VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

LOS AMIGOS DE LA CRUZ (San Luis Mª Grignion de Montfort) (8)


CARTA CIRCULAR A “LOS AMIGOS DE LA CRUZ”

SAN LUIS Mª GRIGNION DE MONFORT

Acordaos, mis queridos cofrades, de que nuestro buen Jesús os está mirando ahora, y os dice a cada uno en particular: «Ya ves que casi toda la gente me abandona en el camino real de la Cruz. Los idólatras, cegados, se burlan de mi Cruz como de una locura; los judíos, en su obstinación, se escandalizan de ella (1 Cor. 1, 23), como si fuera un objeto de horror; los herejes la destrozan y derriban como cosa despreciable. Pero -y lo digo con lágrimas y con el corazón atravesado de dolor- mis propios hijos, criados a mis pechos e instruidos en mi escuela, los propios miembros míos que he animado con mi espíritu, me han abandonado y despreciado, haciéndose enemigos de mi Cruz (Is. 1, 2; Filip. 3, 18). "¿También vosotros queréis marcharos?" (Jn. 6, 67). ¿También vosotros queréis abandonarme, huyendo de mi Cruz, como los mundanos, que son en esto verdaderos anticristos (1 Jn. 2, 18)? ¿Es que queréis vosotros, para conformaros con el siglo presente (Rom. 12, 2), despreciar la pobreza de mi Cruz, para correr tras las riquezas; evitar el dolor de mi Cruz, para buscar los placeres; odiar las humillaciones de mi Cruz, para ambicionar los honores? En apariencia, tengo yo muchos amigos, que aseguran amarme, pero que, en el fondo, me odian, porque no aman mi Cruz; tengo muchos amigos de mi mesa, y muy pocos de mi Cruz» [Imitación de Cristo II, 11, 1].


Ante esta llamada de Jesús tan amorosa, elevémonos por encima de nosotros mismos, y no nos dejemos seducir por nuestros sentidos, como Eva (Gén. 3, 6). Miremos solamente al autor y consumador de nuestra fe, Jesús crucificado (Heb. 12, 2). Huyamos de la depravada concupiscencia de este mundo corrompido (2 Pe. 1, 4). Amemos a Jesucristo de la manera más alta, es decir, a través de toda clase de cruces. Meditemos bien las admirables palabras de nuestro amado Maestro, que sintetizan toda la perfección de la vida cristiana: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga» (Mt. 16, 24).


En efecto, la perfección cristiana, consiste en:

• 1º querer ser santo: el que quiera venirse conmigo,
• 2º abnegarse: que se niegue a sí mismo,
• 3º padecer: que cargue con su cruz,
• 4º obrar: y que me siga.

Si alguno: y no algunos, se refiere al reducido número de los elegidos (Mt. 20, 16), que quieren configurarse a Jesucristo crucificado, llevando su cruz. Es un número tan pequeño, tan reducido, que si lo conociéramos, quedaríamos pasmados de dolor.


Es tan pequeño que apenas si hay uno por cada diez mil. Así fue revelado a varios santos, como a San Simeón Estilita, según refiere el santo abad Nilo, después de San Efrén, San Basilio y varios otros. Es tan reducido que, si Dios quisiera reunirlos, tendría que gritarles, como otra vez lo hizo un profeta: «¡congregaos uno a uno!» (Is. 27, 12), uno de esta provincia, otro de aquel reino.

Continuará...