Mons. Louis Édouard Pie
No; ninguno de los que por sus trabajos, por sus discursos y sus escritos han disipado tantos errores y refutado tantas mentiras, no tendrá la desgracia de perderse á sí mismo rehusando á la Iglesia la sumisión humilde, filial y completa de su espíritu.
¡Ah! ¡Que no tuviera yo el acento de aquel soldado, padre de los Santos Gervasio y Protasio, que, viendo al médico Ursicino estremecerse un instante en los tormentos, le gritó: «Médico Ursicino: tú que te ocupabas en curar heridas de otros, mira no te hieras con el dardo de la muerte eterna.» Ursicine, medice , qui alios curare solitus es, cave ne te mortis ceterne jaculo conficias.
»Fortalecido con esta palabra, fue fiel Ursicino hasta la muerte: Qua vooe confirmatus Ursicinus, martirium fortiter subiit. ¡Oh vosotros, que este momento en que hablo vaciláis en vuestros pensamientos y en vuestras resoluciones; vosotros que más de una vez habéis ilustrado y ayudado a sostenerse a vuestros hermanos! oid la voz que sale de mi corazón, y sed fieles hasta el fin en la confesión de la verdad.
Pero, sobre todo, que la Juventud cristiana y letrada de nuestras ciudades obedezca con amor a la dirección paternal del Jefe de la Iglesia,
y que no olvide nunca las condiciones con que podrá servir útilmente á los intereses de la Iglesia y de la sociedad.
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