que Dios nos lo conserve muchos años todavía.
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