21 de marzo del Año del Señor
SAN BENITO,
Abad
Dichosos los siervos a los cuales
el amo al venir encuentra velando.
(Lucas, 12, 37).
San Benito abandonó el mundo a la edad de 14 años para retirarse al desierto. Esforzóse el demonio por encender en su corazón el fuego de las pasiones impuras. Para vencer, San Benito revolcábase entre espinas y zarzas. Su fama de santidad extendióse a lo lejos y le atrajo una multitud de discípulos. Hizo muchos milagros que lo han hecho célebre; mas el mayor de los prodigios fue el establecimiento de su orden, que ha dado un sinnúmero de santos a la Iglesia. Murió hacia la mitad del siglo VI.
ORACIÓN
Haced, Os lo rogamos, Señor, que la intercesión de San Benito, abad, nos haga agradables a Vuestra Majestad, y que obtengamos por sus oraciones la que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.
MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA y LA MUERTE DE SAN BENITO
I. Desde que hubo comprendido la vanidad del mundo, retiróse San Benito a la soledad, y allí mortificó su cuerpo mediante continuas austeridades.¡Hace ya tanto tiempo que tú conoces los peligros del mundo, y lo amas todavía! ¡Sabes que es infiel, y en él te fías! ¡Estás persuadido de que no hay recompensa para sus adoradores, y ansiosamente buscas sus favores! Engañó ya a muchos otros con sus falsos bienes; mas, los que antes lo honraban lo desprecian ahora. ¿Por qué no lo dejas? Apenas si tiene el mundo lo que es preciso para engañar; carece de bienes, hasta de bienes frágiles. (San Euquerio).
II. San Benito despreció al mundo, y el mundo le honra; los reyes, los príncipes, numerosos fieles acuden a verlo en la soledad, para encomendarse a sus oraciones o para imitar su género de vida. Tú amas al mundo y él te desprecia; lo desprecias y él te prodiga sus alabanzas. Pareciera que Dios, impaciente por recompensar a sus servidores, no puede esperar la vida futura para hacerlo. ¡Cuán apurada estáis, oh bondad divina, en glorificar a vuestros santos! (San Eusebio).
III. San Benito, vencedor del mundo, lo abandona, y muere en una iglesia en medio de sus religiosos, advertidos por él de la hora de su muerte. ¿Te ha sido revelado cuándo y cómo morirás? Mantente siempre preparado. Los religiosos de este santo son sus hijos y su corona. Tus hijos y tu corona son tus obras: ellas te seguirán hasta el trono de Dios, para acusarte o defenderte.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo I, Patron Saints Index.