VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS

"Quod si ex Ecclesiae voluntate et praescripto eadem aliquando fuerit necessaria ad valorem quoque." "Ipsum Suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus."

S.S. PÍO VI, PAPA Nº 250

PÍO VI (1775-1799)
JUAN ANGEL BRASCHI 

Nació en Cesena, en 1717, y murió en Valence el 29 de agosto de 1799. Clemente XIV le nombró cardenal en 1773. 

Después de un conclave de cinco meses, interrumpido por las intrigas de las cortes de España y Francia, fue elegido Pontifice el 15 de febrero de 1775. 

Al principio su pontificado fue tranquilo, pudiéndose dedicar al mejoramiento de la Iglesia y de su Estado: realizó reformas, alentó la agricultura, hizo continuar la desecación de las Palude Pontine y organizó el Museo Vaticano. Mas pronto empezó la lucha, y con ella los sinsabores para Pío VI.

 En Austria, José II (el emperador "sacristán") introdujo tales reformas en el campo eclesiástico, que llegó a trastornar completamente su organización. Pío VI protestó y trató de hacer entrar en razón al emperador con buenos consejos, decidiéndose, contra el parecer de los cardenales, a ir personalmente a Viena (1778) para tratar con José II; mas no consiguió apenas nada. 

En Toscana, el gran duque Leopoldo, siguiendo el ejemplo del emperador su hermano, no sólo promulgó leyes restrictivas de la autoridad eclesiástica, sino que junto con el obispo de Pistoya, Escipión Ricci, reunió un conciliábulo donde fueron promulgadas leyes de puro carácter jansenista. Pío VI las condenó con la bula Auctorem Fidei (1794). 

En Sicilia llegaron a estar vacantes hasta cincuenta obispados, por la obstinación de Fernando IV y del ministro Tannucci.

En Alemania, por obra de cuatro metropolitanos alemanes, se intentó un movimiento de independencia y autonomía para la iglesia alemana; pero no continuó por los acontecimientos políticos que sobrevinieron. 

Al estallar la revolución francesa, el nuncio fue expulsado; Aviñón fue ocupada y todos los haberes eclesiásticos en Francia fueron declarados bienes nacionales. Pío VI intentó refrenar aquella corriente innovadora; pero él mismo fue arrollado por ella. Condenó la constitución civil del clero, suspendió a los sacerdotes que la habían jurado y deploró en público consistorio el suplicio de Luis XVI. A pesar de todo, procuró conservar las relaciones con Francia, que continuó teniendo en Roma a un enviado. Pero éste, Hugo Basville, fue asesinado en un motín popular, y entonces el Directorio hizo invadir el territorio Pontificio. Bonaparte se adueñó de Bolonia y obligó al papa a aceptar el tratado, para Pio VI desastroso, de Tolentino (1797), por el cual muchas de las provincias del Estado pontificio pasaban a Francia.

Otro asesinato en las calles de Roma, en otra sublevación popular, el del general Duphot, representante del gobierno francés, provocó la caída del poder temporal. El general Berthier entró en Roma el 10 de febrero de 1798 y proclamó la república. Siguió a esta proclamación una general y sistemática expoliación de los museos, galerias de arte, y bibliotecas, para enviar los objetos más valiosos de ellas a París.

Se intimidó al papa a que dejara la ciudad, y el 20 de febrero el general arrestaba a Pío y lo llevaba consigo primero a Sena, luego a Florencia y Turín, y últimamente a Valence, donde murió el santo Pontifice, el 29 de agosto de 1799, después de veinticuatro años de pontificado. 

El Primer Cónsul hizo rendir solemnes honores a los restos del papa, y permitió, después de dos años, que fuesen trasladados a Roma.

Los Papas, desde San Pedro hasta Pío XII
Giuseppe Arienti
Con Licencia Eclesiástica 1945


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