BENEDICTO XIV (1740-1758)
PRÓSPERO LAMBERTINI
Nació en Bolonia, en 1675. Cardenal arzobispo de aquella ciudad, era famoso por su bondad y agudeza; fue elegido papa el 17 de agosto de 1740, después de seis meses de sede vacante.
Puede decirse que fue el verdadero papa del siglo XVIII, benigno, tolerante, enemigo de las supersticiones, culto y a menudo ameno en maneras y en su conversación.
Manifestó mucho tacto en sus relaciones con los soberanos, gran prudencia y un profundo conocimiento de la historia.
Hizo concordatos con Portugal, con Carlos de las dos Sicilias, con Manuel de Cerdeña y con Fernando IV de España, dando fin a las intrincadas cuestiones eclesiásticas que se agitaron bajo su antecesor.
No fue así con la república de Venecia, con la que rompió las relaciones diplomáticas por su excesiva ingerencia en la jurisdicción eclesiástica.
Con Francia, donde duraban todavía las cuestiones jansenistas, aun manteniendo firmes las disposiciones de la bula Unigenitus y el formulario de Alejandro VII, se condujo con mucha prudencia.
Condenó nuevamente la masonería.
Puso fin a la controversia sobre los ritos chinos y malabares, prohibiéndolos definitivamente.
Renovó los decretos de Paulo III y de Urbano VIII en protección y defensa de los indios de América, lanzando la excomunión contra los opresores.
Munífico y docto, protegió las ciencias y las artes, promovió muchas instituciones científicas y benéficas, embelleció Roma, el Estado y Bolonia, procurando trabajo y favoreciendo la industria y el comercio. Para la disciplina eclesiástica facilitó a los obispos normas precisas y acertadas. Canonizó a muchos santos.
Sin embargo, tuvo el dolor de ver sus Estados invadidos y asolados en la guerra de sucesión austríaca, a pesar de haberse declarado neutral.
Escribió muchos libros, densos de doctrina, sobre cuestiones eclesiásticas, y hasta la muerte, gobernó sus Estados con suma discreción.
Murió el 3 de mayo de 1758, a la edad de ochenta y tres años, y su muerte fue llorada por todos, católicos y protestantes.
El hijo del ministro inglés Walpole, grabó en la estatua que le hizo erigir en Londres, un epitafio muy significativo, que resume el carácter de Benedicto XIV. "Amado por los católicos apreciado por los protestantes Papa sin nepotismo monarca sin favoritos a pesar de la energía y saber doctor sin orgullo censor sin severidad".
Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945